En Rosario persisten más de 60 basurales crónicos en espacios públicos, según el relevamiento de la Dirección de Higiene Urbana municipal, que lleva realizada en lo que va del año 2500 intimaciones y 500 actas de infracción a vecinos, comercios e industrias. El subsecretario de Servicios Públicos, Diego Leone, señaló que los sitios identificados como "puntos fijos de arrojo de residuos" suelen variar en número y en ubicación, pero mantienen una cantidad constante de "entre 10 y 15 lugares fijos en cada uno de los seis distritos municipales". El funcionario rescató que la actual cantidad de depósitos furtivos de desechos es 40 por ciento menor desde que se implementó el programa Rosario Más Limpia. La existencia de estos puntos se debe más a la desaprensión de quienes sobreviven en torno a la economía informal y el reciclado de residuos.

El deceso de un adolescente por hantavirus, ocurrido la semana pasada en barrio Moderno, puso en el centro de la ira vecinal una chatarrería ilegal que el municipio desalojó unos días antes y dejó tras de sí una acumulación de restos varios en los que -aseguraron- proliferaban ratas e insectos. Fue menester que autoridades sanitarias hablaran con los vecinos acerca del manejo de sus residuos con el fin de reducir el hábitat de roedores que pueden ser agentes transmisores de esa enfermedad, o también de fiebre hemorrágica o leptospirosis.

Residentes del barrio le contaron a Rosario/12 que el municipio debió reponer más de una vez los contenedores plásticos, debido a que solían desaparecer porque había quienes los desguazaban para venderlos a recicladores.

Consultado al respecto, Leone reveló que esos hechos se inscriben dentro del vandalismo contra el mobiliario urbano, flagelo que a la Municipalidad le cuesta 4 millones de pesos anuales en reposición de contenedores, bancos, cestos, luminarias y demás. Sin embargo, el funcionario enfocó el problema de la generación de basurales urbanos en la violación de las normas que ejercen los beneficiarios del sistema de recolección.

Leone consideró que la contenedorización del sistema, con el aumento a 7.000 unidades en todo el ejido, regularizó el grueso del caudal de las 800 toneladas diarias que produce Rosario. Y fijó la generación de micro basurales a cielo abierto, en espacios públicos, en el arrojo de residuos inertes como ramas y restos de poda, muebles viejos, escombros.

"Habitualmente, se suele estigmatizar al carrero, como el origen del problema, y sin embargo, el carro es el emergente de la actitud incorrecta de un vecino que lo demanda", señaló el subsecretario de Servicios Públicos.

La mayoría de las 500 infracciones multadas en lo que va del año penalizan a vecinos que desoyeron las intimaciones y siguieron sacando la basura a deshora y depositando residuos inertes para que lo recojan cirujas, en lugar de el servicio Verdes y Voluminosos. Esta prestación es una de las derivaciones del programa Rosario Más Limpia, y lo llevan a cabo once camiones municipales que se reparten la ciudad en doce zonas diferentes. Cada una tiene un día y horario en la semana específico para recoger esa clase de basura especial que no debe arrojarse en los contenedores.

"Tenemos recolección en el 100% de la ciudad, barremos a diario 800 kilómetros de calles. Hay servicios privados que también participan de la gestión de residuos, y aún así seguimos levantando escombros y restos de actividad industrial en la vía pública. Y ahora, que es tiempo de podar, los puntos de arrojo se llenan de ramas. Es un clásico", describió Leone.