OPINIóN
› Por Pablo Feldman
En una semana los santafesinos decidirán el destino político de la provincia. Una campaña complementaria a las PASO que en 50 días obligó a rediseñar estrategias a partir de los resultados del 19 de abril. Especialmente en el oficialismo, que dejó de ser exclusivamente el Partido Socialista para ampliar el espacio y afrontar como Frente Progresista el desafío de retener el gobierno de la provincia y de los principales municipios, especialmente Rosario. En ese sentido, a la necesidad que obligó tanto a Miguel Lifschitz como a Mónica Fein a "abrir" el juego, encontró una respuesta a la altura de los acontecimientos por parte de sus socios del Frente, como Mario Barletta y Pablo Javkin para despejar las dudas en torno al destino de los votos de quienes los eligieron en las primarias.
Si bien los votos nadie los tiene "en el bolsillo" como apuntó Javkin horas después de finalizado el recuento de votos, fue inequívoca la posición política de los dirigentes de las fuerzas que confluyen con el socialismo para recuperar la iniciativa política y revertir la tendencia expuesta en abril.
El correr de los días, el cambio de actitud dentro del oficialismo, y la cada vez más complicada exposición de los candidatos del PRO hicieron lo suyo. Entre las declaraciones poco felices de Miguel Del Sel, más los curriculums de quienes serían sus eventuales colaboradores, fueron generando un clima diferente al de las PASO en las que el marketing, la afabilidad y la superficialidad les fueron útiles a los candidatos más conocidos por el electorado como el cómico y Ana Martínez. Pero el caracter de final, y por tanto definitivo, del voto del 14 de junio, obligó a definiciones y mayor exposición que la gestual o publicitaria. Y fue así que hace una semana la candidata a intendenta del PRO se salió del libreto de Barba Durán y debió explicar sus ausencias a la comisión de Salud del Concejo que ella preside y al no poder hacerlo, cayó en un exabrupto con insulto incluido que trascendió a la opinión pública y que la desarmó en el debate en el Canal 3.
Al cierre de esta columna, los candidatos a Gobernador estaban en las pantallas de la televisión rosarina, y más allá de la evaluación de sus presentaciones (ver nota de tapa), la inconsistencia de Miguel del Sel no se modifica para la TV como no desaparece la solidez de Omar Perotti o cambia demasiado el conocimiento en gestión de Miguel Lifschitz.
En todo caso, pueden reforzar esos rasgos, pero no debería ser determinante a la hora de definir el voto.
A esta altura, la mayoría de las encuestas pronostican un final abierto, algunas entre tres, más en la provincia que en Rosario. La última semana será clave para observar si alguno de los candidatos "se despega". Lo que está claro es que el clima es diferente, la presencia de dirigentes nacionales da cuenta de la relevancia del comicio santafesino. No ya para determinar el futuro gobierno sino para marcar tendencias en el escenario nacional.
Las experiencias precedentes desde la utilización de este sistema electoral que deberá ser modificado muestran que los resultados de las primarias no se replicaron en las generales. Si bien es un dato estadístico, sirve para graficar el tono diferenciado del voto. El castigo de entonces puede transformarse en autocastigo, y cuando la situación llega al punto límite suelen ser más los que llaman al médico que los que apelan al curandero.
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