Dom 09.05.2010
rosario

CIUDAD › LA TRAMA DE LA INVESTIGACIóN SOBRE ABUSOS EN EL HOGAR DEL HUéRFANO

Sospechas y mentiras en un mundo de niños-objeto

Rosario/12 habló con una de las psicólogas despedidas del hogar tras denunciar situaciones irregulares. Y también con una chica que pasó 14 años en la institución. Ya en 2001 se había radicado una causa en la justicia por corrupción de menores.

› Por Alicia Simeoni

Una causa por el presunto delito de corrupción de menores en el Hogar del Huérfano, que se abrió en la Justicia de Instrucción de Rosario en 2001 y que no trascendió, es el antecedente más importante de lo que ocurre en estos días cuando la institución, un ícono del modelo del patronato, debe ser investigada por nuevos testimonios que dan cuenta de lo peor de la concepción del niño objeto, ésa que lo pone como destinatario de maltratos físicos, psicológicos y también como víctima de abusos. En diciembre del año pasado un grupo de profesionales del Hogar, tres de ellas despedidas justamente en represalia por sus testimonios, elevaron a la Dirección de Promoción y Protección de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia, un informe conteniendo el pedido de que se investiguen irregularidades como las recién nombradas. La sola mención de un dato da cuenta de la gravedad de la situación institucional, ya que en el 2001 el preceptor denunciado en la Justicia, junto a otra empleada es, se presume, el mismo protagonista de los abusos que ejerció en perjuicio de varias chicas. Pasaron casi 9 años en los que la causa judicial no avanzó y el hombre que fue despedido del Hogar del Huérfano recién en febrero pasado permaneció, ufano e intocable, ante las sucesivas comisiones directivas de las damas de beneficencia. La psicóloga Silvia Lampugnani fue la primera en ser separada de su cargo, tres años atrás. Ella presentaba a las integrantes de la comisión, de manera continua, los informes con la reiteración de hechos violatorios de los derechos de la niñez. Ahora la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe denunció las situaciones de maltrato y la Defensoría del Pueblo tomó el testimonio de una joven que vivió en el Hogar y dio cuenta de los posibles abusos. Rosario/12 también habló con la chica y reproduce algunas de sus expresiones.

La psicóloga Silvia Lampugnani relató a este diario que en el 2001 una de las adolescentes había huido de la institución y que después recibió el testimonio de varias de sus compañeras "con relatos muy preocupantes que hacían presumir" que una mujer y un hombre, ambos empleados del HH, ofrecían a las chicas "actividades y relaciones" que podían encuadrarse en la corrupción de menores. La denuncia fue formulada ante la Justicia por la entonces presidenta del HH y actual concejala Laura Bertotto de Weskamp en una causa que quedó caratulada como una investigación por corrupción de menores y en la que estaban imputados los empleados MM. Y OG. La mujer fue despedida de inmediato pero el hombre, un preceptor, continuó prestando servicios para el Hogar y es la misma persona que aparece ligado a las hechos por los que ahora se pide investigación y, en definitiva, el cambio de las políticas que se aplican en el que es el mayor espacio de concentración de ninos, niñas y adolescentes allí alojados a partir de distintas situaciones generadas en la pobreza y la exclusión.

"Los relatos de las niñas daban cuenta que cuando salían encontraban al preceptor en el mismo sitio al que las llevaba MM. Algunas hablaban de 'bailes' y otras en cambio no querían precisar el lugar al que iban, aunque también manifestaron que se sentían incómodas ante situaciones apremiantes por parte de los hombres que allí estaban. Además manifestaban que se consumía alcohol dentro de la institución", expresó Lampugnani como parte del relato que presentó hace casi 9 años en el Juzgado de Instrucción Nº 4 a cargo de Jorge Eldo Juárez. Algunas de las chicas le habían hecho saber que MM. había hecho ingresar un tatuador al Hogar, que no se conocía si se habían tomado las medidas sanitarias correspondientes y la empleada las trataba de 'cagonas' a quienes no querían grabarse el cuerpo. En la recolección de datos, Lampugnani conoció que en un viaje a Córdoba las salidas a bailar se repetían con el mismo personal y al poco tiempo de regresar de uno de esos paseos institucionales, una de las chicas dio a conocer que estaba embarazada. La empleada según los testimonios recogidos por quien era entonces psicóloga de la institución ,dan cuenta además, de que la mujer castigaba a las chicas dejándolas sin comer, las encerraba con llave en las habitaciones o bien dejaba a alguna durmiendo fuera de su sección y una de las adolescentes denunció que el preceptor le propuso tener relaciones sexuales". En otro capítulo el relato lleva a que la empleada "las mandaba con cartas de amor para que se las entreguen al preceptor OG." y en otro momento de las expresiones de las adolescentes aparecen los celos de la mujer hacia las niñas, y la utilización de los datos más privados que conoce de las chicas para desvalorizarlas y humillarlas respecto de sus relaciones familiares. Así Lampugnani señaló en la Justicia que les hablaba de padres borrachos y de hermanos adictos para no dejarlas salir. Además insistía en que nadie se preocupaba por lo que les pasara con excepción de ella misma.

La inmutabilidad de las damas

La psicóloga que fue echada en el 2007 y que es además docente en la carrera de posgrado de Especialización en Clínica Institucional y Comunitaria, había ingresado al Hogar del Huérfano en el año 1990 y narró a este diario que ya en el año 1993 se vio obligada a realizar un pedido de investigación ante la fiscalía de turno "por maltratos dentro de la institución y ante la inmutabilidad de las autoridades que fueron notificadas". El responsable era un preceptor de la sección varones una persona distinta de OG durante la gestión de Marcela Travella , que había hecho sangrar la nariz de un niño por golpes y colocaba una manta en el piso para que allí se acostara un chico y los demás lo castigaran. Después de la denuncia en fiscalía, Lampugnani expresó que comenzó una persecución y vigilancia hacia su trabajo y que se la presionaba para que no entrevistara ni trabajara con los padres de los chicos allí alojados. El derecho al desarrollo de la propia identidad, a mantener sus relaciones familiares, era permanentemente violentado.

En el mismo año 1995, ya en la gestión de Marta Garrone de Lagos -quien puso como director institucional a un ex militar, Ismael Mesías , se pudieron comprobar "irregularidades" de una de las preceptoras para con las adolescentes que tenía a cargo. En estos hechos también aparecía la figura de MM, quien era técnica superior en minoridad, como responsable de maltratos físicos y psicológicos que incluía el arrastrar a los niñas de los cabellos, meterlas debajo de la ducha con agua fría en invierno y utilizar la información de que disponía para degradarlas. Cada una de estas denuncias era presentada ante la comisión directiva de la Sociedad de Damas y en esa oportunidad -expresa la psicóloga Lampugnani , se inició un sumario en el que el único interrogado fue el personal denunciante.

El ciclo de Silvia Lampugnani en la institución terminó cuando desde finales de 2006 se denunció a "la actual comisión directiva", dice, una serie de situaciones de violencia corporal y verbal que "lejos de tener un tratamiento institucional, fueron desmentidas, desvalorizadas y menoscabadas". Después ella y otra psicóloga, Eugenia de Loredo, una de las firmantes del último informe presentado hacia la Dirección provincial atendieron un caso grave, el de la crisis de una niña después de una intervención violenta por parte de una portera. Puesta en conocimiento la comisión directiva se repitió el mecanismo: dudas sobre el testimonio de las profesionales y de la chica.

Por último en 2007 ocurrió que una de las adolescentes quería salir, la portera no la dejó y la chica, desesperada, trató de salir por la ventana del primer piso. Cayó y se quebró el hombro: "Hice un informe a la comisión de damas que interpreta la realidad muy obscenamente, en lugar de acompañar los procesos de cada persona". Para este caso Lampugnani proponía "un acompañamiento o regulación de las salidas, pero no prohibición que es una invitación a la transgresión". ¿Qué hacía la chica? pregunta Rosario/12. "Buscaba a su madre, deambulaba con ella por allí porque en realidad huían ambas de un contexto familiar violento, luego volvió a buscar alimentos. Insistí en que no se la podía encerrar, en que no era la forma de tratarla y una tarde noche la dejan en la calle. Explico nuevamente que se trata de una persona que tiene muy pocas posibilidades en el afuera".

A través de un acta notarial en octubre de 2007 se despidió a la psicóloga Lampugnani: "Ni siquiera pude despedirme de los chicos y sólo se les dijo que yo había decidido no ir más", dijo. "Esto pudo haber sido leído como un nuevo abandono".

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