OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
Mientras Hermes Binner se perfila para ratificar su lugar de líder de la oposición en un período que no tendrá función pública alguna; su sucesor Antonio Bonfatti trabaja para hallar su propia impronta en la gestión. La intendenta Mónica Fein parece decidida a dejar atrás las polémicas y retormar la paz de los primeros días de "luna de miel" en la administración.
› Por Leo Ricciardino
Nunca, de manera tan contundente, el ex gobernador Hermes Binner había tenido que salir a aclarar la relación de su partido y del Frente Amplio Progresista con el peronismo y -por ende- con el gobierno nacional. "Nosotros no somos gorilas", dijo en declaraciones a LT3. Pero la aclaración es curiosa porque le sirve al ex candidato presidencial tanto para explicar que no hay ningún tipo de acuerdos políticos con el kirchnerismo (como lo sugirió con malicia Elisa Carrió en plena campaña electoral); como para señalar que la oposición que el FAP lleva adelante no tiene que ver con un rasgo antiperonista, sino simplemente con "apoyar lo que creemos que está bien y no acompañar lo que pensamos que está mal", como dijo el propio Binner. Aunque dentro del propio FAP e incluso dentro del mismo socialismo debe haber matices, si no basta con escuchar con atención las declaraciones de la diputada Alicia Ciciliani y después determinar si lo que dice Binner corre para todos los miembros de su partido.
Sucede también que hay un cambio de escenario que modifica las posiciones de este sector político que en su momento se jugó a fondo políticamente al acompañar la sanción de la Ley de Medios. En ese momento, Binner y los suyos intentaban diferenciarse de una oposición no sólo extremadamente gorila, sino también carroñera, oportunista y desprestigiada. Nadie mejor que el ex gobernador de Santa Fe vio con claridad el precipicio que se avecinaba para los cultores de esas posturas anti alentadas por los principales diarios del país. Pudo diferenciarse y construir el FAP en cinco semanas y convertirse en el líder indiscutido de la oposición en Argentina. Binner ahora está dispuesto a profundizar ese rol y eso también le exigirá posiciones más radicalizadas que las que tenía.
Una muestra clara de esa situación fue el discurso de despedida de la Casa Gris, después de ponerle la banda a su amigo y sucesor Antonio Bonfatti. Ahí ya no estaba en campaña y tenía los votos que tenía, sin embargo Binner sintió la necesidad de reforzar claramente dónde iba a estar parado y de establecer a qué se dedicará todo el 2012: A consolidar su perfil opositor y apostar a que el desgaste del oficialismo en su segundo mandato nacional le de a él y al FAP una buena oportunidad en las elecciones parlamentarias de mitad de mandato en 2013.
Algunas de estas razones explican quizás mejor por qué los diputados del socialismo y del FAP en su conjunto, decidieron no acompañar el proyecto que tuvo media sanción y que declara a la producción de papel para los diarios de "interés público". En contra de los argumentos del oficialismo, el ex gobernador y sus diputados explican que "tenemos otra concepción sobre la necesidad de garantizar el papel para los diarios, en igualdad de condiciones y para que haya una real libertad de expresión". Claro que no se profundiza demasiado en el tema del manejo de los cupos y de los precios del papel prensa que determinaron a su gusto durante todos estos años los diarios que se adueñaron -ahora se sabe cómo- de la única productora de papel para diarios del país.
El día del delfín
El gobernador Antonio Bonfatti desplegó en su primera semana de gobierno una agenda tan nutrida y vasta que asombró por ritmo y sucesión de reuniones con sectores del trabajo, la producción y la política. El sucesor de Binner sabe que está transitando la "luna de miel" y quizás por eso la sociedad pasó por alto el grave episodio de la designación del comisario Néstor Arismendi como jefe de policía de Rosario. El designado jefe aún se mantiene en su cargo pero pende un hilo al conocerse que tiene en su contra una denuncia por enriquecimiento ilícito que no avanzó en estos últimos tres años. A la par se supo que ningún jefe policial había presentado su declaración jurada de bienes con lo cual rodó la cabeza del titular de Asuntos Internos, aunque nada se dijo de la responsabilidad de los civiles que tenían que trabajar en este tipo de controles.
Por ahora, pero no por mucho tiempo más, parece alcanzar la sentencia del ministro de Gobierno Rubén Galassi: "Puede ser que haya corrupción policial, pero lo que sí se terminó es la complicidad política". Es un paso adelante, pero sólo eso. La política tendría que encargarse un día de que efectivamente se termine la corrupción en la fuerza encargada de la seguridad. Aún resuenan las palabras del ex intendente y concejal Héctor Cavallero cuando aseguró que "en el 80 por ciento de los delitos que se cometen hay complicidad policial". De algún lado viene el enriquecimiento ilícito.
Por lo demás, aún no se sabe muy bien cómo va a prosperar la relación entre el gobernador y su mentor político. El antecedente más cercano de una situación similar remite a Carlos Reutemann y Jorge Obeid, y los resultados no fueron buenos. En ese caso, el primero le hizo la vida imposible al segundo, con interferencias excesivas, demostraciones concretas de celos políticos y afectando de manera palpable el ritmo de la gestión. En el caso de Binner y Bonfatti hay otro elemento de peso que podría evitar este tipo de situaciones desagradables. Ambos son amigos desde hace más de 35 años y eso tiene mucho que ver. Al punto que Binner declaró en una de sus últimas entrevistas como gobernador que la designación de Bonfatti como su sucesor había sido uno de sus "más importantes aciertos políticos".
La dama en el tablero
La intendenta Mónica Fein parece decidida a dejar a un costado la polémica por las facultades cedidas por el Concejo Municipal para que sea ella la que determine la tarifa del transporte público de pasajeros. Una discusión que le generó un desgaste prematuro y un encono político con la oposición totalmente innecesario. A diferencia de Bonfatti, que transitó casi sobre un lecho de rosas sus primeros días de gobierno, Fein empleó la mayor parte del tiempo en desmentir que tuviera superpoderes. La intendenta parece haber tomado nota de la situación y se la notó desganada a la hora de responder si efectivamente vetaría una decisión del nuevo Concejo Municipal que recuperara las facultades para el cuerpo a la hora de determinar la tarifa de los colectivos.
También se barajó y se dio de nuevo en el tema de las cocheras subterráneas. Otro punto de la agenda local que tocó las fibras más sensibles de la oposición. Hay quienes sostienen que en realidad fue el propio Miguel Lifschitz quien, en un exceso de paternalismo para con Fein, pretendió avanzar más de la cuenta en este asunto de dejarle el camino allanado a la primer intendente mujer de la ciudad. Seguramente Fein está abocada en este mismo momento a encontrar su propio pulso para conducir una ciudad tan multifacética y compleja como Rosario.
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