OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
El panorama electoral provincial de cara a 2017 tiene tal confusión que no deben sorprender las conversaciones sobre "el futuro" entre Sergio Massa y Miguel Lifschitz, ni la posibilidad de intendentes peronistas armando listas con el PRO para los cargos locales.
› Por Leo Ricciardino
"Hay simpatía". Así de escueto calificó ante Rosario/12 un dirigente que fue consultado sobre un encuentro reservado entre el líder renovador Sergio Massa y el gobernador de Santa Fe Miguel Lifschitz. La conversación fue sobre temas de gestión pero también sobre el futuro. Por el otro lado, Margarita Stolbizer se encontró esta semana -esta vez de manera más pública- con el diputado massista Alejandro Grandinetti que podría estar junto a Massa presentando el libro de la diputada en Rosario en los próximos días. En la charla entre Stolbizer y Grandinetti se lo nombró al diputado provincial Rubén Giustiniani. Son apenas postales, indicios pero que muestran hasta dónde llega el confuso panorama electoral del año próximo en Santa Fe.
Stolbizer no está en buenas relaciones con los socialistas, cree que la dejaron sola en su candidatura presidencial de 2015 y no estaría dipuesta a repetir experiencias recientes. Pero en esa tensión no todos están a la misma altura. No es lo mismo Hermes Binner y Antonio Bonfatti que Lifschitz.
Con todo, no es la líder del GEN la que acerca a los socialista a Massa. "Hay conversaciones y cuestiones de gestión que involucraron charlas entre Sergio y el gobernador de Santa Fe", deslizó una fuente en Buenos Aires y aseguró que si bien por el momento "no hubo diálogos que tengan que ver estrictamente con lo electoral", sí se ha conversado "sobre el futuro" teniendo en cuenta las necesidades que ambos dirigentes puedan tener a la hora de enfrentar a Cambiemos en los distintos distritos.
La incertidumbre del panorama electoral del año próximo tiene tal dimensión que empezaron a trascender posibles alquimias electorales, impensables tal vez en otro marco. Pero, se sabe, en política lo impensable e inédito puede dejar de serlo de un instante para otro.
Así comenzaron a sucederse reuniones de varios intendentes y presidentes comunales del peronismo santafesino con dirigentes del PRO, para empezar a hablar quizás de listas conjuntas de cara a los comicios de 2017. Incluso, varios de estos jefes locales adherían hasta el año pasado a distintas corrientes o dirigentes del kirchnerismo. Pasa en la provincia de Buenos Aires, ¿por qué no pasaría en Santa Fe?
Las razones son siempre las mismas: Sobrevivir políticamente y obtener financiamiento para obras en el territorio. Los intendentes y jefes comunales enfrentan siempre un problema que deben resolver de alguna manera. Ese problema es que otros presupuestos que no manejan, como el provincial o el nacional, hacen que su carrera política sea auspiciosa o un verdadero fracaso. El intendente puede ser muy honesto, muy creíble y trabajador pero sin dinero no es nadie. Por supuesto, eso lo saben desde el día que asumen. Esto no quita que pueda haber ciudades y comunas más pudientes que otras, con mayor nivel de recaudación local. Pero con esos fondos sólo pueden pagar a la planta de personal, mantener los servicios mínimos y encarar algunas obras menores. Y no todos pueden financiar esos gastos mínimos y por eso muchos acumulan un importante déficit.
Pero no siempre es culpa de los intendentes y jefes comunales. Hay un sistema perverso que favorece a ese panorama y ahí se funda la dependencia política que se genera hacia la provincia o la nación. El mismo reclamo que los gobernadores le hacen al presidente por la coparticipación, se reproduce al interior de cada provincia de parte de los intendentes. Este es un país no federal en serio, hasta la médula o la célula más pequeña de su estructura.
Hay un jugador del PRO que lleva adelante las conversaciones con los dirigentes locales del peronismo esparcidos por el extenso territorio santafesino. Ese "enganche" es Federico Angelini, diputado provincial que recientemente ha perdido terreno en su relación con el presidente Mauricio Macri y su gabinete, pero mantiene firmes sus condiciones de armador político en las sombras. La diputada nacional Anita Martínez le debe mucho pero eso no le ha impedido combatirlo internamente con ese canibalismo que mantiene siempre en alto la política y que es difícil encontrar en otras actividades.
Los intendentes no pueden siempre llegar de la mano del gobernador a la Casa Rosada para gestionar obras y proyectos. Es más, casi nunca se da así. En lo que lleva de mandato no hubo muchas reuniones conjuntas de Lifschitz con jefes comunales santafesinos en algún despacho ministerial para tramitar presupuestos para obras locales. Por lo general, esas obras se otorgan a la provincia que después se encarga de bajarlas al territorio. Pero hay también un camino más rápido que es la relación directa de los intendentes con la nación. Ese canal se aceita por la necesidad del gobierno central de puentear a los gobernadores y establecer relación directa con el territorio con fines políticos.
Todos miran las encuestas muy de cerca. Esos números señalan que más del 50 por ciento de los argentinos avala aún la gestión de Cambiemos. Una consulta local reciente indica que el 56,6 por ciento de los rosarinos cree que la situación económica del país respecto al año pasado es peor. Pero a continuación, un porcentaje similar (el 55,4%) sostiene que la situación económica del país dentro de un año será mejor. ¿Contradicción? No, los consultores políticos lo llaman confianza. Un elemento central para las posibilidades políticas de un gobierno, un partido o un dirigente.
En esos mismos sondeos se establece que el nivel de aprobación de los rosarinos a la gestión de Lifschitz y de Mónica Fein está muy por debajo de la aprobación del presidente Macri. Es claro que en esta aseveración se incluye una cuestión temporal: Mientras que uno recién empieza su mandato y su ciclo político, los otros pertenecen a un sector que lleva muchos años gobernando donde el desgaste y la necesidad de renovación juegan un papel importante.
"El Frente Progresista está muerto. Por más que no lo quieran reconocer, saben que esa es la situación. Santa Fe es el único lugar del país donde el radicalismo mantiene una alianza de este tipo. En el resto de Argentina está pegado al PRO en Cambiemos", le dijo a este periodista un experimentado dirigente político santafesino.
Para muchos quizás sea prematuro extender tal certificado de defunción porque aún se mantiene un grupo reducido pero duro de dirigentes de la UCR provincial dispuestos a defender la coalición que construyeron durante años en Santa Fe. Otros creen que es el momento de reclamarle en serio al socialismo un cambio de conducción política.
Por su lado el grupo radical NEO, liderado por el ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro, le estaría solicitando al gobernador Lifschitz que no separe las elecciones provinciales de las nacionales y complique de esta manera la estrategia de los correligionarios que mantienen el doble estándar de alianza con el socialismo en Santa Fe y con el PRO en la nación. Por ahora la fecha del cronograma electoral de la provincia, es el secreto mejor guardado por el gobernador que tiene hasta fin de año para comunicarlo.
Pero no es el único secreto que tiene Lifschitz que hasta ahora ha mantenido al menos un par de reuniones a solas con Sergio Massa. Nadie sabe a ciencia cierta qué saldrá de esos misteriosos encuentros. Pero el contexto sugiere que ambos dirigentes podrían tener necesidades comunes de cara al futuro.
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