Lun 21.11.2005
rosario

CIUDAD › QUEJA DE CONSTRUCTORES POR LA SUSPENSION DE HABILITACIONES EN EL BARRIO PICHINCHA

El municipio primero quiere tener un plan claro

El emblemático barrio de la historia prostibularia de Rosario es hoy
un área elegida para hacer fuertes inversiones en nuevas torres de
edificios que reemplacen a las viejas casonas. Pero el municipio frenó
los permisos para construir hasta tanto termine un plan integral para
Pichincha. Desde el Colegio de Arquitectos y la Cámara de la
Construcción dijeron que "algunos quieren que la zona siga siendo un tugurio".

› Por José Maggi

Dos visiones de la Rosario futura se enfrentan por estos días en un campo de batalla muy particular: Pichincha. El que fuera un barrio prostibulario es hoy terreno elegido por el "lobby del cemento" para hacer negocios. Su ímpetu sin embargo fue frenado por el municipio con una suspensión de los permisos de edificación por seis meses, mientras se discute la normativa que dará forma al barrio. La zona es pensada por algunos como un lugar de casas bajas y pequeños edificios de no más de dos pisos, como se animaron a esbozar desde la secretaria de Planeamiento. Pero el simple rumor disparó la reacción del lobby que impedido de construir enormes torres agitó el fantasma de la fuga de inversiones ante el propio intendente Miguel Lifschitz. "Un ingeniero que entendió el reclamo", según confesó el propio presidente del Colegio de Arquitectos Emilio Farruggia quien criticó de paso el funcionamiento de la Oficina de Preservación del Patrimonio Histórico y a "los que pretenden que Pichincha siga siendo un tugurio". En la arena de la discusión fue arrojada nada menos que Mirta Levin -quien no estuvo en la reunión- como responsable de Planeamiento, y cerebro de la reforma. "Hay que abrir la discusión porque sino la ciudad está encapsulada entre las paredes de la Secretaría de Planeamiento", disparó Farruggia, recordando que en Rosario se están construyendo 250 edificios que significan unos 50 mil metros cuadrados de nueva construcción, es decir unos 50 millones de pesos de inversión. La pulseada recién empieza, y su resultado marcará a fuego a la ciudad. El lobby constructor se ha hecho escuchar. Los rosarinos tienen la palabra.

En rigor "el lobby constructor" estuvo representado por el titular Cámara Argentina de la Construcción el arquitecto Vitalio Giordano, el de la Asociación Empresaria de la Vivienda de Rosario -que nuclea a todos los inversores del sector- el arquitecto Hugo Boselli, además del propio Farruggia por el Colegio de Arquitectos, Marcelo Crer por los Ingenieros Civiles, y Néstor Cina y Miguel Rubbo por los Técnicos Constructores.

Justamente el presidente del Colegio de Arquitectos explicó a Rosario/12 los motivos de la reunión. "Hay un malestar importante entre las entidades. El tema es que no hay un punto en cuestión sino varias cosas. Una es el tratamiento de la cuestión de expedientes, que es un tema histórico pero que ahora se ha pronunciado. En el distrito centro llevar un expediente es una verdadera tortura, puede llevar seis meses. La primera corrección puede tardar 45 días, y nuestro Colegio tramita 300 expedientes por mes. Además se evidencia la dificultad en la interpretación del reglamento de edificación, que es grande. Son problemas relacionados al trámite del expediente propiamente dicho". "Y también –agrega- hay cosas vinculadas por ejemplo a la creación del Programa de Preservación del Patrimonio, que ha promovido muchos problemas a muchos colegas que han tenido que pasar por esta oficina. Personalmente padecí un expediente primario, mínimo y elemental que me llevó un año y medio y no era una construcción que estaba catalogada. Lo cierto es que con esta oficina sólo sabes cuando entrás, pero nunca cuando salís. Hoy por ejemplo los colegas que están reformando La Favorita sufren un calvario. Y hay otros colegas que empezaron a sufrir cuando apareció lo de Pichincha y bulevar Oroño, con algunos expedientes en marcha, lo que terminó de rebasar el vaso. Y no es porque uno no quiera la Oficina de Patrimonio ni quiera volver a la década del 70, sino porque te crea una inseguridad muy grande. De pronto se cerró Pichincha y no se hace más nada de un día para el otro. Por ejemplo un grupo francés vino por un hotel en ese barrio y que con esta ordenanza aplicada hace más de un mes por la cual por seis meses no te dan permisos de edificación, frenaron todo. Es como que se va sumando un papel sobre el otro. Antes lo hablamos con Planeamiento y le dijimos que había que escuchar a nuestra gente y finalmente fuimos a hablar directamente con el intendente".

Para Farruggia la reunión "fue buena porque Miguel es ingeniero y sabe de lo que estamos hablando. Nos escuchó, tomo nota delante de Eduardo González el director de Obras Particulares con quien prometió mejorar el trámite de expedientes. Es más le pedimos crear una mesa de discusión para ver estos temas tanto en la gestión urbana como de expedientes, asi que en pocos días vamos a tener una nueva reunión. La verdad nos generó una buena expectativa", confiesa Farruggia.

Para el presidente del Colegio de Arquitectos la situación es muy clara. "La ciudad ha desplazado sus centros territoriales. En los 70 y los 80 fue avenida Pellegrini, Barrrio Martin, avenida Libertad y ahora se ha trasladado a la zona de Puerto Norte y Pichincha y Refinería, la atención inversora está dirigida a ese sector y esto es una tendencia que debemos mirar. Hoy la zona de Dorrego Salta, Catamarca , Rivadavia tiene nuevos valores. Y Pichincha es el barrio donde se arrima la inversión. Paralelamente hay interés de rescatar cierta cosas, que son discutibles porque Pichincha no es un sitio de mucho valor histórico. En todo caso es un lugar de memoria donde algunas calles son buenas y otras no tanto. Es para hablarlo no para confrontar. Hay mucho conventillo, hay mucha cosas vieja que no tiene valor asi que de pronto querer crear un proyecto en ese barrio nos parece que por lo menos hay que hablarlo.

Lo que planteamos es abrir la discusión porque lo que se rumorea es malo: que solo se va a poder construir planta baja y dos pisos, hasta diez metros. Y con esta altura lo que se va a poder hacer es solo una renovación residencial. Porque se van a demoler casas y se van a hacer nuevas casas ya que con diez metros de alto es muy improbable que haya inversores que vean el negocio", sentenció Farrugia.

"Y si esto no tiene cierto estímulo sobre todo para la parte de tugurio que tiene, Pichincha no se renueva. Entonces es como paradójico lo que va pasar. Hay calles tuguriosas como Callao, y esto sin análisis científico, lo ve todo el mundo que está en el negocio. Y entiende que la cantidad reservada de manzanas es excesiva. Eso es de bulevar Oroño a avenida Francia y desde Tucumán al río. La cantidad es enorme y sin animo de confrontar, pero hay que decir que hay que parar con esto", sostiene el arquitecto.

-¿Cuál es el punto de equilibrio entre el fenómeno de generación de empleo que significa la construcción y la preservación del patrimonio histórico y el interés de todos los vecinos?

-No hay una fórmula, y es un tema de gestión y de política urbana, de astucia y de talento. Rosario no tiene como las ciudades europeas un casco histórico, sino valores individuales. Así, un vecino de Rosario tiene una propiedad declarada de interés histórico y no la puede tocar ni vender, porque quien la compraría sino puede reformarla, con lo cual se transforma en una porquería. A su vez a la de al lado se la puede vender, y te terminan construyendo un edificio y la arruinaron. Así que es complejo. Al vecino que le marcamos una propiedad como histórica hay que compensarlo. No dejarlo solo. Por eso hay que trabajar por zonas históricas, por calles y manzanas, incluso liberando algunas propiedades, En Pichincha podríamos elegir calles como Jujuy, pero liberando Callao, por ejemplo.

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