CIUDAD › MARTíN SANTORO VOLVIó AYER A TRIBUNALES PARA APELAR SU SENTENCIA
El hombre de 37 años está detenido desde 2010, cuando fue hallado culpable de tres asesinatos. Era verdulero junto a su familia en el barrio Parque y los homicidios causaron gran conmoción. Está condenado a cadena perpetua acusado de matar para ocultar otros delitos.
A cinco meses de haber sido condenado a prisión perpetua -en un fallo dividido-, Martín Santoro, el verdulero acusado por los conocidos crímenes de barrio Parque, de 2010, volvió a Tribunales para apelar su sentencia. Al final de la audiencia oral y pública, habló de su situación: "Hace cuatro años que estoy detenido. Mi vocabulario no es el de un abogado, y terminé la secundaria en la cárcel; pero quiero decir que maldigo la hora en la que agarré ese flete, pero alguna estupidez en la vida me tenía que mandar. Lo único que hacía era trasladar las cosas (sustraídas); pero yo no maté a nadie. Esto me mató, porque es gente que conozco desde chico. Discúlpenme, me pongo mal. Si hay una sola persona que me diga que yo le hice algo, acúsenme, pero creo que no hay motivo para que hablen de mi", dijo, nervioso y angustiado, frente a los camaristas. Desde el público, su padre, Roberto, no pudo contenerse: "Es una injusticia. De qué lo acusan, señor fiscal?", gritó, entre lágrimas. Su otro hijo intentó contenerlo cuando saltó de la silla, y la situación movilizó al personal policial para intentar calmarlo. La resolución de los camaristas se conocerá dentro de los plazos legales.
Santoro, de 37 años, está preso desde junio de 2010 por los crímenes de las ancianas Concepción Lavore y Susana García, de barrio Parque; y José Savini, de Zaballa. En diciembre pasado, fue condenado a perpetua por el delito de homicidio críminis causa; es decir, matar para ocultar otro delito (en estos casos, robo).
Frente a la dura condena que le impusieron los jueces María Isabel Más Varela, Juan José Tutau y Roxana Bernardelli, quien votó en disidencia parcial, los abogados Raúl Superti y Rafael Tamous, apelaron la sentencia.
En la audiencia de ayer, frente al tribunal compuesto por Carina Lurati, Guillermo Llaudet Maza y Alfredo Ivaldi Artacho, los letrados apuntaron a tres cuestiones relacionadas con las actuaciones durante la etapa investigativa, la del juicio, donde "no se explicó la mecánica de los crímenes", y la forma en la que se valoró la prueba por la mayoría del tribunal que resolvió "de espaldas al juicio", dijo Superti. También habló de "arbitrariedad". La defensa recordó a personas que estuvieron detenidas en el marco de la causa, como Pablo Rojas -quien luego dijo ser "agente secreto de la policía"-, José Marotto y Matías Masoni, que llegaron a estar procesados por encubrimiento, luego de que Santoro los señalara como quienes le ofrecieron hacer fletes "los domingos a la noche", con la camioneta de su padre, para trasladar electrodomésticos de la fábrica de Gafa.
Además, cuestionaron las intervenciones telefónicas, que "se ordenaron sin otro fundamento que llamados anónimos", y plantearon que de 18 cassettes grabados con diálogos, "solo cuatro transcripciones" llegaron como prueba al juicio. "Escuchas de llamadas entrantes al teléfono de mi cliente en las que lo hacían hablar. Pero se omitió contenido de conversaciones y el tribunal estaba mirando para otro lado", se quejó la defensa.
Al mismo tiempo, denunciaron que "no fueron motivados los allanamientos simultáneos" en los que Santoro y dos hermanos suyos -que terminaron desvinculados- fueron detenidos. En ese sentido, cuestionó el accionar policial que "a diez días de estar investigando a Martín, no sabían donde vivía". También apuntó a que hubo "huellas no coincidentes" con el imputado.
Sobre la pena, recordaron que se planteó la inconstitucionalidad y pidieron que se anulen el juicio y la sentencia. Subsidiariamente, solicitaron la revocatoria de dicha condena, por "arbitraria".
El fiscal Guillermo Camporini planteó que todos los procedimientos y fundamentos para su realización "son válidos", porque "para ello se requieren sospechas, y estaban sobradas", dijo. Sobre otro de los planteos de la defensa, respondió que entre los objetos hallados en poder de Santoro estaba el teléfono de una de las víctimas, según reconoció una hija de ésta. Recordó que se encontraron entre sus cosas, instrumentos de la casa de Zaballa y perfumes de una de las ancianas.
Antes de pedir que se confirme la sentencia, Camporini leyó parte del informe psiquiátrico de Santoro, donde al hablar de los robos, éste dijo: "Temblaba, transpiraba. Después me di cuenta de que era una pavada pero me generaba mucha adrenalina. No podía parar. Lo disfrutaba".
El querellante, Ignacio Carbone, consideró que la defensa "no tiene argumentos sólidos para contrarrestar la condena". Y también apuntó a la pericia psiquiátrica que habla de "conducta antisocial, rasgos de perversidad, características infantiles". Luego rechazó las nulidades solicitadas y pidió la confirmación de la condena.
Sobre el mediodía, la jueza Lurati le dio la palabra a Santoro. "Me dicen antisocial, y es gente que conozco de toda la vida. Pedían que los atienda yo, en la verdulería", agregó, en su declaración de inocencia sobre los crímenes.
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