Mar 05.01.2010
rosario

CIUDAD › LOS HABITANTES DEL MANGRULLO VIVEN CON ANGUSTIA LA CRECIDA DEL RíO

El Paraná se metió en algunas casas

El nivel del agua superó ayer los 5 metros, pero desde Defensa Civil asegura que aún falta para que sean necesarias evacuaciones masivas. En el barrio del sur, hay autoevacuaciones, pero muchos se quedan a cuidar sus pertenencias.

› Por Evelyn Arach

Alejandro Alonso, su mujer Nadia y su pequeña hija de siete meses viven desde hace días bajo los pilotes de una arenera emplazada en Barrio El Mangrullo. La crecida del río les inundó casi por completo la casilla de chapa ubicada sobre el brazo seco del río Paraná. "De un día para otro llegó el agua y me quedé sin nada. Perdí la heladera, el ropero y casi toda la ropa", contó a Rosario/12 este pescador de 23 años con desazón y bronca. En total, son 25 las familias en riesgo debido a la crecida del río, que supera los cinco metros de altura. La mayoría ha puesto terraplenes y bolsas de arena, pero el agua está demasiado cerca. Aunque desde Defensa Civil afirman que aún "falta mucho" para que llegue la inundación, en el barrio hay mucha angustia.

"Mire, la pared está toda rajada y el lavadero a punto de derrumbarse, pero nosotros no nos vamos porque tenemos miedo de que nos roben lo poquito que tenemos", dijo Nidia Molina, señalando una pared de ladrillos profundamente agrietada, que está en la habitación donde duermen ella y sus dos nietas. Pese al peligro, la mujer, que se dedica a buscar y vender lombrices, no quiere dejar el barrio.

La subsecretaria de Promoción Social Andrea Travaini recorrió el área y confirmó que prácticamente nadie se mostró dispuesto abandonar su casa. Y la mayoría de los que se autoevacuaron están alojados en la vivienda de algún familiar. Como Marcela, otra joven de 17 años, que carga un bebé en brazos. "El agua llegó y mi ranchito está por caerse, estoy viviendo en la casa de mi mamá", contó afligida.

Por su parte, el titular de Defensa civil Raúl Rainone sostuvo que son sólo cuatro las viviendas a las que ya les entró agua. "Son construcciones recientes, que se hicieron durante la bajante del río y ahora no pueden resistir. El año pasado hubo un margen de tierra seca que tentó a algunas familias sin recursos a asentarse allí con viviendas precarias que ahora inevitablemente serán llevadas por el agua", explicó. Todas están ubicadas sobre el llamado brazo seco del río Paraná, que dejó de ser seco hace tres semanas, cuando la crecida se hizo presente.

De todas maneras, los especialistas en ingeniería hidráulica sostienen que "aún queda una tregua de 40 centímetros para hablar de anegamientos masivos". Para prevenir la situación unas tres bombas extractoras trabajan en el lugar y podrían sumarse otras tres si la suba continúa, tal cual está previsto.

Por su parte, los médicos del centro asistencial del Mangrullo realizan operativos de prevención de enfermedades. "Les pedimos a todos los que tienen bebés menores de seis meses que los evacuen y les busquen un lugar porque en caso de inundación los chicos están siempre más expuestos. Estamos atentos porque si llega la crecida es necesario hacer profilaxis con los menores de cinco años que no estén vacunados y entregar antibióticos contra la leptospirosis", explicó la pediatra Paula Graziani. Dada la cantidad de niños que viven en el barrio, es imprescindible que los vecinos sigan las indicaciones de los profesionales para prevenir patologías.

El Mangrullo es un barrio ubicado en la zona sur de la ciudad, sobre una cortada que lleva ese nombre. La mayoría de los habitantes son pescadores de bajos recursos. También hay mujeres y jóvenes que sobreviven haciendo changas. Muchos de ellos están habituados a las amenazas del río, que aparece indomable frente a sus casas y lo viven con menos desesperación. "Vamos levantando los muebles, poniendo la ropa en bolsas y trasladando a los chicos, por las dudas", explicó Matilde, de unos 60 años. A otros los embarga la desolación de tener el Paraná en el patio de su casa. "¿Que va a pasar con esto? Si el agua sigue subiendo estamos todos sonados, no podemos hacer nada. Tratamos de defendernos con bolsas de arena", afirmó con desazón Mabel Muñoz, madre de dos hijos.

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