OPINIóN › SIETE DÍAS EN LA CIUDAD
Si las cosas están tranquilas a nivel provincial, sólo hay que mirar la antesala de los comicios municipales; tanto para las primarias del 1 de julio como para las generales del 2 de setiembre. Lifschitz decidió blanquear su hegemonía armando una lista de concejales puramente socialista y la oposición sólo se debate por unos pocos escaños.
› Por Leo Ricciardino
El panorama para las elecciones municipales del 2 de setiembre, y aún para las primarias del 1 de julio; no difieren en abulia, de las provinciales en estas dos mismas instancias. Es más, podría decirse sin temor a equivocarse que le ganan a la segunda en esta materia.
La campaña "agua de tanque" (por lo poco agitada) no necesariamente indica que los candidatos locales estén sobrecogidos en una reflexión tan profunda que ni siquiera salgan a pegar afiches o a protagonizar actos proselitistas. Se debe, a no dudarlo, a un escenario que sólo presenta una incógnita: Por cuánto ganará el actual intendente Miguel Lifschitz estas elecciones y, a través de esos mismos resultados, cuántos de los once concejales en disputa logrará el oficialismo. No mucho más que eso.
La oposición más clara es el concejal Carlos Comi, que va como candidato a intendente. Pero sobresale -su candidatura- porque es producto de un desacuerdo interno que tuvo bastante resonancia. No más que eso. Por su lado, Jorge Boasso, (furioso opositor, después amigo, otra vez opositor pero no tan furioso); entendió que su postulación lo único que lograría sería debilitar las chances de Comi que -a su vez- pugna sólo por un lugar para Nire Roldán en la lista de concejales.
Lifschitz fue acusado de hegemónico, pero a decir verdad, debe ser que el intendente está cansado de disimular el poder acumulado y actuar el equilibrio en el Concejo. Dijo basta, esta vez, y se lanzó a armar su nómina de candidatos con actuales funcionarios de su Ejecutivo, de segunda y tercera línea. Más que nada, harto de las pretensiones de las fuerzas de la coalición que intentaron negociar con él como si tuvieran los votos de respaldo para tales exigencias. En once lugares, pretendían poner no uno cada uno, sino tres o cuatro, al punto de ignorar que los socialistas también querrían colocar allí sus nombres y, como es lógico, en mayoría.
En la interna del Frente Para la Victoria, Héctor Cavallero por el lado de Rafael Bielsa y Juan Héctor "Canchi" Sylvestre Begnis por el lado de Agustín Rossi; pelean como un eco de la disputa de fondo que protagonizan sus referentes provinciales. Ni siquiera ha habido un intercambio entre ellos, para lo cual tendrían que esforzarse para buscarlo. ¿Qué cosas podrían enfrentarlos?
La municipalidad de Rosario es, a no dudarlo, un preciado botín político. ¿Por qué entonces no se nota aquí la tensión de Capital Federal? Porque hace tanto tiempo que gobierna el socialismo y que el peronismo no logra adaptar una propuesta local homogénea, que las cartas aparecen echadas de antemano. A su vez, el radicalismo dividido no logra encontrar al hombre que signifique para Rosario lo que Horacio Usandizaga representó en su momento.
Y hablando de momentos, éste es otro, muy distinto a aquel de los '80 para la ciudad. Será difícil para la oposición encontrar un lugar por donde colarse como alternativa local. La historia demuestra que así como Cavallero "inventó" a Binner y éste a Lifschitz; en realidad el partido está más cerca de "inventar" otra figura -tal vez Horacio Ghirardi- que la oposición de hallar un hombre potable que encabece un proyecto con posibilidades de quebrar la hegemonía socialista. Por carácter, prestigio, y hasta por género; María Eugenia Bielsa es casi la única posibilidad de ocupar ese rol de aquí a cuatro años. Pero la tarea no será sencilla, si a nivel provincial logra imponerse Binner como gobernador. En ese caso, la sintonía provincia-municipio puede generar un aceitado y desconocido -hasta ahora- mecanismo público que efectivice las políticas del Estado.
Muchas veces, esta agobiante realidad política para la oposición hace que ésta vea todo tipo de conspiraciones mediáticas, confabulaciones en su contra y acuerdos de cualquier circunstancia para garantizarle al oficialismo una gestión sin sobresaltos. Se sabe, la mentira a veces suele esconder la desesperación.
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