CIUDAD › VECINOS DE UN JOVEN ASESINADO SE MOVILIZAN A LA FISCALíA DE HOMICIDIOS
En las calles del barrio Fisherton Industrial afirman que los asesinos son dos hijos de un policía retirado y que por eso la causa no se movió desde noviembre pasado. Además, advierten que puede haberse perdido una prueba clave.
En las calles del barrio Fisherton Industrial se tiene por cierto que los dos hijos de un policía retirado asesinaron a Alejandro Fernández en noviembre pasado, y que ese detalle quizás explique la inmovilidad de la investigación y -lo que sería peor aún- la pérdida de una posible prueba clave: las imágenes captadas por una videocámara que permitían identificar a los homicidas. Por eso hoy, familiares y amigos de la víctima -para ellos, el Piru- se apostarán desde las 9.30 frente a la sede de Fiscalía de Homicidios, en Montevideo al 2200, hasta que un funcionario judicial los atienda y les brinde explicaciones.
"Acá todos sabemos que a Piru lo mataron los dos hijos de un policía que hasta ese momento vivía en el barrio, porque después los vecinos les quemaron la casa y tuvieron que irse. Hace tres meses y tres días. Después vino la feria (judicial) y hace unos días, la mamá fue a averiguar y se enteró de que se perdieron pruebas, desapareció un video que los mostraba bien a los dos", contó a Rosario/12 una amiga del muchacho asesinado, bajo reserva de su nombre.
La investigación corre por cuenta del fiscal Pablo Pinto, y por él pedirán esta mañana. Mientras tanto, cuentan en el entorno de la víctima, los dos sospechados no han sido ni llamados a declarar puesto que aún no compareció ningún testigo en sede judicial. "Ellos andan sueltos como si nada. La madre de Piru se los ha encontrado en el Centro de Distrito (Municipal Noroeste) de Junín y Provincias Unidas, y se le rieron en la cara", agregó la fuente. Se refirió a Brian y Sebastián A., a quienes en el barrio ubican aquel jueves 26 de noviembre a las cinco de la tarde a bordo de un Fiat Uno en Ecuador y Bielsa. Fernández caminaba rumbo a la carnicería del barrio en la que trabajaba y era conocido por todos. Venía de a pie por el borde del asfalto, junto a la zanja de desagüe y el impacto lo tomó por sorpresa. Cayó en la bocacalle y desde el auto bajó uno -dicen que era Brian A.- y le descerrajó dos tiros, uno en un brazo y otro en la cabeza, para enseguida alejarse de allí. Otra versión asegura que detrás llegó Sebastián A. en un Volkswagen Bora de color blanco, y que siguió de largo.
La crónica policial que ventilaron los medios ese día adjudicaba en poder de Fernández dos armas de fuego, una empuñada y otra en su cintura. Sus amigos refutaron esa versión: "Es una mentira de la policía, para cubrir a los asesinos. Apenas pasó eso, los primeros en llegar fueron los de la comisaría 17ª, donde trabajaba la hermana de Brian y Sebastián, que ahora está en la Policía Comunitaria. A Piru le plantaron esas armas, él iba a trabajar ahí nomás, a la carnicería", afirmaron.
Esa misma noche, una turba de vecinos atacó en Ecuador y Gorriti la vivienda familiar de los A., quienes para entonces ya la habían abandonado. El relato común del barrio explica que Fernández y sus presuntos homicidas habían sido amigos, pero que esa amistad se cortó y llegaron a pelearse a trompadas: "Pero eso había pasado ya, nadie se lo esperaba. Estarían empastillados".
"Vamos a pedir justicia, porque quienes lo mataron son hijos y hermanos de policías. Y los están cubriendo", invocaron.
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