Irma Domínguez salvó su vida de milagro, ayer a la mañana, cuando su perro Tobi se interpuso en la cuchillada que le asestó su ex pareja, Darío Arévalo. La mascota murió. "Temo por mi vida", dijo ayer, desesperada, la mujer, mientras contenía el llanto de sus hijos de tres y nueve años, que seguían asustados. Desde abril, Irma realizó más de quince denuncias en las comisarías 19, 14, 6 y 5, así como en Tribunales, por la violencia que sufre de parte de su ex pareja, que estuvo detenido por robo hasta esa fecha. El juez de Familia Ricardo Dutto dictó una prohibición de acercamiento, pero el agresor no la cumple. La semana pasada, irrumpió en la escuela de la hija de Irma, que debió salir con un patrullero de la institución escolar.

Ayer, el hombre irrumpió en la casa de Irma cuando la mujer desayunaba con los niños. Estaba armado con un cuchillo tramontina, y empezó a gritar mientras la atacaba. Ella atinó a sacarlo al pasillo, mientras el perro ladraba. Los chicos corrieron para el patio. El agresor le rompió las ropas a la mujer, y una de las cuchilladas impactó en el cuerpo de la mascota, que siguió peleando. Cuando el hombre se fue, Tobi se cayó en el patio, agonizó diez minutos y murió.

Irma tiene 31 años, estuvo en pareja con Arévalo hasta hace dos años, y formó una nueva pareja hace un año. "Cuando salió, se enteró de que estaba en pareja, y ahí empezó a hacer las mil y una para separarme", indicó ayer la mujer, todavía shockeada por la agresión. "Lo fui sacando hasta el pasillo, mientras les gritaba a los chicos que se fueran para el patio a protegerse", relató. "Me rompió la remera, el corpiño y yo me caí al suelo. El Tobi estaba conmigo, pero yo no vi que le había dado", continuó la mujer, que se quejó por el accionar judicial. "Por parte de la ley, ya está todo, solamente que cuando cae detenido al juzgado, lo largan. Es algo increíble, de contar y no creer. Tiene el atrevimiento de volver a molestar, porque sabe que entra y sale", dijo ayer sobre las situaciones que se repiten desde abril pasado. "Tengo miedo por mi vida, por mis hijos. Yo peleo, cada cosa que hizo la denuncio. Pero hoy, al ver a mi perro tirado, no sé qué más puedo hacer. Los vecinos me dijeron que si no se atravesaba el Tobi, me hubiera hincado a mí. No puedo vivir así".