CIUDAD › LOS 40 AñOS DEL GOLPE Y EL IMPACTO QUE TUVO EN ROSARIO COINCIDEN CON LOS "100 DíAS".
No sólo una fecha "redonda" en la conmemoración, sino también un escenario político determinado a nivel nacional, terminaron por empujar multitudes a las calles el último 24 de marzo. Un inmenso arco político que enriqueció las tradicionales consignas.
› Por Pablo Feldman
La movilización por los 40 años del golpe de estado de 1976 ha sido de las mayores desde la recuperación de la democracia. Con certeza la más emotiva en relación a la tragedia evocada, y probablemente la más necesaria por los tiempos que corren. El reconocimiento a los organismos que defienden los Derechos Humanos, patentizados en los pañuelos blancos de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, alcanzó a sectores políticos y sociales que tradicionalmente desdeñaron el aporte a la consolidación de la democracia y al Estado de Derecho a lo largo de cuatro décadas sin desmayos ni claudicaciones.
Sea por lo contundente de la evidencia -la recuperación de más de un centenar de nietos y los juicios a los terroristas de estado, entre otros logros- o por ubicuidad política, sólo algunos conversos que reniegan hasta de sus propias raíces han intentado minimizar la relevancia de la movilización o el impacto de multidudes de argentinos poblando las calles de las diferentes ciudades.
El contraste con las vallas y el vacío que rodearon la visita del presidente de los Estados Unidos, la frivolidad de los actos y la ausencia de calor popular, no hicieron más que realzar los actos por los 40 años.
En Rosario, y enhorabuena, la Municipalidad dispuso una serie de actividades y participó explícitamente de la conmemoración. Más de un votante del Frente Progresista se sintió reconfortado al ver que sobre esto no había dudas ni especulaciones. Es que los actos y la marcha se dieron pocos días después del vergonzante voto de la bancada de diputados en favor del acuerdo con los Fondos Buitres y la presencia en el Senado, acompañando al oficialismo del gobernador Miguel Lifschitz.
Es una ucronía sostener que de haber sido otra la postura de los socialistas, otro hubiere sido el cariz de la manifestación. Pero no caben dudas -al menos a este cronista- que la coyuntura produjo un efecto multiplicador, y no fueron solamente "los 40 años" los que convocaron sino también "los 100 días".
Sindicatos y centrales obreras antagónicas, grupos políticos con poca afinidad, distintas facciones de sectores con pensamiento concordante, viejos militantes, jóvenes estudiantes, muchas familias, pocos dirigentes, banderas y pancartas, parejas abrazadas, una postal nutrida por imágenes ya vistas, pero rara vez todas juntas y defendiendo los mismos ideales, que no se agotaban en "memoria, verdad y justicia", sino que avanzaban sobre la "libertad, la dignidad y el trabajo".
Más de 30 mil rosarinos -cifra emblemática para los DD.HH, más allá de las cuentas del inmundo de Lopérfido- marcharon por las calles de la cuidad en un día luminoso y una noche inolvidable.
Lo que venga de aquí en más, será el resultado de las acciones del gobierno y de la oposición. Como en el caso del acuerdo con los fondos buitre, de la decisión de los representantes del pueblo electos hace apenas unos meses. Más de uno de los votantes no se sentirá representado por aquel que eligió en la primavera, no será la primera vez, y tampoco la última.
No pretende ser consuelo, pero el jueves a la tarde, hubo una expresión genuina de fortaleza y miles de ciudadanos marcharon hasta el Monumento a la bandera con la reconfortante sensación de haber estado donde había que estar.
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