Lun 30.03.2009
rosario

CIUDAD › RECLAMOS DE LA COMUNIDAD DE LA úNICA ESCUELA RURAL DE ROSARIO

Peligros de ir a la escuela

La mayoría de lo alumnos de la primaria caminan 30 cuadras cada día para llegar. En épocas de cosecha, van entre camiones. Piden una línea de colectivo, pero el municipio lo descarta. También solicitan una bicisenda para reducir los riesgos.

Por increíble que parezca, a sólo cinco cuadras de la Circunvalación, por calle Uriburu, existe un mundo diferente. Allí, la mayoría de los chicos que asisten a la escuela no conocen la peatonal, porque nunca fueron al centro y los índices de analfabetismo en adultos jóvenes son altos. con la intención de quebrar ese modelo, los 60 alumnos de la escuela rural n° 6379 Domingo Silva caminan todas las mañanas entre 20 y 40 cuadras para poder estudiar. Desde hace tiempo exigen una línea de transporte público, o al menos una bicisenda que les permita transitar el tramo de Uriburu que va desde Avenida Las Palmeras hasta la escuela sin arriesgar su vida. "No hay un cartel de señalización vial que identifique la presencia de una institución educativa, ni un lomo de burro para que los vehículos disminuyan la velocidad y nuestros alumnos vienen caminando por la banquina. Además, durante la cosecha ese tramo se llena de camiones que van a descargar a Terminal 6 y los chicos tienen que andar entre los acoplados. Hablamos con autoridades provinciales y municipales, pero no nos dan respuesta. Tenemos miedo de que ocurra un accidente", relató a Rosario/12 Estela Caminada, directora de la institución.

La 6379 es la única escuela rural que pertenece a la ciudad de Rosario, funciona desde hace 57 años. Allí asisten unos 60 alumnos a la escuela primaria y desde este año hay 30 más que cursan estudios secundarios. La mayoría proviene de Barrio El Fachinal, ubicado en el límite entre Pérez y Rosario, a unas treinta cuadras de la institución. Se trata de una barriada pobre construida sobre terrenos fiscales en el que las familias, incluidos los niños, trabajan recogiendo frutas en las quintas que rodean al predio. La recolección de kiwi, duraznos, manzanas y en algunos casos flores, es su única fuente de ingreso.

Para llegar a la escuela, los chicos deben andar varias cuadras por un camino de tierra hasta calle Uriburu, luego en medio de la oscuridad matutina comienzan a transitar en fila india sobre la banquina los tres kilómetros restantes. Damaris Toloza tiene 13 años y vive en El Fachinal. Ella explica: "A mi barrio no entran remises ni ambulancias, para todo hay que caminar. Cuando llueve no podemos venir a la escuela porque nos embarramos. Todo se llena de agua, a veces nuestras casas también. Me gustaría que un colectivo nos traiga porque yo quiero estudiar. Quiero ser locutora", proyecta. Damaris sigue contando: "Venir a la escuela es un peligro, sobre todo para los más chiquitos que vienen jugando mientras los autos por Uriburu pasan a toda velocidad. Además temprano por la mañana es de noche y la calle no está iluminada. Yo quisiera que nos ayuden y haya transporte", pide con la esperanza de que alguien la escuche. Otros alumnos, los menos, cuentan con bicicletas, pero tampoco hay una bicisenda que les permita pedalear sin riesgos.

La directora relata que los padres de sus alumnos "en su mayoría son personas que no saben ni leer ni escribir". Por eso considera que es importante ayudar a esta nueva generación de niños a continuar sus estudios. "Muchos de ellos ni siquiera conocen el centro de Rosario. La escuela es prácticamente el único lugar donde pueden sociabilizarse y por eso llegan contentos. Salvo por lluvia, no faltan pese a todo el esfuerzo que tienen que hacer", relata. Es que vivir en ese lugar es difícil. El colectivo más cercano pasa por Avellaneda y Uriburu, a unas 35 cuadras del barrio y a esa misma distancia queda el centro de salud. "Lamentablemente están acostumbrados a caminar para todo, es parte de su vida, pero mi gran preocupación es durante la cosecha. Tanto Uriburu como Las Palmeras se llenan de camiones y los chicos corren más riesgos", relata Caminada.

La angustia de la comunidad educativa se acentúa por estos días, cuando las terminales aguardan un aluvión de transportes de cargas en las terminales portuarias, tras la finalización del paro del campo.

Mientras, las historias llegan desde distintas latitudes al Bajo Hondo, pero todas se parecen. Ivana Igarza tiene 12 años y es hija de una familia de recolectores informales. Vive en Barrio Control, ubicado en Avenida Presidente Perón y Las Palmeras. Ella también desde los cinco años camina unas 25 cuadras para llegar a la escuela pero en tiempo de cosecha debe faltar: "El camino está lleno de camioneros que nos dicen cosas feas a las chicas. Me da miedo y esos días no vengo", relata. "Me gustaría que haya un colectivo para nosotros", repite con un dejo de esperanza. Y antes de irse caminando por el asfalto al rayo del sol junto a sus compañeros, asegura que cuando crezca va a ser abogada.

"Primero pedimos que señalicen con carteles viales la presencia de esta escuela, pero además que construyan una bicisenda para que nuestros alumnos puedan llegar. Lo ideal sería un transporte como el que tienen los chicos de la escuela secundaria. El Ministerio de Educación ha hecho un esfuerzo para que ellos no caminen y está muy bien. Pero mientras tanto hay chiquitos de cuatro años que recorren 40 cuadras todas las mañanas", disparó Caminada.

Por insólito que parezca, arribar a una solución es complicado por una cuestión de jurisdicción: la calle Uriburu a esa altura fue pavimentada con fondos provinciales pero el mantenimiento lo lleva a cabo el municipio de Rosario. De manera que en los tres últimos años los funcionarios provinciales argumentaron que tanto la construcción de una bicisenda como la señalización corresponden a la municipalidad. Y, según explican los docentes, el municipio sostiene que esa es una labor del estado provincial.

De todas formas, consultado por este diario el Ministro de Obras Públicas de la provincia, Hugo Storero, aseguró que "tanto la construcción de una bicisenda como la señalización es viable porque no sólo favorecería a la escuela sino también a los vecinos de la comunidad. Incluso si se considera que está dentro del ejido urbano se podría hacer un acuerdo con la municipalidad". Con esas palabras, se abrió una luz de esperanza para la comunidad educativa de la Domingo Silva.

Por su parte, el intendente Miguel Lifschitz descartó de plano la posibilidad de que una línea de transporte urbano pueda llegar al Barrio. "Por ahora es absolutamente inviable porque son muy pocas familias. La única posibilidad es que el Ministerio de Educación provea un colectivo escolar", aseguró. Mientras tanto los alumnos de la escuela Domingo Silva seguirán caminando todas las mañanas. Esperando una solución que les permita aprender sin tener que arriesgar sus vidas.

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