Lun 23.05.2011
rosario

CIUDAD › UNA RECORRIDA POR DISTINTAS ESCUELAS EN EL DEBUT DE LA BOLETA úNICA

"¡Estamos preparadas, estamos preparadas!"

El desconcierto se notaba en las caras más próximas al voto, que podían ver lo que hacían quienes estaban ante las urnas

› Por Leandro Arteaga

"¿La ayudo?" preguntó el policía; "No, no, no, ¡estamos preparadas, estamos preparadas!", respondió la mujer (¿maestra?) con un palo largo que anudaba en una de sus puntas un buen cuchillo. El destino eran los pasacalles que todavía decoraban el frente de la "John Kennedy" (Abanderado Grandoli y Gutiérrez), y allí estaba ella, provista de una lanza improvisada, trepada a la reja desde la que derribaba piolines y banderas plásticas.

Apenas una situación, un marco entre la catarata de comentarios que circulaban el mediodía de ayer. Por ejemplo, un grupo familiar salía riendo mientras uno de ellos (ella, con pinta de tía) decía: "Cuando hay mucha gente reunida es en los velorios o cuando se vota". El abanico disperso iba y venía alrededor de decires, de urgencia y curiosidad. Muchos esperaban al amigo, al familiar, o a la pareja. Los pasillos de techo bajo (muy bajo, bastante opresivos) de la escuela eran un laberinto. Colgaban todavía carteles con los rostros de los candidatos Domingo Sarmiento y Manuel Belgrano, testimonio de las elecciones simuladas con las que el Ministerio de Educación orientó a los futuros ciudadanos en el uso de la boleta única.

Pero también acompañaban las paredes los instructivos y los padrones, amén de algún insulto proferido a viva voz por un votante molesto. "Son todos corruptos", gritó, sin entenderse un motivo que le justificara. Sí se intuía que lo que había eran ganas de terminar rápido, de acuerdo con la misma promesa de la publicidad oficial. Ante esto, algunas consideraciones.

La mesa a la que se dirigió este cronista era la única con mucha gente, mientras otras tenían apenas cuatro o cinco personas en espera. O ninguna. Lo que equivalía a disgusto inmediato para todo el que se sumara a la hilera, con esa especie de lamento generalizado que se explica desde la fórmula fácil del "justo a mí". Pero, en verdad, la demora fue - para todos- muy corta. Es que, más allá de las ganas de votar rápido - o de concluir con lo que algunos entienden como un "trámite"- , había mucho de desconcierto mientras se esperaba. Como el del hombre que aseguró: "El problema es que ya tengo tres nacionalidades distintas en el documento". "¿Ah, sí? ¿Y en dónde viviste?", le preguntaron, a lo que respondió: "En Corrientes, en Entre Ríos, y ahora en Santa Fe".

El desconcierto, además, se notaba en las caras más próximas al voto, que podían ver antes que los demás lo que hacían quienes estaban ante las urnas. Lo que se veía era el trabajo de siempre, pero con boletas en grandes talonarios, con las que lidiaban las autoridades de mesa ante la mirada sorprendida de quienes asistían.

Pero la armonía con la que se desenvolvía, al menos esta espera, no era la que se percibía en una de las mesas de la escuela "Juana Elena Blanco" (Pasco 453). Allí sí que era largo y tortuoso el momento para el voto, mientras las demás mesas estaban vacías o con un mínimo de votantes. Hubo algo de lío, de discusiones, de quejas en voz alta porque, se argumentaba, no podía entenderse cómo "mientras en las demás mesas ingresan tres o cuatro personas, en ésta sólo lo hacemos de a uno por vez". "Es que no pueden dar abasto con las firmas", explicó alguien, sin demasiada convicción, en referencia a las autoridades de mesa.

Algo similar sucedía en la escuela "Rosario de Santa Fe" (República Arabe Unida al 2300), situación que los mismos votantes resolvieron rápida y eficazmente: al descubrir que había más boxes vacíos que los que habilitaban las autoridades de mesa, los ocuparon de manera imperativa y, habrá que decir, con la razón del reglamento de su parte.

No ha habido desconcierto respecto de cómo votar, aún cuando surgieran casos excepcionales, los cuales serán rápidamente redimidos en elecciones próximas. Así como también sucederá con lo ocurrido con algunas de las autoridades de mesa, quizá demoradas o alteradas ante una novedad que reviste de transparencia al proceso eleccionario. Más el plus que, habrá de subrayarse, significa votar entre hombres y mujeres, situación que expone y supera felizmente la herencia estúpida de un dogma autoritario y sexista.

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