OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
Hay más movimiento político de lo esperado para esta época del año y antes del Mundial que congelará los escenarios. María Eugenia Bielsa y Omar Perotti se dieron cuenta de que mostrarse juntos es ganancia para los dos. Lifschitz se anima mucho más tras el aval de Binner y Bonfatti para salir a la cancha. Los suplentes no paran de trotar en el borde.
› Por Leo Ricciardino
Los aprestos preelectorales no se detienen en Santa Fe. Si bien todo quedará supeditado para el segundo semestre del año (principalmente para después de la disputa de la Copa del Mundo en Brasil); las piezas ya se mueven en el tablero que se irá acomodando más adelante. Así, el peronismo consiguió su primera reunión importante en estos días. Parecía que la misma convocatoria al cónclave era tan trabajosa como la unidad misma. La invitación lanzada por el diputado Luis Rubeo y por el senador Armando Trafferri no había sido muy bien comunicada y no fue menor el hecho de que algunos sectores internos se enteraran por los medios de que se había organizado una reunión para la unidad.
Hasta el último minuto los responsables del encuentro no querían hablar públicamente porque nadie podía asegurar el éxito de la reunión partidaria. Pero los representantes de dos de los principales actores del peronismo en la provincia hoy por hoy, María Eugenia Bielsa y Omar Perotti, no estaban muy conformes con lo que parece un detalle pero que tiene su gravitación: si bien todos acuerdan en la necesidad de la unidad partidaria, no todos opinan lo mismo acerca de quién debe conducir ese proceso de unidad ni de cuáles serán los beneficios políticos para esos actores.
Es claro que el PJ carece hoy en Santa Fe de una figura que aglutine con su solo nombre a los distintos intereses; pero tanto Bielsa como Perotti aparecen como los postulantes de mayor peso electoral y representativo. Verlos juntos en el lanzamiento de la precandidatura presidencial de Julián Domínguez, o caminando por el predio de agroactiva en Cañada de Gómez, o que Daniel Scioli diga que tiene "muy buena relación con ambos", los posiciona especialmente. El problema a dilucidar es qué es lo que pueden hacer juntos. Porque hasta ahora lo que se sabe es que Perotti está formalmente lanzado como candidato a gobernador, pero la arquitecta Bielsa deslizó muy hábilmente que tanto puede acompañar a Domínguez como candidata a vice, postularse como candidata a gobernadora en Santa Fe o incluso dar la pelea por la intendencia de Rosario. Esta última opción es la que más incertidumbre genera en el Frente Progresista y sobre todo en el socialismo que mira constantemente cómo le dan las encuestas en la ciudad. Un bastión no puede darse el lujo de rifar a la hora "blindar" los votos para repetir también en la Casa Gris.
El sueño de muchos peronistas pasa por un acuerdo entre estos dos dirigentes: "Perotti arriba y María Eugenia en Rosario", señalan algunos sin desconocer las dificultades de este tipo de entendimientos.
Después están los legisladores, diputados y senadores provinciales que lo que quieren es -obviamente- volver a ser diputados y senadores a partir de 2015. En ese esquema se puede explicar cómo se dinamita a cada paso el camino hacia la "unidad" del peronismo. En esas mezquindades se explica el asado que Miguel Del Sel ofreció para una media docena de senadores provinciales del PJ hace unas dos semanas atrás. Una sospechosa camaradería sólo alentada por intereses personales. El mismo escenario que hizo posible que dos ex presidentes del Partido Justicialista de Santa Fe, sean hoy encumbrados dirigentes del PRO.
El peronismo santafesino se queja constantemente de cómo el socialismo sortea en la opinión pública los más adversos escenarios. Y atribuye la situación a complejísimas operaciones de prensa o directamente a la distribución de la caja publicitaria. Claro que estas cosas existen y existirán bajo cualquier gobierno; pero en el fondo no quieren ver lo que falta o lo que no existe. Y lo que no hay refleja las propias limitaciones como oposición que tiene el peronismo, que carece de una figura representativa de peso que pueda contrarrestar la prédica gubernamental. Un par de francotiradores semi encubiertos no pueden suplir ese trabajo.
Miguel pisa la arena
Nadie puede decir que el senador provincial Miguel Lifschitz no sea una persona paciente y tiempista. Masticó su amargura por no ser el candidato de su partido en 2011 y esperó hasta que las circunstancias y las necesidades le abrieran su espacio. Después del aval público que le dieran Hermes Binner y Antonio Bonfatti, Lifschitz se siente más confiado para hablar aunque conserva gran parte de su acostumbrada mesura.
El fin de semana se despachó en este diario contra los que piensa pueden ser sus principales contrincantes en la disputa por la gobernación de Santa Fe. Así, dijo directamente que a Del Sel "se le pasó su cuarto de hora" y que la unidad del peronismo con Bielsa a la cabeza "es más un problema para ese partido que para nosotros". El cuidado en las palabras llegó a la hora de hablar de las internas abiertas donde el socialismo deberá entenderse con el radicalismo, esa sociedad en la que a veces el equilibro falla y exige barajar y dar de nuevo.
No es un secreto que un importante sector de la UCR quiere dar batalla interna con Mario Barletta como candidato enfrentando a Lifschitz en una interna. La jugada busca un difícil golpe de timón en el Frente Progresista donde los radicales pujan desde hace tiempo por la alternancia en la conducción. Pero como pasa con el peronismo, en el radicalismo también hay diputados, senadores y concejales que lo que más quieren es repetir en sus mandatos. Ese es el sector más permeable al entendimiento con el socialismo. Los radicales que no quieren arriesgarlo todo por una epopeya que puede salir muy mal y en la que al final no haya nada para cobrar.
Después está el factor Giustiniani. El senador nacional se mantiene en silencio respecto de qué quiere para su futuro y el de su sector. Es claramente una corriente internamente derrotada después de su osadía de enfrentar al candidato de Binner. Pero es un cabo que el socialismo no puede darse el lujo de dejar suelto de cara al 2015. Como Lifschitz, Giustiniani que también es ingeniero, espera paciente que los hechos se vayan precipitando. Por ahora sólo avisó que su sector "presentará candidatos en todas las categorías". Con esa sola afirmación, más de uno empezó a pensar en qué lugar habrá que ubicar al senador nacional y los suyos.
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