OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Con el intendente Lifschitz consechando más del 50 por ciento de los votos en las primarias del 1º de julio, nulas son las chances que cualquier otro candidato puede tener. Pero sí queda, sobre todo para el peronismo, pensar en cómo podrá revertir su performance, no ya para setiembre, sino para el futuro mediato.
› Por Leo Ricciardino
El intendente Miguel Lifschitz está sentado desde el domingo pasado en un colchón de votos que alejan a cualquier otro candidato de una perspectiva política incluso hacia el futuro mediato. Una vez más, el peronismo trastabilló en la ciudad más esquiva y poblada de la provincia. No hay, a la vista, ninguna proyección que pueda revertir esta situación -no ya de cara al 2 de setiembre, ni pensarlo- sino para dentro de cuatro años, para una próxima contienda.
Que una elección a gobernador e intendente sume apenas 2 mil votos más que la de concejales de 2005 para el Frente para la Victoria, (de 142 mil a 144 mil aproximadamente), habla a las claras de lo que no supieron, no pudieron o no quisieron construir los dirigentes del PJ a lo largo de estos últimos 24 años en Rosario. Y es obvio, no alcanza con señalar a esta ciudad como un enclave antiperonista. Lo que aquí sucede es producto de lo que no se ha hecho más lo que sí supieron hacer los otros.
Fue un acto de estricta justicia el del gobernador Jorge Obeid de agradecer y felicitar a cada uno de los presidentes comunales, intendentes y concejales de otras localidades que permitieron la sumatoria que ubicó al Frente para la Victoria en una perspectiva electoral expectante y totalmente inesperada a nivel provincial. "Las elecciones se ganan desde abajo", dijo el mandatario y tiene toda la razón del mundo. Por eso, se nota, acá abajo no hay nada.
La vieja teoría de las dos ciudades que siempre se le arroja a la cara al socialismo, no es más que una apreciación de campaña. Sobre todo porque se expone de manera incompleta: No es que el socialismo "habite" en una de esas ciudades y el peronismo en la otra. En todo caso, nadie hay en los barrios, un páramo político que ya muy pocos se encargan de recorrer.
Por eso, así como desde el Frente Progresista se comprendió después del domingo lo necesario que es el armado territorial en el interior provincial, y la necesidad que había de haber hecho mayores esfuerzos para congraciarse con determinados dirigentes locales; en definitiva, para comprender que la provincia no empieza ni termina en Rosario. De la misma manera, el peronismo deberá comprender que no puede seguir desdeñando la construcción seccional por seccional en Rosario, donde corre el riesgo de perder votos elección tras elección.
"Al peronismo le cuesta armar en la intemperie", dijo un viejo dirigente del PJ provincial para referirse a lo que le cuesta a su fuerza generar política desde fuera de los cargos. Por eso, la advertencia también resuena para las elecciones de setiembre. ¿Cuál sería el futuro del PJ en toda la provincia si se pierde la Gobernación? Por eso, no sólo Hermes Binner se juega todo en la próxima contienda, también el peronismo (y mucho más allá de Rafael Bielsa) tiene por delante una de las apuestas más altas de la historia santafesina.
La moderación del primer tramo de la campaña, deberá repetirse en esta segunda instancia una vez que se apaguen los estertores del debate por ver quién ganó realmente las primarias. Con el correr de los días, eso importará cada vez menos. Quedan poco menos que 60 días por delante, es mucho tiempo de exposición de candidatos frente al electorado y hacen bien los que se cuidan de no dar un paso en falso que podría resultar fatal. En tanto, habrá que seguir gobernando. Gestionando y debatiendo, trabajando en silencio pero sin pausa para no dejar flancos débiles de ninguna naturaleza que puedan ser aprovechados por el adversario.
Todos querrán a salir a conservar lo que consiguieron y esa, parece ser la decisión más inteligente. El primer paso para después pensar en lo que se pueda conquistar para acariciar el triunfo.
Los santafesinos, realmente, debemos sentirnos muy bien. Como pocas veces, el electorado de esta provincia ha de sentirse tan poderoso.
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