OPINIóN
› Por Ada Naranjo
Hace 16 años, mi padre Rubén Naranjo contó en una contratapa publicada en este diario, la vida de su padre, mi abuelo, el pintor Juan de los Angeles Naranjo. Lo definió como bohemio y transhumante. Contó que el 2 de octubre de 1996, se cumplirían los cien años de su nacimiento. Narró las innumerables aventuras de quien a los 14 años y junto a un amigo, apenas dos años mayor que él, decidieron embarcarse como polizones en el puerto de Rosario buscando nuevos horizontes. Ayer se cumplieron siete años de la partida de mi padre. Me pregunto si no habrá elegido esa fecha para partir, para zarpar, hacia otros mundos y poder quizás reencontrarse con su padre. Quizás ellos nos estén pintando el cielo, con todas las pinceladas que el cielo y la tierra trazan y por todos los caminos de los mares.
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