OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD.
El oficialismo en la provincia y en Rosario mostró esta semana otra disposición para la batalla electoral. Lifschitz es artífice de su propio destino y Fein confía más en la fuerza del Frente que en su exposición personal. Perotti quiere meterse en la polarización con Del Sel y, tal como lo predijo, el socialismo empezó a criticarlo pegándole al gobierno nacional.
› Por Leo Ricciardino
Miguel Lifschitz dejó en claro que va a pelearla hasta el final. A todas las críticas que puedan sumársele al ex intendente hay que restarle la de la decisión política y el temple que un dirigente en ese nivel debe tener. Con todo, está claro que tiene una dura tarea en estos pocos días para revertir sus flancos negativos y convencer a su bastión natural de electores el de la ciudad de Rosario que él puede ser el cambio a pesar de ser el candidato oficialista.
Esta es la leve ventaja que tiene el candidato del Frente para la Victoria, Omar Perotti, que acentúa la voluntad de cambio del pueblo santafesino y se ofrece él mismo como el postulante más preparado para llenar de buena gestión y administración ese cambio en Santa Fe.
Así ambos pretenden superar a Miguel Del Sel el próximo 14 de junio. Mientras el candidato del PRO ya no tiene marchas para meter en este tramo de la campaña y se resigna a seguir el mismo guión de las PASO que le otorgó una leve ventaja sobre los demás. Le será sumamente difícil impulsar alguna sorpresa que le haga ganar a otro tipo de electores y en su entorno confían en una porción de lo que el radical Mario Barletta sumó para el Frente Progresista. No mucho más electorado tiene para disputar.
El que polariza es Del Sel más allá de las intenciones de los otros candidatos. Es un postulante que no deja lugar a la media tinta, quienes no lo votaron difícilmente puedan cambiar su sufragio y se orientarán más que nada a ver quién de los otros dos tiene más posibilidades de frenar el acceso del PRO a la Casa Gris. Así, por ejemplo, el voto peronista que no optó por el ex Midachi en las primarias, difícilmente se le fugue ahora a Perotti. Es más, ante el rechazo de ver al cómico gobernador algunos especulan con un apoyo a Lifschitz en ese sector.
Por eso en el entorno del candidato del Frente para la Victoria se esfuerzan por representar ese freno a Del Sel y el PRO, para revertir el panorama y por el contrario captar más voto no peronista que el propio candidato del oficialismo.
Lifschitz mantiene ese desafío de representar el cambio en la continuidad y en materia de seguridad es donde más le cuesta convencer. Del Sel primero en un programa de la tv porteña y el candidato a vice de Perotti, Alejandro Ramos, ayer en declaraciones en Rosario; tuvieron que esforzarse muy poco para poner en duda los postulados del ex intendente de Rosario en la materia. "Yo estoy de acuerdo con Lifschitz en lo que habría que hacer para mejorar la seguridad en la provincia, pero ellos hace ocho años que están y no lo hicieron", dijo con simpleza Del Sel. Ramos, a su turno, lo cruzó fuerte a Lifschitz con su idea de "blindar" la provincia porque la Nación "no puede garantizar que no entre la droga a nuestro territorio". El secretario de Transporte de la Nación señaló que "es curioso que diga eso cuando ellos nombraron a un jefe de Policía que era cómplice de los narcotraficantes", disparó el candidato a vice del FpV.
Con todo, tanto Perotti como Lifschitz se han cuidado de caer en la descalificación a Del Sel. Sin mencionarlo directamente ambos lo han tratado con respeto, concientes de que el insulto al cómico sería más leído como un desprecio a la cantidad de votantes que lo respaldaron que como una desvalorización de la figura del candidato del PRO. En ese sentido se han manejado más que nada como recomendaba el filósofo Juan Gianni en un artículo de ayer en Rosario/12: "Cuando veo la buena estrella de Macri y Del Sel prefiero preguntarme qué hicimos mal" que empezar calificar al electorado. "Cuando se tilda de 'conservador' o 'gorila' a un electorado, estamos en problemas".
Lifschitz parece haber recogido el consejo y aseguró que el socialismo en Rosario y la provincia evidentemente "no está condenado al éxito. Debemos trabajar para volver a enamorar", dijo en otra oportunidad. Así se empieza a asumir un realidad adversa para poder cambiarla.
El sacudón de las PASO obligó a los oficialistas en Santa Fe a darse "un baño de humildad" como propuso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para todos los que aspiran a ser candidatos a presidente desde el Frente para la Victoria.
El resto de los partidos que integran el Frente Progresista ya no son los acompañantes de ocasión, los que aplauden desde la segunda línea del poder los logros del socialismo. Ahora han medido fuerzas, han desequilibrado un escenario y forzado un cambio. Se han vuelto necesarios mucho más allá de representar el papel de la amplitud frentista. Ahora los necesitan, ahora Pablito pasó a ser el dirigente Javkin que quiere garantías antes de jugar decididamente en el espacio que le toca.
Por eso, la foto que consiguió Lifschitz con todo los dirigentes del Frente en Santa Fe, incluído el rebelde Barletta; aún no la puede lograr Mónica Fein aquí en Rosario. Las reuniones se suceden, los intercambios se modifican pero los hechos tardan en producirse. El sector de Javkin pide algo sumamente difícil para la política: Pide una prueba de fe. Algo que los lleve a confiar totalmente en que el socialismo les dará el lugar que persiguen desde hace tiempo dentro de la coalición política que integran. Los concejales María Eugenia Schmuck y Sebastián Chale se habían ido del lado de Fein hace mucho tiempo, cuando no tenían la oportunidad que ahora les dan los votos propios y los de Javkin. Están decididos a que su regreso cambie las cosas definitivamente, más allá de la foto, incluso más allá de los cargos.
A diferencia de Lifschitz con Del Sel la estrategia de Fein no será la de polarizar con Ana Martínez, la candidata a intendenta del PRO. Más que nada la intendenta se abocará a reforzar su alianza interna en el Frente y tratar de que los votos que sacó Javkin se queden adentro de la coalición para poder conseguir su reelección.
Como dijo un funcionario de alto rango municipal "hay algo que hace ruido en la comunicación de Fein con la sociedad". Por ahora ese ruido se suprimió. La intendenta asumió el mensaje de las urnas en las PASO, el duro golpe incluso personal que eso significó y por ahora entiende que lo mejor es hablar menos y mostrar más de lo que está haciendo. Menos impronta personal y más perfil frentista pueden tirarla más para arriba que su propia exposición. Por ahí va a transcurrir el proceso hasta el 14 de junio.
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