A dos meses de la entrega de Ricardo Albertengo, luego de matar en marzo al policía Mauro Mansilla, el fiscal Ademar Bianchini le imputó "homicidio agravado y doblemente calificado por criminis causa (para ocultar un robo) y por ser la víctima funcionario policial". El acusado fue asistido por la defensa pública, que solicitó tratar hoy el pedido de prisión preventiva, por lo que Albertengo volverá esta mañana a los Tribunales, pero el Ministerio Público de la Acusación tendrá que asignar a otro fiscal porque Bianchini entró en licencia. Al acusado también se le imputó el robo calificado en un instituto de música de calle Buenos Aires al 900, que cometió días antes del crimen, y que generó que la víctima de ese hecho lo reconociera en la calle y le pidiera ayuda al policía que hacía adicionales en un mercado de Corrientes al 300, cuando éste le dio la voz de alto y recibió tres disparos. Albertengo tenía una pena de 37 años de prisión por otro homicidio y una toma de rehenes, pero no había vuelto de una salida transitoria.

Tres días después de cometer el homicidio del joven oficial, Albertengo se entregó en la Unidad 3. El acusado, de 49 años, tenía dos condenas previas y estaba prófugo desde julio del año pasado, cuando le otorgaron salidas transitorias. En 1994 mató a un hombre en un bar de 9 de Julio y Sarmiento, donde se ocultaba tras un intento de robo; y en 2009 tomó de rehenes a pacientes de una clínica estética de Oroño al 700.

Con una pena unificada, fue condenado a 37 años de prisión; y tenía cumplida más de la mitad cuando le otorgaron salidas transitorias con acompañante; pero un día no regresó. Esa cuestión abrió una discusión entre el Poder Ejecutivo y el Judicial, en torno a la polémica por saber quién tiene la culpa.

Por aquellos días, la jueza de Ejecución Penal, Luciana Prunotto, dijo que Albertengo tenía orden de captura, pero la brigada de la Unidad Regional II no pidió ni una orden de allanamiento en ocho meses. Además, aclaró que el acusado cumplía con los requisitos para obtener el beneficio en 2012; pero le fue rechazado porque el caso merecía "rigurosidad". Si bien Albertengo era reincidente, la magistrada indicó que para acceder a salidas transitorias "la ley no hace diferencia" entre reincidentes y primarios.

Pese a que Albertengo quedó arrestado el mismo 11 de marzo pasado, el fiscal Bianchini decidió llevarlo a audiencia imputativa durante el mediodía de ayer; es decir, casi dos meses después. El nuevo código de procedimiento exige que una persona detenida sea llevada a audiencia en 24 horas; pero el fiscal justificó la demora con el hecho de que el imputado estaba preso por otras causas anteriores, y que ante ello no corrían los plazos. Si bien al principio se dijo que la idea era llegar con pruebas contundentes a la audiencia imputativa, ayer no se presentaron más elementos que los mencionados en el inicio de la investigación, excepto los reconocimientos positivos sobre las fotos del imputado.

Lo llamativo, fue que tampoco se le acercaron las evidencias a la defensora pública Maricel Palais, quien fue notificada de la audiencia un día antes y no pudo acceder a los elementos de prueba mencionados por el fiscal, por lo que pidió 24 horas para que se determine la prisión preventiva del acusado, y así tomar contacto con imágenes de cámaras de seguridad y demás evidencia mencionada por Bianchini. Pero éste argumentó que tras la audiencia de ayer comenzaba su período de licencia, por lo que no podrá estar hoy ante el juez José Luis Suárez.

Historial

Los antecedentes del imputado comenzaron en 1994, cuando cometió asaltó un kiosco, se atrincheró en un bar de Sarmiento y 9 de Julio con una moza como rehén, y mató a un cliente. En 2007, le dieron salidas laborales, y en 2009 -durante una de ellas- tomó de rehenes a los clientes de una clínica de estética de Oroño al 700, durante un intento de robo. Desde entonces, no volvió a tener beneficios y se le dictó una nueva sentencia a 17 años de prisión, que unificada con los delitos anteriores llegó a 37 años. En diciembre de 2014, pidió salidas transitorias y se las dieron, con acompañamiento del Servicio Penitenciario, tres horas cada 15 días. Meses después, se evaluó a su pareja, por lo que logró permisos para salir con ella. Fue en la segunda o tercera salida cuando decidió no regresar al penal, en julio de 2015.

En medio de ese incumplimiento, mató al policía Mansilla.

Nuevos hechos

Las causas que dejan nuevamente a Albertengo al borde del juicio comenzaron en febrero, cuando hizo averiguaciones en un instituto de música para que su supuesto hijo de 19 años tomara clases de guitarra. Apuntó a la secretaria con un arma y la encerró, junto con la dueña del establecimiento, en una sala de ensayo. "No se hagan las loquitas y no me miren a la cara", les decía. La dueña le entregó 7 mil pesos que tenía en la cartera para pagar impuestos. Cuando estaba por irse se encontró con otro empleado a quien también encerró. Las cámaras del lugar lo filmaron.

El 8 de marzo, la dueña del instituto divisó a Albertengo en el centro. Estaba vestido igual que el día del robo y no dudó cuando le vio la verruga que tiene pegada a la nariz. Con su hermano comenzaron a seguirlo. Al llegar a Corrientes, entre Urquiza y Tucumán, la mujer le pidió ayuda a Mansilla, que hacía adicionales en el mercado de la Asociación de Empleados de Comercio. Cuando el policía salió, lo siguió hasta el Instituto de Estudios Superiores, que queda en Corrientes al 300, y le advirtió: "Quedate quieto", mientras llamaba refuerzos al 911. Albertengo le disparó tres veces. Una de las balas le dio en el cráneo.