OPINIóN
› Por Alicia Gutiérrez
No es delito ejercer un derecho. Eso está claro. Pero los derechos siempre tienen un modo y una forma en que pueden y deben hacerse valer. Ningún derecho es absoluto, sino que está sujeto a la forma y condiciones que todo el ordenamiento jurídico determinan. Por eso, si bien es válido pedir a las autoridades un aumento de sueldo, mejores condiciones de trabajo, jubilación digna, entre otras cosas, lo cierto es que esas proclamas sólo pueden ser canalizadas mediante las formas y a través de los mecanismos que el derecho permite. Porque si mal se ejercita un derecho, éste se transforma en ilegal e injusto.
Cómo puede sostenerse válidamente que la policía tenía derecho a hacer lo que hizo en las diferentes provincias, incluida Santa Fe? Puede pedir, puede querer un mejor salario, puede pretender mejoras salariales. Para ello, hay un mecanismo establecido y es a través de sus propias autoridades policiales. No hacerlo mediante los procedimientos marcados transforma la pretensión en ilegítima, desorganizada y temible.
Basta con leer la Ley del Personal Policial que dice que son faltas graves "aquellos hechos que atenten gravemente contra el orden constitucional, los poderes públicos o las instituciones constituidas o los derechos humanos establecidos o contra la Repartición o la Administración". No fue eso lo que ocurrió? Es una falta grave, lo dice la propia Ley policial aprobada democráticamente.
Cómo se explica sino la portación y exhibición de las armas (hayan sido las provistas por el Estado o no) que ostensiblemente realizaban los integrantes de los diferentes piquetes policiales? Qué finalidad perseguía el de portarlas sino de amedrentar y extorsionar a las autoridades civiles y la ciudadanía toda? Hay muy buenos policías. Y los hay muy malos. Es necesario que reconozcamos a unos y otros, premiando a los primeros y castigando a los últimos. No podemos como sociedad seguir tolerando que avancen administrativamente y lleguen a los mandos aquellos que no han hecho los méritos de honestidad y eficiencia que exige una estructura cuya complejidad es marcada y notoria.
Los ascensos deben hacerse por concurso, la actividad desarrollada evaluada, la disciplina impregnada de civilidad y respeto de derechos, y la deshonestidad castigada por entes externos. Se debe romper con esa estructura con pretensión de autosuficiencia y marginada de la clase política. Hay que quebrar la ideología castrense que hoy existe.
A la democracia le llegó la hora de dar un paso para adelante. Hay que darlo, sin miedo ni mezquindades porque lo vivido no puede volver a repetirse nunca más.
* Diputada Provincial Partido SI
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