Sáb 15.02.2014
rosario

CIUDAD › EL BERLíN CAFé CELEBRA ESTA NOCHE SU 18 ANIVERSARIO

Un espacio con identidad

Fundado un 15 de febrero de 1996, el bar de Pasaje Zabala 1128 se convirtió en sede y cobijo para movimientos artísticos diversos, sosteniendo una propuesta que lo distingue entre las propuestas gastronónico-culturales de la ciudad.

› Por Edgardo Pérez Castillo

"Berlineamos?". La invitación, que desde hace ya algunos años acompaña agenda y publicidad del Berlín Café, funciona para comprender los alcances del proyecto iniciado 18 años atrás por Luis María Corradín. Inspirado e incorporado por los habitués del recinto de Pasaje Zabala 1128 (e impulsado por la agencia Bill&Ted, a cargo de la comunicación e imagen del espacio), el neologismo resume un sentido de pertenencia que se fue forjando de la mano de una agenda cultural que supo reinventarse y marcar tendencias. Esta noche, la del aniversario que marca su mayoría de edad, el Berlín comenzará a desandar el camino hacia sus 3500 funciones, apostando a generar propuestas que continúen alimentando su identidad.

"En la impronta de los comienzos hasta el nombre tiene una significación. Post caída del muro se hablaba mucho de todo esto y justamente lo que buscábamos era el encuentro de las culturas. Queríamos un lugar que fuera representativo de lo que tenía que ver con el arte y la cultura, con la diversidad más grande que uno pudiera buscar. Desde ese punto de vista cumplimos con el objetivo y lo superamos. En el día a día, en las distintas épocas del bar, fue muy difícil sostenerlo, pero es siempre el espíritu que tiene la marca", recuerda Lulo Corradín, el "irresponsable fundador" del café bar que tantas veces supo cobijar a aquel cuyo nombre reemplazará al del Pasaje Zabala: el poeta Fabricio Simeoni.

Desde su apertura el 15 de febrero de 1996, Berlín jamás abrió sus puertas sin una propuesta artística sobre el escenario. Diversa, nutrida, imposible de listar, la grilla de shows que por allí pasaron estuvo siempre marcada por el objetivo de profundizar la identidad del espacio. "Creo que siempre vale la pena marcar parámetros --explica Corradín--. Hoy, después de 18 años, el mayor esfuerzo está por reinventar la cuestión artística, darle una vuelta de tuerca. Para no caer en los lugares comunes de que el público venga a ver cosas que puede ver cualquier día en otro lugar. Es la idea que tenemos para toda la temporada".

La fórmula, según Corradín, pasa por mantener una mirada amplia del entorno: "Lo que buscamos tiene que ver con no perder el espíritu crítico. La cultura lo viene perdiendo. Se está de un lado o de otro a nivel político en lo nacional, y en lo local también ocurre un poco. Lo que siempre le pido a los chicos del departamento de producción, que programan y comunican todo, es que tengan una visión crítica de las cosas. Pero no por la crítica misma, sino por buscar construir cultura desde otros lugares. Tenemos que tener el concepto que somos una usina cultural. Si llamo a un artista que tiene un producto, hay un por qué lo invitamos y para qué lo invitamos. No condicionamos lo que hace el artista, sino que lo convocamos por lo que es y lo transformamos en un hecho cultural que tiene argumentos. La idea es siempre buscarle la vuelta, porque la oferta es muy grande. Hace 18 años era más fácil, cuando la gente nos golpeaba la puerta durante el día para llevarse los programas".

Desde lo comercial, el Berlín Café convive hoy con la aparición de una buena cantidad de espacios que hacen de lo cultural un eje. Aunque, según distingue Corradín, la principal competencia no está en el sector privado: "Es complicado porque hoy una de las mayores competencias que tiene un privado dentro del circuito es el Estado mismo. Es tremendo cuando la cosa es cuesta arriba, y reconforta cuando todo va bien, incluso lo de ellos, porque uno se da cuenta que fue parte de una nueva tendencia, comercialmente hablando. Pero cuando leo que hoy en Lavardén el teatro es un bar, siento que es muy difícil competir contra ese aparato, porque mis recursos son muy limitados y compito con el Estado mismo. Cuando veo que lo de ellos va bien y lo mío también es fantástico, pero cuando los lunes me pongo a planificar la semana, veo todo lo que va a haber y te encontrás con que el Estado tiene una oferta cultural bastante amplia, que muchas veces roza con lo que venís haciendo, se hace cuesta arriba. No soy quién para juzgar ese tipo de política, al contrario, lo que me queda es disfrutarlo, porque después salgo de mi negocio y soy un ciudadano más. Y ahí te das cuenta que sos parte de una tendencia, porque inventamos una marca de ciudad donde la gente consume éso".

En ese contexto, el empresario y programador entiende que la búsqueda no debe focalizarse sólo sobre aquellos productos que garantizan rédito económico. "Hay bandas y productos artísticos interesantes pero con los que si no convivís desde el punto de vista personal, o de lo que te brinda el público, por más que sea buen negocio, es preferible bajarlo. Y a veces sostenés propuestas que no son tan rentables. Lo que nosotros acompañamos tiene que ver con acompañar al tipo que busca calidad artística y no números puestos. Muchas veces con números a los que había que armarles un piso, que venían con muy buena calidad, muy buena movida en sus lugares, pero que en Rosario no conocía nadie", analiza el propietario de un espacio que permitió el debut en la ciudad de propuestas como las de Onda Vaga o la uruguaya Eli-U Pena.

Esta noche, otra banda que supo hacerse fuerte en el Berlín, la paranaense Factor Fun, será la encargada de musicalizar los festejos por el 18 aniversario con su combinación de funk, disco, soul y acid jazz. Ya mayor de edad, el Berlín se prepará entonces para nuevos festejos, según se desprende del análisis de su irresponsable fundador: "Acá venía todo el mundo en bicicleta. Hoy un flaco que saca la bicicleta a la noche está loco, porque vuelve a pata. La ciudad cambió. Pero en el medio de todo éso lo que te queda es hacer la lectura de cada momento y tratar de no perder el rumbo. Recordar que sos una marca que lo que persigue es el encuentro de las culturas. Cuando veo que acá se arman mesas donde se discute de política, donde se discute de música, estoy contento. O al ver que alguien llega solo y al rato está charlando en una mesa con tres o cuatro personas que lo invitaron a sentarse. Mientras eso no se caiga como propuesta, creo que esto no tiene límite de tiempo".

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