El 2 de setiembre nació en la Maternidad Martin el primer niño del país que se llama Lucifer. "Lucero", en la mitología romana por más que la tradición cristiana lo haya convertido en el mito del miedo y la amenaza para disciplinar a los rebeldes. Su segundo nombre es Marcelo, que proviene de Marte, el dios romano de la guerra. El Registro Civil de la provincia aceptó que el bebé se llamara así, por que se corresponde con la diversidad y la ampliación de derechos que consagró el nuevo Código Civil en la Argentina. "Es un nombre y el significado es mucho más lindo del que se cree", dijo el director del Registro, Gonzalo Carrillo.

La mamá de Lucifer tiene 25 años. El parto fue a las cuatro de la mañana. Y ella eligió el nombre de su pequeño. El hecho ya generó una polémica que traspasó las fronteras, al punto que medios internacionales ya apelaron a los títulos rimbombantes y el doble sentido: "Lucifer nació en la tierra del Papa Francisco".

"Es un nombre. ¿No entiendo por qué no lo podemos aceptar? ¿Por la creencia social?", se preguntó Carrillo. Hace dos años, en San Francisco, el Registro Civil de Córdoba lo había rechazado, pero aún no estaba el nuevo Código Civil.

"Puede haber una creencia social. Pero el significado del nombre es mucho más lindo de lo que se cree. Lucifer viene del latín, de 'Lucero', el dios romano que era portador de la luz. Que después haya derivado en el mito del Angel caído es otra cosa, pero su verdadero significado es portador de luz", agregó.

"Los padres son los responsables de ponerle el nombre a sus hijos", dijo Carrillo a El Litoral. "Si bien Lucifer tiene una connotación religiosa es un nombre. Está dentro de los parámetros de lo que consideramos como tal". "Lucifer es un nombre por más que a la mayoría de la población que comparte la religión católica no le guste. Es un nombre. No podemos ser tan cerrados en no autorizarlo", reflexionó el director del Registro Civil.

En la misma línea, el subsecretario de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia, Cristian Allende, coincidió con Carrillo que "el nombre debía ser aceptado" por el Registro Civil. "La decisión del nombre es parte de la responsabilidad que ejercen los padres. Con el nuevo Código Cívil es un criterio posible, imagino que si fuera atentatorio de los derechos del niño, él podrá cambiárselo cuando sea más grande", dijo Allende.