OPINIóN › 7 DÍAS EN LA CIUDAD
Ni el intendente ni su secretario de Hacienda tienen ahora otro escenario que ponerse a estudiar una propuesta salarial que saque al municipio del conflicto con el sindicato de los Trabajadores municipales, que la semana
pasada llevó a cabo un paro de 38 horas y amenaza con otro de 72 horas.
› Por Leo Ricciardino *
El intendente Miguel Lifschitz no pudo esta semana conseguir la garantía que quería para otorgar un aumento a los trabajadores municipales. "Si yo firmo que no habrá reclamos en 2007, me cuelgan en la plaza", dijo Néstor Ferraza para sus íntimos tras el paro de 38 horas que se sintió fuerte en distintas dependencias.
Ahora, el gremio prepara una medida por 72 horas que se llevará a cabo si antes no hay una señal clara de parte del Ejecutivo en el sentido de acercarse lo más posible al 20 por ciento de incremento salarial que es el reclamo principal del sindicato. Pero el pedido de Lifschitz es imposible de cumplir teniendo en cuenta que los aumentos se siguen pautando en todos los sectores de la actividad económica. Es más, ni siquiera se puede afirmar que hayan terminado por este 2006 que ya transita su segunda mitad.
La municipalidad volvió a esgrimir el argumento oficial de que el presupuesto está cerrado y de que sigue la provincia quedándose con una porción importante de la coparticipación. Pero si bien el razonamiento puede ser verosímil, no ha conmovido demasiado a los trabajadores municipales que saben que no es a ellos a quien corresponde determinar de dónde saldrá el dinero para otorgar un aumento que, sin dudas, es justo.
Más bien pesaron las palabras del secretario adjunto del sindicato en el acto que se improvisó frente al Palacio de los Leones. "Nosotros bancamos las malas épocas como nadie, ahora que hay un aumento notable de la recaudación, con inversiones por todos lados, con una ciudad que vive un boom en todo sentido, es lógico que querramos disfrutar también de las ganancias".
Ni Lifschitz ni su secretario de Hacienda Carlos Fernández tienen ahora otro escenario que ponerse a estudiar una propuesta salarial que saque al municipio de este conflicto. Sobre todo teniendo en cuenta que el marco de las paritarias de poco ha servido para calmar los ánimos en una instancia que los intendentes menospreciaron constantemente.
Lo cierto es que en Rosario, los incrementos que se fueron otorgando junto a los pases a plantas permanentes, más que beneficios otorgados a los trabajadores del sector, se fueron transformando con el tiempo en ordenamientos legales y blanqueos de agentes que ya no podían seguir trabajando en negro para el Estado. Una vez ordenado en gran parte este panorama, lo que sigue es el reajuste de salarios. Es la dinámica de los reclamos sindicales y, ya se ha visto incluso en la provincia: intentar congelar las políticas salariales en épocas que no son de crisis estridentes, es una tarea más que vana.
Lo que el intendente estaba buscando cuando trató de imponer su garantía, es un 2007 sin sobresaltos en medio de una pelea electoral que se hará sentir en toda la provincia y también en esta ciudad. Aquí, por ahora, los pocos candidatos que han ido apareciendo además del propio Lifschitz, que buscará su reelección, podrían empezar a aprovecharse de un panorama de crisis entre el Ejecutivo y sus propios trabajadores.
Con todo, la aparición de aspirantes a competir con el socialista en Rosario sigue surgiendo como con un cuentagotas. A la posibilidad -ahora un tanto devaluada- que manifestó en su momento Héctor Cavallero; se sumó en estos días la del ex ministro de Salud de Santa Fe y actual diputado nacional Juan Héctor Sylvestre Begnis. El "Canchi" le aseguró a este cronista: "Puedo llegar a estar dentro de un pelotón de una veintena de precandidatos". Y admitió sus conversaciones con Agustín Rossi en su momento y el sondeo que de su persona continúan haciendo cercanos operadores de Rafael Bielsa. "Todavía no hablé con Rafael, pero podemos encontrarnos en cualquier momento", concedió Sylvestre Begnis.
Más allá de las indefiniciones que pueda haber "arriba", aquí abajo los precandidatos a intendente seguirán apareciendo -por ahora- como meros ensayos para una opinión pública que se mantiene al margen y con pocas expectativas sobre cómo pueda conformarse finalmente, el mapa electoral de Santa Fe y de Rosario.
Pero para eso es que Lifschitz quiere un panorama despejado y con la mayor tranquilidad posible. Cualquier sobresalto, se sabe, puede transformarse en un arma de doble filo para una administración que hasta ahora, ha sorteado pocos momentos realmente difíciles. Como alguna vez confesaron dirigentes socialistas cercanos a Hermes Binner: "Miguel es un muy buen administrador, pero la situación económica del país y de Rosario y su región en particular, también lo han ayudado mucho".
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