Parece un camino sin retorno, con las naves quemadas y las lanzas rotas. Un sendero definitivo ese que ha tomado el diputado provincial Juan Carlos Millet. Aunque en política nunca se sabe, es difícil imaginar un punto de encuentro. Este dirigente que además es autoridad partidaria del radicalismo provincial tensó tres escenarios simultáneos en su enfrentamiento directo con el socialismo: La conformación del Frente Progresista, el gobierno de la Universidad Nacional de Rosario y el Concejo Municipal donde su esposa ocupa una banca.

Como se publica en la nota de tapa de esta misma edición, el presidente del Concejo Miguel Zamarini (PS) ya ha fijado la estrategia oficial para el 2007. "Los acuerdos comenzarán a darse con el ARI" y ya no con Daniela León, la esposa de Millet que los últimos comicios tuvo un duro enfrentamiento con su par radical Jorge Boasso y había quedado como la única aliada del socialismo en el parlamento local. Sin lugar en el oficialismo, es difícil pensar que ahora Boasso la recibirá en su espacio y es probable que lo que le espere por el resto de su mandato sea el destierro en un bloque unipersonal. El voto de esta legisladora fue clave en innumerables sesiones del Concejo para poder aprobar iniciativas del oficialismo, pero esto ya es parte del pasado.

En la conformación del Frente Progresista Millet es parte del tándem llamado "Mimí", por las iniciales de su coequiper Michlig. Por cierto un mote deliberadamente ofensivo urdido por sus no pocos enemigos y trascripto por el periodismo de buena gana. Hay que decirlo.

Los dos, Millet y Michlig, quedaron en una evidente desventaja en su pretensión de imponer el compañero de fórmula a Hermes Binner, ya que el propio interesado -ante la negativa del socialista- decidió que ya era suficiente pelea y decidió no arriesgar más. Carlos Fascendini dió la espalda a sus impulsores, oliendo la derrota de esta causa perdida y con suficiente tiempo como para negociar por la suyas otro lugar, quizás uno en la futura lista de diputados nacionales.

En la Universidad Nacional de Rosario, la sorpresiva muerte del rector Ricardo Suárez precipitó los acontecimientos. Pocos entendieron, hasta su desaparición, que Suárez cumplía un rol clave en el equilibrio de fuerzas incluso más allá del rectorado. La rápida selección de Aldo Gimbatti como interino y el indiscimulable apoyo del ex rector Millet para que se quede en el cargo, pusieron al descubierto una maniobra que sumió a la UNR en una crisis institucional que no pocos comienzan a comparar con la vivió la UBA hace poco tiempo atrás. Es más, estos días un funcionario nacional del área universitaria del Ministerio de Educación, pasó por Rosario y no disimuló la preocupación que existe por esta situación en el seno del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).

El elaborado acuerdo que el senador Rubén Giustiniani (PS) logró tejer con su otrora enemiga Elisa Carrió, determina las nuevas alianzas en el Concejo donde ahora van a adquirir otra relevencia Carlos Comi y Nire Roldán, pero también un dirigente que terminó su mandato en el Palacio Vasallo pero que para Carrió sigue siendo clave en Rosario, el ex presidente de la Federación Universitaria Argentina (FUA) Pablo Javkin.

Así las cosas, muchos radicales que sintieron que era "el" momento de presionar y sacar jugo a las necesidades socialistas; más temprano que tarde comenzaron a comprender que no es mucho el espacio que queda libre para poder obtener buenos dividendos electorales. Por su lado, los socialistas sienten también que es "el" momento de dejar atrás muchos de aquellos amores perros. [email protected]