Sábado, 9 de marzo de 2013 | Hoy
CIUDAD › EL IMPACTO ECOLóGICO QUE GENERA LA PESCA INDISCRIMINADA
La cercanía que tiene Rosario con el río fue el disparador para iniciar una línea de investigación que profundice los sus recursos acuáticos, su conservación y el desarrollo de tecnología para la producción comercial de peces.
Por Victoria Schmuck y Silvana Di Stefano *
Una investigación de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) estudia el impacto ecológico que genera la pesca indiscriminada de determinadas especies como el sábalo. "Nos interesan el río Paraná y sus recursos acuáticos, su conservación y el desarrollo de tecnología para la producción comercial de peces", señaló Silvia Arranz, profesora titular del área Biología General de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR y directora de la Plataforma de Biotecnología Acuática del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario.
El interés por esta investigación surge cuando en el año 2000 la investigadora advierte el escaso desarrollo de tecnología de cultivo de peces nativos en Argentina. Más aún, la cercanía que tiene Rosario con el río fue el disparador para iniciar una línea de investigación y formar recursos humanos que profundicen la temática. Arranz y su equipo de trabajo participan también de un proyecto internacional que trata de catalogar con un código de barras genético a todas las especies de animales y plantas del mundo.
Parte de esta investigación se desarrolla en un laboratorio donde se realizan ensayos con peces en condiciones controladas y que funciona en los laboratorios reacondicionados del antiguo Acuario de Rosario, propiedad de la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación provincial que financia parte de estas investigaciones, junto con la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de la Nación.
Arranz explicó que con su equipo de trabajo, formado por bioquímicos, licenciados en biología y en biotecnología, entre otros temas, se especializan en el desarrollo de marcadores moleculares en peces para estudiar poblaciones naturales, y contribuir al manejo sustentable de poblaciones de cultivo, incluyendo futuros programas de mejora genética. "Las especies que trabajamos son pacú, pejerrey, surubí y boga. Esas son las primeras especies con las que empezamos a trabajar y en las que hemos desarrollado ya marcadores de este tipo", detalló la científica.
De acuerdo a la especie, se intenta solucionar distintos aspectos relacionados a su cultivo, a la producción. "Con el pejerrey trabajamos en entender cómo se regula el crecimiento para poder cultivar esta especie de manera rentable, ya que es un pez que crece muy lento pero su carne es muy apreciada en el mundo. Un pez que nos interesa para cultivo es el pacú, seleccionar reproductores y que resistan bajas temperaturas", precisó Arranz, para luego aclarar que uno de los problemas del cultivo del pacú en Santa Fe es que no resisten las bajas temperaturas de la zona.
"También nos ocupamos de una especie en conflicto que es el sábalo. Es la especie más sobreexplotada en el bajo río Paraná. La idea fue desarrollar marcadores moleculares que nos posibiliten evaluar el estado de ese recurso en el río. Cuánto la explotación pesquera impacta sobre la variabilidad genética de esas poblaciones y cuáles podrían ser las consecuencias", agregó la investigadora. Arranz indicó además que alrededor de la pesca del sábalo hay conflictos sociales, la realidad del pescador artesanal y el modelo productivo de los acopiadores. Desde este proyecto se pueden aportar herramientas de evaluación de la situación. "Tenemos algunas conclusiones sobre el estado del recurso, hemos comparado las poblaciones del río Paraná inferior con las de toda la cuenca, incluyendo Brasil".
La investigadora y su equipo de trabajo participan también de un proyecto internacional (International Barcode of Life Project) que trata de catalogar con un código de barras genético a todas las especies de animales y plantas del mundo. "Nosotros participamos intentando catalogar a la mayor cantidad de especies de peces del río Paraná inferior, ya llevamos un año de trabajo y hemos etiquetado 70 especies diferentes. Hay que avanzar ya que en esta región han sido descriptas más de 150 especies", apuntó Arranz.
La investigadora explicó que se fotografía a cada espécimen, se toma un trocito de músculo que es utilizado para la caracterización genética, y se hace un banco de tejido de cada especie a la que puede acceder cualquier persona en todo el mundo, para evitar tener que volver a pescar. Entonces se genera un banco de tejido, y de ejemplares, ya que cada ejemplar se guarda, en etanol, en un museo. "En nuestro caso, en el Museo provincial de Ciencias Naturales Angel Gallardo, donde se creó la colección Ictiofauna del río Paraná a partir de este proyecto", detalló Arranz.
En cuanto al cultivo de peces, Arranz contó que en Santa Fe existen unos pocos emprendimientos de cultivo de peces, uno de trucha en Pujato y otro de pacú en Reconquista. "Es una provincia con gran extensión en la dirección nortesur, unos 800 kilómetros, por lo cual presenta climas diferenciados y distintas potencialidades para el cultivo de peces en cada región. Peces como el pacú sólo se pueden cultivar en el norte y con riesgo de que la temperatura sea un factor crítico", puntualizó.
La investigadora y su equipo colaboran con el Ministerio de Producción y la Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología y Innovación de Santa Fe en el emplazamiento de una prueba piloto que se está haciendo en San Javier, 150 kilómetros al norte de la ciudad capital. "Se está cultivando bagre sudamericano y pacú en jaulas en el río para determinar si bajo las condiciones de esa región son viables esos cultivos. Y una vez finalizada la prueba piloto se espera poder contar con datos para armar un programa de impulso de la actividad para productores", apuntó Arranz. Esta experiencia de cultivar en jaula no es común en Argentina. En el sur se las utiliza para la trucha, mientras que en Misiones se están utilizando para el cultivo de surubí.
Los resultados de esta investigación son alentadores. La posibilidad de brindar información a los productores para mejorar la calidad de su producción marca un punto importante en este trabajo. "La idea de que cada uno pueda etiquetar y conocer la genética de sus peces reproductores trae ventajas y favorece al productor. Estamos muy cerca de brindar servicios de ese tipo", concluyó la investigadora.
* Integrantes de la Dirección de Comunicación de la Ciencia UNR
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