Dom 31.05.2015
rosario

CIUDAD › SIGUE LA POLéMICA POR LA SITUACIóN QUE PLANTEA LA PRESENCIA DE NIñOS EN LA SIBERIA

Cuando la Facultad no es una isla

Chicos y adolescentes del barrio República de la Sexta circulan por las facultades del Centro Universitario de Rosario desde hace ya muchos años, espacios que no están preparado para alojarlos. El debate resurge cuando se discute qué hacer al respecto.

› Por Julia Comba

La leyenda que habían pegado en las puertas de ingreso de la Facultad decía, simplemente, "Cerrado por falta de seguridad". Estaba escrito todo en mayúsculas. Impreso en una hoja A4 y no tenía firma. Los alumnos y docentes llegaban temprano a la Facultad de Ciencia Política en la Siberia, y se topaban allí con la noticia: Después de dos días de paro docente, aquel viernes 8 de mayo, tampoco habría clases. Las versiones entraron a rodar: La decisión de cerrar la había tomado el personal no docente a partir de que una mujer, perteneciente a ese claustro, había sido amenazada por un adolescente con un cuchillo, en el interior de esa casa de estudios. Además de los alumnos y los profesores, también estaban allí algunos no docentes en desacuerdo con la medida o que no se habían enterado de la resolución. Ese día, el decano Franco Bartolacci no atendió a la prensa. "El problema que tenemos con los medios es que este es un tema muy complejo para explicar en dos minutos", diría una semana después Franco Bartolacci, en conversación con Rosario/12.

Los niños, niñas y adolescentes del barrio República de la Sexta circulan por las facultades del Centro Universitario de Rosario, conocido como la Siberia, desde hace ya muchos años.

Sin embargo, hace unos cuatro años aproximadamente, la situación se complejizó aún más. La presencia esporádica de los chicos se transformó en permanente y la Universidad ya no fue un lugar donde ir a vender tarjetitas, sino donde poder estar, permanecer, comer y jugar. La Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales empezó a ser frecuentada por un grupo de veinte niños y adolescentes, pertenecientes a unas cinco familias, que pasaban allí todos los días de la semana, desde la mañana a la noche, que no asistían a la escuela y que estaban atravesados por múltiples situaciones de vulnerabilidad.

"Lo que nos empezó a alarmar concretamente a finales de 2012 es que no eran niños casi adolescentes acompañados de alguien más grande o de la mamá. Eran niños de dos años que estaban todo el tiempo en situación de abandono", explicó Cintia Pinillos, secretaria de Planificación y Gestión Institucional de la Facultad de Ciencia Política y R.R.I.I.

"Nosotros creemos que un chico no puede estar en la Facultad porque no es un ámbito que esté preparado para alojarlo. Y al mismo tiempo, creemos que la respuesta de la Facultad, y de la Universidad en general, no puede ser la tradicional de cerrar las puertas y desconocer el problema", manifestó Franco Bartolacci.

Hay tantas miradas sobre el problema como personas que frecuentan la institución. Cuando los conflictos se multiplicaron, entre 2012 y 2013, el tema se volvió centro de la discusión y cada agrupación política organizó su espacio de debate en torno a esto. Las propuestas fueron desde cerrar las puertas hasta crear una guardería dentro de un aula para acogerlos. Por su parte, las autoridades convocaron a una serie de talleres coordinados por la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes de la Provincia de Santa Fe, de los cuales participaron representantes de todos los claustros universitarios. En aquellas reuniones se acordaron una serie de criterios de convivencia para la permanencia de los niños dentro de la Facultad, los cuales fueron aprobados por Concejo Directivo en agosto de 2013: horarios de ingreso de los chicos, espacios habilitados para el juego y sitios a los que no podrían acceder, entre otros.

Al mismo tiempo, se conformó un equipo de becarios integrado por estudiantes avanzados de distintas carreras quienes se encargan del acompañamiento y seguimiento de esos niños buscando re vincularlos a las instituciones del barrio. También se creó la figura del personal de Seguridad Pública, un referente similar al portero o al preceptor de escuela, que está a cargo de los chicos mientras permanecen en la Facultad y que intenta promover el respeto de las normas de convivencia.

"La facultad hizo en todo este recorrido mucho más de lo que le corresponde: convocamos nosotros a Niñez de la Provincia, Infancia del Municipio, a la Defensoría. Cada decisión que tenemos que tomar en la Facultad la consultamos con la Defensoría. La Ley de Infancia es un gran avance, pero a la hora de ponerlo en práctica aparecen múltiples criterios. Y el Estado muchas veces es impotente para afrontar ciertos problemas: a determinados lugares no llega y entonces decide no llegar más. Nosotros desde la Facultad podemos hacer un aporte humilde: poner en diálogo a todos los actores", cuenta el decano sobre el recorrido de estos tres años.

Con respecto a los estudiantes, sus miradas y propuestas abarcan todo el espectro político ideológico y más. Sabrina, estudiante avanzada de Trabajo Social y Ciencia Política, está en contra de que se cierren las puertas a los niños aunque coincide con que es un espacio peligroso para ellos: "Lo que muchas agrupaciones planteaban era hacer talleres dentro de la facultad y otros planteaban que no. Es un riesgo por una cuestión de estructura del edificio. Lo que sucede es que cada agrupación, por sacar su rédito político, mantiene una postura muy rígida a la hora de pensar en los chicos, que son los actores principales y más importantes en esta cuestión".

Lo cierto es que del 2013 a esta parte, el abordaje integral que emprendió la Facultad ha dado sus resultados: ya no son veinte los chicos que están en la facultad sino cerca de siete porque el trabajo de becarios incluyó, entre otras cosas, inscribirlos en las escuelas, acompañarlos a un centro de salud o llevarlos a diferentes talleres que se realizan fuera de la Facultad. "Es interesante lo que ha ocurrido porque ya no es tan necesaria esa asistencia para todas las familias. Está más claro el mapa del barrio. El conflicto permanece solo con una familia y se está buscando una intervención de otro tipo", explicó Cintia Pinillos. Se trata de una familia en situación de extrema vulnerabilidad, cuyos chicos no pudieron sostener la escolaridad y para la cual se está pidiendo ayuda a diferentes niveles del Estado porque, como dicen las autoridades, "es algo que ya no podemos resolver"

Con el tiempo se ha llegado a un cierto acuerdo sobre la premisa: los niños no tienen que estar en la Facultad porque el espacio no está preparado para alojarlos. Sin embargo, el debate resurge cuando se discute el cómo hacerlo.

"Sabemos que es un tema muy complejo y acompañamos en todas estas medidas que se tomaron para darle contención a los chicos. Pero si me preguntan cuál es la solución, la verdad es que se me complica responderlo. En otras Facultades no pueden ingresar y entonces los chicos no ingresan. Como sucede en Arquitectura: están firmes en la decisión de que no entren y no entran. Pero eso es decisión política y tiene un costo muy alto", expuso el delegado Sebastián Font sobre la posición de los no docentes.

Al mismo tiempo, Font dejó claro que no quieren hacerse cargo de los chicos: "Por ahí vas de una oficina a la otra y están estos chicos y tenés que ponerte a decirle que no suban o que no hagan tal cosa. Es lo que le pasó a nuestra compañera. Dejamos claro que es un rol que no queremos asumir, porque tarde temprano trae inconvenientes. Para nosotros se complica un poco pensar que dejas al chico entrar y después ves si lo podés sacar".

En contraposición, Sabrina, estudiante de la Facultad, manifestó: "Faltan muchas cosas, pero se ha avanzado mucho con respecto a otras Facultades como Arquitectura donde hay gente destinada a no dejarlos entrar y que no tienen el mejor trato con ellos. Creo que hay que abordarlo desde una problemática más social y no sólo sacarnos el problema de encima".

Con respecto a la decisión de cerrar las puertas, Bartolacci expresó que están convencidos de haber tomado la decisión correcta: "El show hace que, por derecha y por izquierda, uno caiga en la decisión más facilista, que no aporta nada ni a los chicos ni a la seguridad del personal y de los estudiantes. No hicimos esto por dar una respuesta progre, sino porque estamos convencidos de que es la que tiene que tomar la Universidad. Prohibir la entrada no sirve".

A veces, entender el contexto es parte de empezar a desentramar la solución. La problemática con estos chicos puso el foco en la discusión sobre el compromiso social de una Universidad pública y, especialmente, de los futuros profesionales que allí se forman con calidad educativa y de manera gratuita, a partir de los aportes que hacen a diario los ciudadanos de todo el país, muchos de los cuales, jamás accederán a la Universidad. Duele que tantas veces sea tan fácil hacerse el distraído.

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