OPINIóN › 7 DIAS EN LA CIUDAD
Bastante por encima de las disputas internas de su partido, el gobernador Jorge Obeid parecía llevar un verano sin mayores sobresaltos. Pero un anuncio de su propio riñón, el aumento salarial del 12 % para los estatales, se le volvió en contra. ¿Era necesario salir con ese tema sin esperar antes el pedido de los gremios? A Lifschitz, después de sus viajes internacionales, le puede esperar un escenario similar.
› Por Leo Ricciardino
Lo que parecía haber tomado impulso los primeros días de enero, comenzó a decaer en la segunda quincena. Los precandidatos dan vueltas sin rumbo fijo en una provincia políticamente aletargada, y hasta las trifulcas de los radicales en el Frente Progresista es como si hubiesen entrado en sordina. Por su lado, Rafael Bielsa, Agustín Rossi y Omar Perotti desconfían cada vez más uno del otro, y ya no quedan demasiados recursos a los que echar mano. La figura del presidente Néstor Kirchner fue tironeada de un lado y otro, pero sin conseguir ninguna definición concreta, lo cual comienza a alarmar a todo el peronismo santafesino que se ve encaminado al precipicio de una interna de la que -ya lo saben- quedarán muchos heridos para reclutar después para la contienda general con Hermes Binner.
En esa difusa realidad, el gobernador Jorge Obeid venía recortándose con claridad a fuerza de pura gestión y obra pública. Sin vacaciones, el titular de la Casa Gris no paró un sólo día del nuevo año de entregar fondos, inaugurar obras, plantear créditos blandos para la producción y sortear con buenos resultados los sinsabores que las altas temperaturas podían traerle a través de la EPE o de la empresa estatal de agua. Si hasta el clima parece haber controlado.
Pero una tormenta de verano asomó su negra y peligrosa nariz de nube convulsionada en el horizonte. El impulso que tomó este último año de gestión hizo que el gobernador creyera estar en condiciones de aventar cualquier conflicto hacia adelante. Por eso se lanzó, una vez más, a intentar cerrar la política salarial de todo el 2007. Los fracasos de ese mismo intento del 2005 y 2006, parecen no haber dejado enseñanza alguna.
¿Creyó acaso Obeid que iba a conformar a los estatales con un 12 por ciento de aumento? Así hubiese propuesto el 20, los gremios siempre van a querer más en una lógica de negociación que tiene como marco un crecimiento enorme de la actividad económica, una recaudación récord y un año electoral propicio para cualquier tipo de peticiones. ¿Era necesaria una oferta por adelantado?, ¿por qué no esperar que el pedido de los gremios? Un sector es el que más preocupa por el impacto social-electoral en este año: Los docentes santafesinos.
Sin bien Amsafé no es el gremio más poderoso a la hora de la negociación, ha sido en los últimos años el sindicato testigo para los acuerdos salariales. Y se trata de un gremio "inestable" -y el calificativo no necesariamente es negativo-, desde el punto de vista de los acuerdos que puedan alcanzarse. Primero, porque tiene una dinámica totalmente diferente a la del resto de los gremios del estado al someter las propuestas votaciones masivas que muchas veces se vuelven inesperadas para los propios responsables de la conducción. Y, segundo, porque es el sector público que más poderosamente puede impactar en los sectores medios, cuando deja las escuelas vacías.
Pero esta vez, la propuesta de Obeid ni siquiera conformó al jefe de los estatales más permeable a las concertaciones de todo tipo. Alberto Maguid de UPCN ya había concluido el 2006 diciendo que este año ningún estatal santafesino podría estar por debajo de los 1800 pesos y, para eso, todavía falta.
Pero Obeid no es el único al que una coyuntura sin sobresaltos parece que se le va a escurrir entre las manos. Los municipales de Rosario salieron, aunque por ahora tímidamente, a plantear que el momento de sentarse a conversar con ellos, le va a llegar más temprano que tarde a Miguel Lifschitz, por esos días sustraido de la agenda local a la que reemplazó por más livianas -aunque no menos importantes- cuestiones de política internacional y estrategia municipal hacia adentro del bloque de países del Mercosur, a través de su participación en el Foro de Mercociudades que se desarrolló en forma paralela a la cumbre de presidentes en Río de Janeiro.
Después del cruce de Los Andes y las reuniones en Río, al intendente le queda todavía un viaje a Los Angeles, en Estados Unidos. Pero a la vuelta, ya será febrero. Un mes corto, que vuela, y pone a marzo muy cerca, como verdadero inicio del año escolar, salarial y político.
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