ECONOMíA › RETENCIONES
› Por Leo Ricciardino
Muchas son ahora las especulaciones acerca de por qué en este momento, cuando no había mayores sombras sobre la economía nacional que las subas de determinados precios internos de la canasta familiar; el gobierno sale a "comprar" tremendo problema económico, social y político con la suba de las retenciones a la soja que además transformó en móviles en el mismo acto. Claro, es difícil que alguien alrededor de la presidenta haya previsto el estruendo, pero hay un elemento, un contexto que puede haber disparado el momento de la trascendente decisión. "Los datos del primer bimestre de comercio exterior están indicando un fuerte crecimiento del superávit determinado básicamente por los precios internacionales de granos y oleaginosas que aumentaron un 31%", dijo a Rosario/12 Juan Prince, economista de la Universidad Nacional de Rosario. Para quien también este modelo ahora puesto en debate es viable de acuerdo "al precio de estos commodities que se determinan a nivel internacional. Por lo tanto, es sustentable el modelo en la medida que el precio siga subiendo y si baja que no altere la ecuación de la renta y la retención". Prince asegura además que Argentina "está pasando de ser un productor de alimentos a un productor de forrajes para el mercado mundial. Esto pone en tela de juicio lo que muchos autores dan a conocer con el término de Soberanía Alimentaria". Y aquí está el fondo de lo que realmente debería discutirse más allá de la coyuntura.
Prince explica el origen de las retenciones para comenzar a ubicar el tema del momento, al recordar que a partir de la devaluación -en 2002- se introdujo el esquema de retenciones a los efectos de amortiguar el precio de los productos, desacoplar los precios internos de los internacionales. "Lógicamente, también tiene un propósito fiscal para que esa retención contribuya a esas arcas fiscales inclusive con el propósito también de mantener un dólar alto", dice el economista y agrega que "el esquema de retenciones móviles lo que hace es que a partir de determinado precio, todo lo el excedente iría al fisco. En el caso de la soja creo que son 600 dólares y a partir de ese precio de referencia, todo va al fisco. Esto es lo conceptual de las retenciones".
Para Prince "lo cierto es que a partir de los datos del primer bimestre de comercio exterior están indicando un fuerte crecimiento del superávit determinado básicamente por los precios internacionales -no por cantidades- de granos y oleaginosas que aumentaron un 31% lo que puede haber sido el motivo que disparó el establecimiento de estas retenciones móviles. Si no hubiera ningún tipo de amortiguación podríamos presumir que el costo de la canasta familiar podría haber crecido en esa misma proporción. Por eso, conceptualmente, las retenciones aparecen como un instrumento válido para desacoplar el precio internacional de los precios internos. Pensemos, por ejemplo, en el tema de la carne. La cuota Hilton vale 20 mil dólares la tonelada, entonces si no hubiera intervención del Estado el kilo de carne costaría 65 pesos; esto es cierto. Es así. Sobre todo en un país exportador de alimentos porque si fuéramos importadores de alimentos tendríamos que pagar precios internacionales sí o sí".
-¿Es sustentable el esquema de este modelo en el tiempo, o está demasiado pegado a los precios internacionales?
-Está estrictamente ligado porque el país es tomador de precios. El precio de estos commodities se determinan a nivel internacional por lo tanto es sustentable el modelo en la medida que el precio siga subiendo y si baja tenga la proporción anterior. Si bajara más todavía tendrían que bajar las retenciones porque la sustentabilidad la daría un nivel de rentabilidad adecuado a la producción. Por eso si el esquema internacional cambiara desfavorablemente para Argentina las retenciones -sean fijas o variables- tendrían que bajar para garantizar una rentabilidad razonable. Saliendo del eje del conflicto y de la cuestión acotada de la rentabilidad, está claro que el margen bruto de explotación según un estudio de Nicolás Sarceo, aumentó el 300% respecto de la Convertibilidad. Evidentemente que esto indica que hay un plafont para introducir un elemento de regulación pública para detraer una parte de esa renta extraordinaria a los fines redistributivos y para que no impacte en el costo de la canasta familiar.
-Se entiende que la medida haya caído mal porque toca el bolsillo a quienes van a ganar menos que antes, pero ¿por qué cree que este aumento impctó tanto y los anteriores no?
-Me parece que estuvo mal anunciada la medida, no fue suficientemente explicada. Todo lo que explicó la presidenta el jueves lo podría haber explicado tranquilamente el ministro (Martín) Lousteu el día 11 de marzo cuando establece las retenciones. Y aparece como una cosa muy parcializada, faltaban (y faltan aún) dos o tres fases a mi juicio básicas que posiblemente aparezcan ahora en las mesas de negociaciones. Por ejemplo: Cómo se distribuye la renta al interior de la cadena. Acá quedó opacado por la protesta, pero nada se discute sobre los monopolios exportadores que se quedan con una parte sustancial de la renta, donde una de las soluciones podría ser la instauración de Juntas Reguladoras como existió la Junta Nacional de Granos en su momento, aunque a algunos les suene antiguo. Pero es la manera de no darle esa gran parte de la renta a un sector que no aporta nada en materia productiva. Tampoco se dice nada de las grandes cadenas que manejan todo lo que es insumos, semillas, fertilizantes, etc. Que tienen precios exhorbitantes y se llevan un gran porcentaje de los costos. Otros punto podrían ser los costos del transporte que bien podrían abaratarse notablemente si se reactivara el ferrocarril. Son decisiones de políticas públicas: Una cosa es decidir un crédito multimillonario para un tren bala y otra muy distinta sería tomar un crédito para el desarrollo de un sistema ferroviario regional de cargas y pasajeros también. Esto último aliviaría a las economías regionales que tienen un gran costo de transporte hacia los puertos.
-¿Cuál es su opinión sobre lo que introdujo el gobernador Hermes Binner en la discusión. Esto de que las provincias agrícolas y ganaderas como Santa Fe puedan estar sentadas en un Consejo Federal para decidir políticas en la materia, como lo hacen las provincias petroleras, por ejemplo, que tienen sus regalías?
-Bueno, en principio hay un diferencia. Las regalías van directamente aplicadas a los recursos naturales como el petróleo, la minería, etc. Digamos, no es el caso de la agricultura ni la ganadería, ni la lechería. Pero lo cierto es que hay cosas para discutir desde las provincias, por supuesto. Si uno mira el caso de Córdoba la relación entre retenciones y lo que recibe de coparticipación es de 1,8. Es decir, aporta 1,80 y recibe 1. El caso de Santa Fe está misma relación está en 1,50 a 1. Esta provincia aporta vía retención 2.200 millones y recibe vía coparticipación 1.500 millones, es decir que en términos netos aporta 700 millones. Entonces, en esta última medida si el gobierno hubiera dicho -para evitar que lo tilden de fiscalista- de este incremento de las retenciones se devuelve a las provincias en orden o en proporción los aportes que contribuyen, hubiera sido otra cosa. En el caso de Santa Fe hubiera sido proporcional a casi el 21,5% de retenciones que aporta. Aquí podría redistribuirse en caminos, puentes, accesos a los puertos, etc.
-Pero ahí habría que empezar a habilitar una cuestión pendiente que es una nueva coparticipación federal..
-Claro, ahí no se avanzó en nada. Y ahora que el Estado maneja una masa enorme de recursos sería el momento oportuno rediscutir un sistema de coparticipación porque la gente ahora piensa en gran medida que los aportes del interior -por ejemplo- se manejan discrecionalmente para los subsidios del transporte en capital federal y el gran Buenos Aires. Desde ese punto de vista yo comparto que las provincias tienen intervenir en esta discusión.
-También por estos días se escucharon proyectos de creación de un fondo especial, como en su momento surgió un Fondo del Conurbano Bonaerense, por ejemplo.
-Bueno, claro que es posible. Podría tratarse de un fondo que esté destinado a subsanar las distintas realidades productivas de los pequeños productores. En función de criterios que tendrían que ver con la escala de producción, es decir, tamaño de las explotaciones. Por razones de localización geográfica y por tipo de cultivo. Y en esa materia la asignatura pendiente es moderar la sojización porque tenemos 30 millones de hectáreas destinadas al cultivo de soja transgénica que ocupa la mitad del territorio cultivable y el 10% de la totalidad del territorio total. Y está convirtiendo a la Argentina de ser un productor de alimentos a un productor de forrajes para el mercado mundial. Esto pone en tela de juicio lo que muchos autores dan a conocer con el término de Soberanía Alimentaria. Entonces, esta detracción de retenciones a la soja bien podría destinarse al fomento de la lechería de la producción de carnes. Porque esa sojización no sólo pone en duda la estructura agraria en sí, sino el concepto de soberanía alimentaria por un lado y sustentabilidad económica por el otro.
-En la lechería hay subsidios pero los más importantes son para la industria, no para el productor.
-Hay un sector de intermediación parasitaria que se está quedando con la parte del león. Ahí es donde hay que operar, por eso decimos que en el interior de la cadena hay que verificar cómo se apropia la renta para saber dónde hay que subsidiar. Claramente, que acá está perjudicado el productor y hay sectores de la cadena que sin arriesgar nada están ganando mucho más. Esto también ocurre en el tema granos, aunque no en forma tan alevosa. Pero por ejemplo en manzanas y yerba mate, el productor recibe el 10% del precio de góndola, entonces ahí es donde hay que trabajar, se puede aumentar la rentabilidad el 100% sin que el precio se modifique, simplemente actuando sobre los eslabones parasitarios.
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