Dom 20.05.2012
rosario

CIUDAD › EL EXPEDIENTE DE UN ASESINATO

Versiones del caso

"Rajá de acá, tomatelas", le habría dicho Fabián Casarini a Andrés Arduvino, el pibe de 23 años que entró a su estudio jurídico de Montevideo 1629, la madrugada del 8 de abril pasado, y salió minutos después con heridas que le provocarían la muerte. Aunque parte del relato de lo que sucedió esa noche se conoció a través de voces cercanas a la causa, Rosario/12 transcribe las versiones de los expedientes.

Casarini, de 32 años, dormía encerrado en su habitación al final del pasillo de una vivienda donde además tiene un estudio jurídico, cuando escuchó ruidos dentro de su casa. Sin encender las luces del cuarto, salió de la cama en pantalón de buzo, remera y medias; abrió la puerta y con la iluminación del corredor logró ver a un extraño. Aunque no entendía lo que observaba, pudo distinguir a un muchacho que se le fue encima y que empuñaba algo. El extraño era Andrés, quien le dijo a su novia que lo esperara en la esquina de Montevideo y Presidente Roca porque él iba a buscar una medicación conocida como Metadona a la casa del abogado. Casarini niega que así sea, y sostiene la versión del intento de robo, alegando que el intruso entró por una ventana, que según él estaba cerrada.

"Entra vos también, entra de una vez la puta madre, la concha de tu madre (sic)", dijo haber oído Casarini de boca de Andrés, cuando los golpes y puñaladas llevaron el enfrentamiento hasta una de las oficinas que da a la calle. Esos gritos le dieron la pauta que además de una mujer, en la ventana había otro hombre. Andrés volvió a abalanzarse sobre Casarini, le quitó el arma, y salió por la ventana con nueve heridas.

En el relato de la viuda, la realidad es otra. Tras esperar diez minutos a Andrés, en la esquina donde él le pidió, la joven empezó a oír gritos. "Me están matando, me están matando", escuchó al acercarse a la ventana. Vio desde afuera a una persona que levantaba a su marido del suelo. Se lo tiró encima, a través de la apertura de la ventana. Ella le gritó que lo suelte. Andrés se asomó y ella lo tomó de los brazos para sacarlo. Estaba bañado en sangre.

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