OPINIóN
› Por Carlos Bertone *
La fecha del 2 de setiembre nos remite al día de 1587 en que desde el puerto de Buenos Aires se exportaron a Brasil productos elaborados. Las provincias de Tucumán y Santiago del Estero habían sido las productoras, principalmente de tejidos y bolsas de harina. El hecho tiene elementos que generan controversias. La faceta positiva, sin lugar a dudas, es que a menos de un siglo del descubrimiento de América estaban saliendo desde territorios que hoy forman parte de la Nación Argentina productos elaborados. La otra cara de la moneda es que el hecho produjo denuncias de corrupción porque supuestamente dentro de las bolsas de harina se encontraban barras de plata procedentes de Potosí, que implicaba un acto de contrabando.
Tampoco es un tema menor advertir los roles territoriales que el hecho reflejaba: por un lado, un interior productor de bienes con valor agregado y, por el otro, el puerto de Buenos Aires que ya comienza a perfilarse como la boca concentradora del comercio internacional.
Hay un segundo elemento que en la historia argentina está bastante poco estudiado: cómo y cuándo se fija esta fecha como Día de la Industria.
En general hay aceptación que es el Consejo Nacional de Educación el que en 1931 decide adoptar este acontecimiento para conmemorar, con fines educativos, el día de la Industria.
Sobre el final de esta decada del 30 la Unión Industrial Argentina comienza a promocionar la conmemoración de su día a la poblacion en general extendiendo los límites escolares.
En la primera presidencia de Perón -según las crónicas de la época se considera que el embarque de 1587 no tenía significación para ser el fundamento de la conmemoración y cambia la fecha por la del 6 de diciembre. Este día se refiere al de 1793 donde Manuel Belgrano es designado secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires. Desde allí promovió el progreso industrial.
En toda la etapa del gobierno peronista la propagandización del 6 de diciembre como Día de la Industria tiene un fuerte impulso.
Es interesante descubrir en la hemeroteca digital del diario El Litoral el festejo del 6 de diciembre de 1955, y encontrar nuevamente reflejado en la páginas del diario en 1957 el festejo el 2 de setiembre.
Quizás estas idas y vueltas de un proceso de recordación no hace sino reflejar lo que fue la historia de la industrialización del país: un camino difícil, sinuoso, con períodos de crecimiento y otros de estancamientos. En algunos casos, como el iniciado a partir de 1976 directamente dirigido a la destrucción del aparato industrial, camino que nos llevó a la crisis terminal de 2001.
En este recorrido quizás podamos pensar en que en 2010 puede representar un nuevo hito de recordación de la Industria Nacional, expresado por su comportamiento en las exportaciones.
En contraposición del proceso que se puede observar en varios países de América Latina, donde la primarización es moneda corriente, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) crecieron a mayor tasa que el total de las exportaciones, lo que le permitió alcanzar un record no solo en el valor absoluto exportado (U$S 23.652 millones), sino en la participación total de las ventas externas alcanzando el 35 por ciento.
Esto muestra las posibilidades de crecer con un modelo industrial diversificado, con matriz productiva sustentable que en muchos sectores pueda gestar sustitución de importaciones pero que también sea capaz de conseguir competividad en mercados externos.
Este proceso no se da por un curso natural de los acontecimientos. Necesita enmarcarse en un proyecto de Nación, con un fuerte entremado socio político y buscando que el trabajo sea el elemento articulador de una sociedad mas justa y equitativa.
* Presidente de la Federación Industrial de Santa Fe (FISFE).
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