Pasadas las diez y media de la mañana no cabía nadie más en el patio cívico del Monumento a la Bandera. Allí, una empresa de transporte de pasajeros y Canal 5 habían montado junto con la Municipalidad de Rosario una pantalla led de seis metros por cuatro para que los rosarinos tuvieran una opción de ver juntos al seleccionado, tal como venía pasando en otras ciudades, aunque aquí la propuesta tecnológica sólo podía compararse con las grandes pantallas montadas en Buenos Aires. Todo hubiese sido perfecto para el festejo posterior porque el público ya estaba dispuesto en el epicentro de las grandes celebraciones históricas de la ciudad: El monumento a la Bandera. Todo era perfecto, digamos, hasta el tercero de Alemania. Para el cuarto la decepción ya se había llevado a una buena parte de la concurrencia.

Los vendedores ambulantes llegaron a hacer su diferencia con semejante convocatoria, pudieron ubicar hasta lo último de un producto que en los últimos días realmente escaseaba en Rosario: Camisetas, banderas y hasta vinchas de Argentina. Varios informes periodísticos habían dado cuenta de la escasa previsión de vendedores y "paqueteros" mayoristas a la hora de comprar tela celeste y blanca. Y claro, entre el 25 de mayo del Bicentenario, el 20 de Junio Día de la Bandera con la presidenta en Rosario, y el seleccionado de Diego Maradona, los colores patrios volaron y particularmente la camiseta de la selección -tanto las oficiales como las "alternativas"- se pagaban a un altísimo precio en las últimas horas.

El primer tiempo terminó cerca de las doce menos cuarto, y como los puestos de choripán venían tentando con su humito desde temprano, también fueron un éxito de venta ayer en las cercanías del monumento. Además, el 90 por ciento de los presentes estaba convencido de que el tempranero gol de Muller había sido sólo un accidente que iba a ser reparado por Argentina en un gran segundo tiempo. Incluso no faltó el que se acomodó lo más que pudo temiendo el alargue y los penales.

Pero nada de eso pasó. Vinieron dos goles más de Alemania y después el cuarto que se pareció más a un remate en la nuca de una víctima indefensa. El inmenso led mostraba el rostro desencajado de Diego mientras le daba instrucciones a Pastore que ingresaba para reemplazar a un Otamendi comprometido con las amarillas y las faltas. Aún sin el hight definition que se ofrecía en el monumento se podría haber notado el alma devastada de Messi que ni siquiera podía alzar los brazos para devolver el consuelo que le ofrecía Maradona en la mitad de la cancha. No hace falta tanto detalle televisivo para ver las lágrimas de la Fiera Rodríguez que sollozaba con los brazos en jarra sin poder comprender. La pucha que había mejorado Angelito Di María, había desequilibrado el flaquito en varias oportunidades. Los rostros más visibles de los exitosos hijos de esta ciudad que ayer se veían por pantalla gigante en el monumento y con la querida celeste y blanca pegada a la piel.

La fiesta no pudo ser y todos se marcharon en silencio, bajando despacito por Córdoba hasta la avenida Belgrano. Unos para irse a rumiar la bronca a sus casas y otros para aprovechar el solcito junto a la familia, para ver si aún había lugar para una sonrisa que fuera arrancada por una monería de los pibes. Las lágrimas de a poco iban lavando las mejillas pintadas con banderitas de las chicas que ahora llevaban el gorro arlequín de cuatro puntas enganchado en la cintura o colgado en la mochila. Como olvidado.