Domingo, 28 de noviembre de 2010 | Hoy
OPINIóN › PANORAMA POLíTICO
Por Pablo Feldman
Nadie sabe a ciencia cierta qué va a pasar. Ni siquiera aquellos que en principio tienen en sus manos la capacidad de incidir sobre el electorado aún no siendo candidatos. La figura más relevante de la política santafesina, no termina de definir quién será el candidato que él quisiera que lo sucediera en la Casa Gris, y no por falta de voluntad sino por un probable error de cálculo. Esto en el socialismo, donde Hermes Binner -que hace más de un mes- lanzó a Antonio Bonfatti como su candidato, y ni Miguel Lifschitz ni Rubén Giustiniani han declinado sus expectativas de ser ellos los aspirantes al sillón del Brigadier. Todos hablan de unidad y a esta altura casi nadie cree en ella. Alrededor de Binner esperaban gestos inequívocos de parte del intendente de Rosario que allanaran el camino de una negociación con el sector de Giustiniani. No sólo esos gestos no aparecieron sino que en las últimas jornadas se recalentó la situación interna y Lifschitz ya amagó con proponer a su sucesor sin esperar los tiempos partidarios.
En las huestes de "pechito" siguen blandiendo una encuesta que uno de sus operadores rentados sostuvo que "fue hecha por gente de Córdoba" aunque no facilitó el "pie de imprenta". Según esos números el senador está cortado lejos del segundo que para colmo no es Bonfatti, sino Lifschitz. Perdiendo en las encuestas y en las elecciones generales, Giustiniani fue elegido y reelegido senador nacional, demás está decir lo que cree que vale si encabeza los sondeos. Tanto que supone que enfrentarlo a Binner lo fortalecería. Sin dudas, un hombre que no habiendo ganado nunca una elección lleva casi diez años en el Parlamento y todavía le quedan cuatro más es un hábil negociador. Es por eso que los sectores que no pertenecen a "la familia" no se sienten confiados de obtener un buen resultado en la mesa de negociaciones. De hecho cada vez que hubo ese tipo de mecánica terminó pasando lo que Giustiniani esperaba que pasara. Aunque hay que decir que nunca antes se había llegado a una situacion de esta naturaleza, más que nada porque recién después de la irrupción de Binner en el escenario provincial el partido empezó a disputar poder en serio. Y esto es lo que moviliza a tantos ahora para ser candidatos. No se trata de un acto de servicio ni un deber cívico, sino de ver tan cerca algo que parecía remoto e inaccesible. Sucede que como decía Serrat "cuanto más voy pa'allá más lejos queda" y al socialismo se le está empezando a inundar el patio. Allí están los radicales, que ven el río revuelto, y le ponen una fichita a Mario Barletta, y por supuesto el dirigente de la Junta Coordinadora Nacional residual, Luis "Changui" Cáceres que anunció que también será candidato.
Para bien o para mal, en el peronismo las cosas tampoco están claras ni sencillas. Tanto que han aparecido en Rosario afiches de tres o cuatro candidatos casi desconocidos para el electorado aunque de mucho recorrido en el microclima político. Omar Perotti con "la fuerza de nuestro interior" aparece abrazando a un obrero con casco amarillo y todo, igualito al aviso de Direc TV en el que advierte que no lo está felicitando sino exprimiéndolo. Una lograda producción fotográfica, más para un Big Mac que para un casi desconocido. Casi lo mismo pasa con "Juanchi" Mercier que se muestra sonriente como si fuera Luis Miguel o el "Chaqueño" Palavecino. El Presidente del PJ, Ricardo Spinozzi que insiste desde las alturas, completa ese terceto que entre todos sumán menos de 5 puntos de nivel de conocimiento, no ya de intención de voto en la ciudad de Rosario. Se agrega el "Chivo" Rossi que es el mejor posicionado y desde hace tiempo están los afiches de Rafael Bielsa que fiel a sus antecedentes no claudica en la metodolía política del "tiempo compartido": Una semana cada tanto en la provincia y el resto trabajando en Buenos Aires. Y aunque el archivo ya lo dejó fuera de carrera ("sólo voy a ser candidato a Gobernador si Reutemann es candidato a Presidente", sic) Jorge Obeid sigue esperando que lo coronen el candidato de la unidad, aunque por su últimos gestos en el Congreso (le regaló un par de guantes del Roña Castro a la dipugolpeadora Graciela Camaño) está más para jurado de "Bailando por un sueño" que para Gobernador de Santa Fe.
Como se ve es un momento de gran incertidumbre. Más allá del "viento de cola" para los ejecutivos, parecen que no saben cómo desplegar la velas y avanzar hacia un destino cierto. Tal vez porque hubo antes, y todavía hay, mucha conversación, cuando se sabe que en el barco si manda el Capitán no manda el marinero. Hay muchos a los que les gustaría tomar el timón, y ni siquiera saben nadar. Menos mal que hay internas abiertas y no Ley Lemas, de lo contrario estaríamos expuestos a que alguien que está más para tomar sol en la cubierta que obrando de timonel se quede al frente del barco en el que estamos viajando todos. Y no es ficción; ya pasó no una vez sino dos veces.
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