UNIVERSIDAD › ESTUDIAN LOS EFECTOS DE LA ORGANIZACIóN LABORAL DENTRO DE LAS FAMILIAS
El Servicio de Consultorio Externo de la Cátedra de Psiquiatría Niños de la Facultad de Medicina analiza los roles que toman las familias ante situaciones de desempleo, y cómo esa situación genera entornos de violencia en los niños.
Los cambios en las relaciones familiares a partir de las nuevas formas de organización laboral y su consecuencia en la salud de los niños y niñas es objeto de estudio de una investigación realizada en el Servicio de Consultorio Externo de la Cátedra de Psiquiatría Niños de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). "Analizamos las familias como una totalidad frente a esta situación y pudimos evidenciar un aumento de la violencia familiar, una frustración en el padre frente al desempleo, una sobrecarga de trabajo en la mujer y el abandono del estudio por parte de los hijos mayores que comienzan a salir a trabajar", contaron las investigadoras Alicia GonzálezSaibene, Liliana Baumann, Silvia Bacci, Blanca Bollati y Leonor Rodríguez. Los resultados de este estudio interdisciplinario contribuyeron a la implementación de nuevas estrategias de atención en el Servicio, posibilitando la incorporación de una visión más amplia de las intervenciones en Salud Mental.
A través de distintas profesiones y miradas, las especialistas desarrollan su línea de estudio, que lleva ya más de 14 años, basada en la concepción de la familia como una organización social que se transforma para adaptarse a los cambios sociales. "En cada época sus valores se renuevan y aparecen nuevas formas de vida familiar para hacer frente a los desafíos que le presenta el contexto socioeconómico actual", indicaron las investigadoras.
"En la sala de espera del Servicio, a principio del 2000, los niños comenzaron a llegar a las consultas acompañados por sus padres cuando normalmente la mamá es la que se ocupa de la salud de los niños", explicó Baumann, pediatra y psiquiatra infanto juvenil y doctora en Medicina, acerca del disparador inicial para investigar la temática.
Ante este panorama, las investigadoras se preguntaron por qué sucedía este cambio. "En la historia clínica aparecía que el papá había perdido el empleo y que la mamá tenía que salir a trabajar para sostener el hogar", detallaron las especialistas.
En base a un estudio cualitativo, las investigadoras estudiaron los diferentes roles que ocupan la mujer, el hombre y los niños en esta nueva situación familiar. Para ello, se indagó a 215 familias, muchas de las cuales habían sufrido algún movimiento con respecto a su actividad laboral. En esta categoría se incluyó: pérdida del empleo del padre, disminución de la entrada familiar (por supresión de horas extras, suspensión transitoria de le jornada laboral, por reducción de horas de trabajo), salida laboral de la madre (como forma de incrementar el ingreso familiar o sustituir el ingreso del padre), salida laboral de los hijos (como forma de incrementar el ingreso familiar o sustituír el ingreso de los padres) y pérdida del empleo de la madre.
Dentro de los pacientes consultantes, había un predominio de varones en edades más tempranas y mujeres en la adolescencia que llegaban al Servicio derivados preferentemente por las instituciones escolares. Los estudios revelaron que en las mujeres analizadas, profesionales entre 40 y 50 años, se mantiene la representación sociocultural histórica del rol de la mujer, que no sólo realiza las tareas del hogar sino que ahora sale a trabajar. "Se advierte una menor permanencia de la mujer en su hogar, lo que ocasiona una modificación de la organización familiar que se mantenía previamente. Es también para ellas una sobrecarga de responsabilidades y trabajo, ya que continúan con las tareas de su propio hogar cuando regresan. Por todo ello es que la mujer se siente agobiada física y mentalmente", puntualizó Bacci, doctora en Psicología y Master en Género.
Bollati, quien se encargó de analizar la masculinidad, explicó que "a través de preguntas, evidenciamos que el hombre pasaba a realizar tareas de la casa, a ocuparse de los niños y que se había quedado sin trabajo y obra social", sostuvo la investigadora. Según la especialista, doctora en Trabajo Social y master en Salud Mental, el impacto del desempleo en el hombre varía según las edades: "Entre 35 y 40 años se adapta rápidamente a la situación, reconociéndola como producto de la circunstancia. Sin embargo, de 45 años en adelante entra fácilmente en la depresión, la frustración, porque tiene la concepción de que él es el proveedor económico y sostén de la familia. La desvalorización de la figura paterna conduce a una alteración de la dinámica familiar y esto trae como consecuencia un aumento de las disfunciones familiares, lo que repercute en los hijos como miembros más vulnerables del sistema familiar".
El otro eje de análisis fue la manera en que esta nueva organización interna influyó en los niños. Para ello analizaron a familias que habían perdido trabajo y a las que no, familias disfuncionales, monoparentales y divorciados. "Como resultado de esta comparación se vio que esas familias disfuncionales tenían síntomas en los niños, siendo frecuentes las consultas por trastornos por ansiedad, como miedos desmedidos que no tienen motivos específicos, terrores nocturnos, trastornos de conducta agresivo en la escuela con sus pares y docentes, con sus padres y hasta intentos de suicidios", remarcó Baumann, quien al realizar el comparativo entre familias, remarcó que se veía que los niños de familias sin pérdida de empleo no presentaban generalmente ningún trastorno agudo.
Siguiendo con la línea de análisis, hoy las docentes e investigadoras abordan la temática de la agresividad, una de las cosultas que se ven a menudo en el Servicio y por lo cual fueron solicitadas como asesoras por parte de varias escuelas de la ciudad y alrededores. "Hay que profundizar en los cambios que se producen a nivel social que generan actitudes de violencia en adultos y chicos. El eje es pensar en las relaciones violentas y que se reproducen en las acciones de los chicos", opinó GonzálezSaibene, Psicóloga y Trabajadora social y doctora en Psicología.
Para la investigadora, la distribución de las drogas, permitidas y no, y su uso son formas de violencia. "La droga es un efecto de la violencia. Las jueces de menores que investigan las características de los chicos que tienen causas penales dicen que el 100 por ciento de los mismos tienen adicciones. Acá hay una situación que no podemos asignar sólo a los chicos sino al conjunto de las relaciones sociales", agregó.
En el mismo sentido, Baumann expresó: "Muchos chicos llegan derivados de otros centros asistenciales y todos tienen algún contacto con las drogas. El tema es que cuando se analiza a la familia, contexto de este chico que sufre algún trastorno, descubre que la mamá está en el penal de mujeres, el hermano preso por homicidio y entonces se hace difícil encontrar una contención familiar para evitar que el chico vuelva a reincidir".
Los resultados de la investigación contribuyeron a la implementación de nuevas estrategias de atención en el Servicio, lo que posibilitó la incorporación de una visión más amplia de las intervenciones en Salud Mental. "Escuchar la voz de los hijos, por quien los padres demandan la consulta, nos permite el desarrollo de programas de intervención que, sin dejar de lado la singularidad y respetando la individualidad, se pueda asistir a estas familias que demandan ayuda y prevenir, desde las instituciones de salud, perturbaciones psíquicas y físicas que pongan en peligro su subsistencia", concluyeron las profesionales.
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