La muerte de Tatiana Agüero, la niña de 8 años que fue hallada sin vida y con signos de violación en el Bosque de los Constituyentes, es una nueva confirmación sobre la vulnerabilidad de las niñas de los sectores populares. Según se supo ayer la nena fue vista por última vez con un vecino de 22 años que está detenido y es hasta ahora el principal sospechoso. Fuentes judiciales informaron que el joven había salido de la cárcel bajo libertad asistida y nunca regresó. Por su parte el juez de instrucción n° 11, Hernan Posman, confirmó a Rosario/12 que lo indagará hoy, mientras que al padrastro de la víctima, también detenido, se lo someterá a una serie de medidas probatorias que incluyen la comparación entre su ADN y el material orgánico encontrado en el cuerpo de la niña. En función del resultado de esas pruebas, el hombre podría quedar en libertad.

La autopsia ratificó que la niña había sido abusada sexualmente, pero su caso se enmarca en un contexto de desprotección y violencia al que muchas nenas se ven sometidas. Las estadísticas de la comisaría de la mujer son escalofriantes y dan cuenta de que en Rosario cada mes unos 70 niños denuncian ser víctimas de abusos sexuales. Entre las estadísticas de la comisaría de la mujer aparece un dato espeluznante, en el transcurso de este año, la víctima de abuso sexual más pequeña tenía sólo 1 año y 4 meses. De ese total, el 75 por ciento son niñas y en el 95 por ciento de los casos los abusadores están en el entorno más cercano: amigos, familiares y vecinos.

Esa descripción encaja con la historia particular de Tatiana Agüero. En este caso, los dos sospechosos de la violación y homicidio integran su entorno. Según fuentes policiales, Tatiana estaba al cuidado de su hermana en inmediaciones de Sorrento y Cullen cuando fue a la casa de una amiguita de tres años para jugar, era la tercera vez que visitaba a esa familia y a la luz de las investigaciones allí permaneció largo rato hasta que desapareció. Es precisamente el padre de esa nena, un joven de 22 años con antecedentes penales por robo, a quien ahora apuntan todas las hipótesis.

La muerte de Tatiana es estremecedora, y también hace visible que los derechos de los chicos que viven en un contexto de pobreza estructural son los más fácilmente vulnerados. El área de la Niñez que depende de la Municipalidad atiende actualmente unos 450 casos de chicos cuya salud, educación o integridad física están en riesgo. De ese total un 10 por ciento han sido abusados sexualmente.

"En más de la mitad de esos hogares no hay un adulto que se haga responsable de los niños. Por otra parte se ven cada vez más mujeres solas al frente de su familia: madres o abuelas a las que todo se les hace cuesta arriba", explicó Andrea Travaini, directora del Área de la Niñez. De hecho, tras la separación de su última pareja, la mamá fue a vivir con sus cuatro hijos al club San José, en Magallanes y Casilda, junto a un grupo de vecinos sin techo que ocupó las instalaciones.

En Ludueña, el barrio donde vivía Tatiana junto a su familia hay dos equipos interdisciplinarios de la provincia y de la Municipalidad trabajando en conjunto para detectar e intervenir en situaciones de riesgo, sumados a las organizaciones sociales ya existentes. Una de ellas, Desde el pie, funciona en Ludueña desde hace 10 años y su coordinadora, María Suárez contó cuál es el denominador común de los casos con los que trabajan: "Hay muchos chicos que viven maltratos muy graves, y lamentablemente se acostumbran a eso. La violencia está legitimada como forma de descarga sobre los más débiles, por eso es necesario crear una red de protección que los contenga. Pero está claro que las respuestas que se están dando no son las adecuadas".