OPINIóN
› Por Anabel Salafia*
Todo lapsus, sueño o acto fallido responde a un fantasma que toma lugar en el análisis a raíz de la construcción de un objeto. La formación del inconciente permite reconocer distintas funciones para este objeto. Esto ocurre al mismo tiempo en el orden de la demanda y la pulsión como en la dimensión del deseo y su verdad, hecho del que no quedan sino trazos. Restos que en las formaciones del inconciente revelan la función que la imagen del yo tiene en el fantasma. El yo se desdobla, el sujeto se divide.
Es por eso que Lacan dice que es en la medida en que su deseo se constituye en la dimensión del Otro que el sujeto no tiene acceso a su deseo sino sustituyéndose a la imagen de sus propios dobles. Esta imagen del doble puede tener como soporte diversos 'otros' en función de objeto de amor, de la rivalidad u objeto de representación sustitutiva de una falta esencial del sujeto y en este caso hablamos del objeto 'a'. Se nombra así a un objeto que no existe como tal sino porque para el sujeto es falta, lo que lo convierte en objeto causa del deseo. El objeto 'a' está hecho de pura falta, al decir de Lacan. Que la falta sea un objeto es eso entorno a lo cual un análisis busca encontrar lo que unirá su comienzo con su final.
Se trata de ubicar y desarrollar los puntos antes anunciados en relación a un análisis, dando especial lugar a cómo la transferencia es comandada desde el lugar del analista y con una relación estrecha a la existencia y función del objeto 'a'.
* Psicoanalista. Escuela Freudiana de la Argentina. Dará una conferencia mañana a las 10.30 en los Altos de Librería Ross en el seminario: "El objeto 'a' en la estructura y en la transferencia".
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