OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
El discurso del gobernador Bonfatti ya no se diferencia del de Hermes Binner a la hora de caracterizar al gobierno nacional. Las elecciones se acercan y los matices desaparecen. En Rosario la oposición se abroqueló e infligió algunos daños concretos a la gestión de Mónica Fein. Con todo, la intendenta recuperó terreno con exitosas gestiones nacionales y un plan de obra pública modesto pero visible.
› Por Leo Ricciardino
El gobernador Antonio Bonfatti parece haber asumido hace un tiempo que no le queda otro camino que cumplir con el papel que tiene asignado en el guión político escrito por el FAP. Esto es, se terminaron los pasos de comedia de enredos que hacían dar un portazo a Hermes Binner a nivel nacional, mientras entraba por la otra puerta con una sonrisa el mandatario provincial avalando algunas de las decisiones de la Casa Rosada. En otro marco, Bonfatti no hubiese dicho jamás que la reforma judicial es una "engañapichanga" y que le parecería correcto un "dólar desdoblado" y por ende también, una devaluación gradual. El gobernador socialista no se movía en ese registro. Mutó su sonrisa, es más parco en cada una de sus intervenciones y corta en seco con sus conceptos a los periodistas que lo interrogan sobre temas diversos. Se ve que llega un punto en que el equilibrio no es bien visto, se arriba a una coyuntura electoral frente a la cual los blancos comienzan a ser bien blancos y los negros cada vez más oscuros. Ni noticias de los grises quedan.
Si la falta de diálogo que ofrece la Nación motivó este escenario actual o si la presión del candidato Binner endureció la postura del gobernador socialista, no parece ser un dato relevante a esta altura. Es claro que todos se preparan para la contienda.
En la casa del acuchillado no se habla de elementos filosos. De la misma manera, en la semana en la que el dólar blue trepó hasta las nubes, nadie quiere empezar a hablar de modificar políticas cambiarias a menos que quiera irritar a quien debe tomar las decisiones. En igual sentido, si se quiere recuperar el diálogo no se mencionan temas que están bajo un paraguas precisamente para preservar las relaciones en pos de acuerdos más inmediatos o posibles. Por eso Bonfatti no hablaba como ahora de la deuda nacional con Santa Fe en materia de Caja de Jubilaciones, presos federales y planes de viviendas.
Con todo, el beneficio de la tensión -que por algún lado debe descargarse- lo está recibiendo la municipalidad de Rosario. Es la ciudad más grande de la provincia, es una administración histórica del socialismo y no le podrán decir fácilmente al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner que no está colaborando porque la intendenta Mónica Fein logró destrabar cuestiones que están congeladas en la provincia. Así se trajo la promesa de colaboración para la infraestructura necesaria para el Dakar 2014 en Rosario, la segunda parte del plan de viviendas Procrear y otros entendimientos en materia de políticas sociales que la intendenta recibió con una amplia sonrisa, la misma que tenía Bonfatti algunos meses atrás. Incluso la intendenta habla con ministros y secretarios de Estado del gobierno nacional que hace mucho tiempo no tienen contacto con funcionarios del gobierno provincial. El mapa es claro, la rayas están trazadas y nadie cree que vayan a modificarse antes de octubre.
Pero lo curioso o al menos singular, es que en Santa Fe el funcionamiento del oficialismo y la oposición es totalmente distinto. Para el Ejecutivo fue una vez más un alivio que el diputado kirchnerista Luis Rubeo asumiera nuevamente como presidente de la Cámara baja santafesina. Rubeo mismo se califica como un hombre de consensos y acuerdos, dice que no entiende otra manera de hacer política. Esto le ha costado profundas críticas dentro del peronismo donde subsisten siempre dirigentes que creen tener la receta del buen opositor para hacer trastabillar a la gestión socialista, pero que en la práctica aún no han logrado ni un sólo éxito. La tenue maniobra de oponerle un candidato a Rubeo de parte de algunos de los ex compañeros de ruta de María Eugenia Bielsa, se pareció más a una proclama que a una firme intención de disputa del poder. Pero es un muestra clara de un sector del peronismo al que le cuesta entender a quién tiene enfrente y cómo debe construir si quiere ganarle en serio la provincia en 2015.
El parlamento local
En Rosario, como han convivido con el socialismo en el poder en los últimos 20 años, los peronistas locales tienen un sentido más fino de dónde se debe "golpear" y en qué momento encontrar las fisuras. Aunque tampoco esto les garantice el éxito en las urnas al corto plazo. Pero tanto desde los distintos sectores del PJ como desde el radicalismo que está por fuera del entente frentista; coinciden en que han ejercido todo este tiempo una oposición racional y que han señalado claros errores de la administración municipal y frenado proyectos con los que defendieron auténticos intereses de ciudadanía. Y ni siquiera el oficialismo podría decir que esto es una mentira completa, porque saben que no es así, más allá de los matices.
Ese perfil de oposición madura y racional (que como se ve no se halla fácilmente a nivel nacional) les permitió ahora a los distintos bloques opositores situarse en un escenario que, de verdad y por primera vez en muchos años, ha empezado a incomodar al oficialismo. Y ese punto de quiebre fueron los reclamos de los inundados de Fisherton y la encerrona que diseñó la oposición en el Palacio Vasallo que muchos concejales se empeñan en mantener y ampliar. Es decir, la sesión autoconvocada sin la presencia del oficialismo que votó resarcimientos económicos para los vecinos damnificados puso a la intendenta contra la pared. Por más que Mónica Fein haya esgrimido argumentos razonables y entendibles, y ofrecido créditos blandos y otro tipo de recursos; el daño parece hecho.
Los comicios están muy cerca y muchos ediles con aspiraciones propias y para sus partidos "olieron la sangre" como se dice en la jerga. Vieron la herida abierta y ahí están golpeando con cautela pero de manera persistente.
Por su lado, la intendenta parece más fortalecida que meses atrás para resistir este embate. Las mencionadas gestiones exitosas con el gobierno nacional, un plan de obra pública modesto pero visible y otros puntos de fricción que ya desaparecieron de la agenda (como la cochera subterránea de Plaza San Martín), le devolvieron la iniciativa a Fein que se concentra en sumar medidas para la movilidad pública asumiendo que es ese y no otro el tema central de su gestión. Es claro que la seguridad sigue siendo lo que más preocupa a la gente y que desde el nivel municipal ya no se alude a la competencia para esquivar el tema; pero en la práctica los avances y/o retrocesos que se vean en la materia siguen comprometiendo de manera contundente al gobierno de la provincia y a su principal actor: La policía.
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