CIUDAD › CONCENTRACIóN EN EL MONUMENTO A LA BANDERA POR EL 8N
El sitio de la convocatoria se fue poblando al caer el sol, con gente de todas las edades, aunque sí con una evidente pertenencia a determinado estrato social.
No hubo identificaciones visibles de partidos políticos.
› Por Luis Bastús
El cacerolazo del 8N en Rosario cubrió anoche la explanada del Monumento a la Bandera por un gentío portador de expresiones diversas que coincidieron en su abierta oposición al gobierno nacional, desde pacíficos reclamos de apertura a viscerales insultos contra la Presidenta. Entre banderas nacionales y mucho cartel preparado en casa, volvió a escucharse el cantito de "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", y otro que afirmaba que este gobierno, elegido por el voto, es una dictadura. Una manifestación exclusiva de sectores medios donde los denominadores comunes de la protesta fueron corrupción, inseguridad, inflación, clientelismo político y violación constitucional. No hubo identificaciones visibles de partidos. Tampoco dirigentes. Y en la diversidad de consignas, nadie pareció recordar reclamo alguno sobre redistribución de la riqueza o justicia social.
El sitio de la convocatoria que proliferó en las últimas semanas en las ciberredes sociales se fue poblando al caer el sol, cuando ya los aguardaba un tropel de móviles de prensa, incluida la TV porteña, y los previsibles vendedores del merchandising de ocasión. El primer panorama que ofrecía la explanada presuponía una concurrencia donde las señoras mayores parecían imponer un leve predominio. Esa sensación se desdibujó con el correr de los minutos porque en un santiamén el lugar se colmó hasta en las escalinatas laterales del Monumento con gente de todas las edades, aunque sí con una evidente pertenencia a determinado estrato social. Lo resumió una pancarta que decía: "Afip, estás matando la gallinita de los huevos de oro: la clase media".
El tañir de enseres de cocina, latas de leche en polvo, botellas y simples palmas batientes fue in crescendo hasta tapar los bocinazos al pasar de los automovilistas que pasaban por avenida Belgrano. "Nadie nos paga ni nos reúne, a mí me convoca las ganas de un país distinto, de tener libertad, trabajo para que los jóvenes no estén en la droga. No somos golpistas, sólo queremos que la Presidenta se ponga a trabajar como corresponde, porque ella y su gobierno son nuestros empleados", dijo una señora que agitaba su cartulina: "No tenemos miedo, no a la re reelección", declaraba su cartel. Al lado, un movilero de TV azuzó a una recién llegada: "¿Qué opina de Cristina?", preguntó. "Es una malnacida", contestó y siguió adelante platilleando dos tapas de ollas.
Una característica del mitín fue la ausencia de íconos partidarios, y de dirigentes, a excepción de la concejala del PRO Laura Bertotto de Weskamp, quien se retiró enseguida.
Cuando los reflectores de los móviles en vivo preanunciaron la inminente salida al aire, el grueso de carteles se arremolinó frente a las cámaras. "¡Esto no es ni será Venezuela! Basta de los abusos de poder", lanzó una mujer bajo una pancarta que presentaba: "Acá estamos los que odiamos la injusticia, la inseguridad, la corrupción y las mentiras de su gobierno".
Otro aporte en la manifestación lo dieron familiares de Leandro Zini, el joven asesinado en un asalto en barrio Industrial, que generalizaron su reclamo también para el gobierno provincial. También se hizo presente la familia de Walter Serra, desaparecido días atrás en el centro de la ciudad, y el padre de Marisol López, una de las cuatro mujeres asesinadas en La Plata este año, y que días atrás fue asaltado en Alberdi.
En los bordes de la multitud, tres universitarios explicaron su decisión de participar de la protesta: "Nos indigna que nos digan que con 6 pesos por día alcanza para comer, el nepotismo, el clientelismo político, la inseguridad. Acá estamos el 46% de los argentinos que no votamos a Cristina, y no somos gorilas ni golpistas", declamaron. En primera fila frente al puesto de transmisión de un canal, otro grupo de estudiantes exhibía su fervor anti K. "Estamos cansados de que no se respete nada de lo que estudiamos en Abogacía, ni la Constitución, ni el sistema republicano, ni el federalismo. Me duele ver que el Ejecutivo avasalle a los demás poderes. No es un estado de derecho", opinó uno de los jóvenes que lucían remeras argentinas con un mismo sticker del "8N: Yo voy" pegado en el pecho. No obstante, se despegó del cántico de fondo. "No considero que esto sea una dictadura, la gente la votó. Pero veo muy mal que quiera volver a ser reelecta. La obligación constitucional del mandante es no volver a presentarse", reclamó.
Eran más de las diez de la noche cuando la desconcentración se hizo evidente y sin disturbios que motivaran la intervención de la policía apostada en los alrededores. Las cacerolas callaron y calle arriba los parroquianos de un bar miraron con desdén al último grupo que se fue vivando por "la República y la Constitución".
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