CIUDAD › VéRTICES OSCUROS DE UN MODELO SOCIAL
› Por Luis Bastús
"No quiero generalizar, pero mucho del desarrollo económico de Rosario en los últimos años tiene que ver con el lavado de dinero, y una parte de eso está fundado en el negocio del narcotráfico, que repercute con violencia en los barrios, pero que tiene su origen dentro de los bulevares", dijo ayer el sacerdote Daniel Siñeriz, de la parroquia San Joaquín y Santa Ana, en Nuevo Alberdi. Analizó que mientras no haya un control más severo del circuito de inversiones en la economía legal, y un concepto distinto del progreso, el tráfico de drogas seguirá avanzando.
"No digo que el crecimiento de Rosario le haga el juego al narcotráfico, pero sí a la clase empresarial y a sus negocios, y da la sensación de que no hay suficiente control público. Se los favorece mucho como si se creyera que después eso beneficiará a las clases populares. La teoría del derrame sigue entre bambalinas", cuestionó Siñeriz en diálogo con Rosario/12. La opinión del cura terció en una jornada donde continuó la polémica entre el oficialismo y la oposición acerca de distintos aspectos de los últimos hechos de violencia que ocurrieron con la venta de drogas como telón de fondo (ver aparte).
Conocedor del barrio desde adentro, Siñeriz sacó de foco la polémica sobre los últimos enfrentamientos armados en Nuevo Alberdi o Ludueña. "Allí repercute para los medios, pero lo que explica esta situación está dentro de los bulevares, en espacios protegidos por la estructura de una cierta clase social. En el barrio se ven autos de alta gama que vienen, y no son de los narcos. Es gente que viene a consumir. Y además, el lavado es uno de los mecanismos más sensibles del capitalismo, ayuda mucho a explicar los booms económicos. Los grandes capitales reciben su aporte desde esas actividades. Lo que pasa en los barrios es la consecuencia de aquello. No hay dos Rosario, hay una sola pero con un nivel de desigualdad importante", afirmó.
El cura de Nuevo Alberdi recordó que "ya en 2005 pedimos con distintas organizaciones al presidente Kirchner, al gobernador Obeid y al intendente Lifschitz políticas de Estado para los adolescentes de los barrios. Desde entonces no hemos visto que se desarrollara algo así, de manera sistemática y en dimensión significativa". Reconoció que el municipio "apoye las comparsas, las colonias de vacaciones, lo recreativo, pero si hablan de que hay 8000 agentes abocados al trabajo social, los barrios deberían haberse transformado, y no se ve que haya sido así".
El párroco lamentó lo difícil que es competir con la oferta que plantea el delito "porque durante muchos años el Estado apuntó al subsidio, a la asistencia sin más ni más, y eso generó una costumbre por lo inmediato, el objetivo de cubrir sólo las próximas 24 horas. En ese molde, la oferta narco es muy tentadora para estos pibes que tienen borrada la palabra futuro".
Para dar cuenta de la complejidad que exige la solución, Siñeriz posó la mirada sobre la necesidad de una regularización dominial de los terrenos. "Es que los bunkers se instalan en casas o terrenos usurpados, por prepotencia, y si le toca a una familia que no puede defenderse, sólo le cabe resignarse. Lo pedimos en 2007 y todavía estamos esperando", recordó. Otro detalle no menor: "Los chicos de Nuevo Alberdi Oeste no tienen escuela primaria cerca. Para ir a clases tienen que cruzar el acceso de la ruta 34, que es como una autopista, y de 20 cuadras, capaz que diez son de barro. Eso también es parte del problema", analizó.
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