El intendente de Rosario, Miguel Lifchitz intentó poner paños fríos en medio de la catarsis de sus colegas del Frente para la Victoria ante el desafío del lockout del campo al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. "El conflicto ya ha llegado a las grandes ciudades después de las manifestaciones que hubo en las últimas horas. El problema se va a extendiendo a distintos sectores de la población con consecuencias que pueden ser impredecibles. Y los que hemos visto en la Argentina otras situaciones conflictivas sabemos que pueden terminar en lugares donde nadie quisiera que terminen", dijo Lifchitz.

"Está claro que lo que se ha producido ahora no es el resultado de una medida inconsulta o apresurada, sino que es una sucesión de situaciones que tienen que ver con el fondo de las políticas y también con las formas como esas políticas se plantean. El sentimiento del sector agropecuario de no sentirse escuchado, no ser parte, bueno, me parece que esto ha eclosionado en este reguero de autoconvocados y de movimientos que se han diseminado por toda la Argentina y fundamentalmente en nuestra provincia".

"La situación nuestra es muy compleja porque tenemos una responsabilidad institucional, el gobernador y cada uno de nosotros", explicó el intendente. "Tenemos que interpretar la situación de los productores, pero también del otro lado está el gobierno nacional que ha sido electo por la voluntad democrática de los argentinos hace muy pocos meses atrás. Por lo tanto, tenemos que encontrar un camino, algún espacio, que permita resolver el conflicto sin que haya ganadores ni perdedores porque no sería bueno, no sería justo, que fueran derrotados en sus aspiraciones los productores agropecuarios, pero tampoco sería bueno para la institucionalidad de la Argentina que esto termine en una crisis institucional".