CIUDAD › MONUMENTO, BELGRANO Y LA LIBERTADORA
Ayer se realizó en el C.C. Rivadavia un panel en el marco de
las jornadas "Monumento, identidad y memoria", con testimonios
de varias personas que ese 20 de junio de 1957 estuvieron allí.
› Por Guillermo Lanfranco
¿Se puede evocar un hecho tan simbólico para la ciudad como la inauguración del Monumento a la Bandera, sin tener en cuenta las circunstancias históricas que rodearon ese acontecimiento? La pregunta sobrevuela los festejos del cumpleaños número 50 del icono más destacado de Rosario y encuentra respuestas de acuerdo a las voces de distintos protagonistas, principalmente los que, cada uno con su propia circunstancia, vivieron ese momento. "La situación no era tan clara", reconoce David Czarny, quien el 20 de junio de 1957 estuvo en el acto en representación de la Asociación Israelita de Rosario, al evocar que apenas un año antes un levantamiento de la resistencia peronista se había sofocado con el fusilamiento del general Valle y otros rebeldes. "Todo el mundo colaboraba, la ciudad se vistió de fiesta", evoca Delia Sánchez Quiroga, quien en ese momento era una joven integrante de la comisión de recibimiento de los cadetes del Colegio Militar de Buenos Aires.
"Cuan execrable es el ultrajar la dignidad de los pueblos violando su Constitución". La frase de Manuel Belgrano está grabada en el frente de la torre del Monumento Nacional a la Bandera. Cuando fue inaugurado el 20 de junio de 1957, estaba a la vista de las principales autoridades nacionales venidas para la ocasión, el presidente provisional Pedro Eugenio Aramburu, y el vicepresidente provisional Isaac Rojas. Ambos, cabe recordar, detentaban sus cargos como resultado de la Revolución Libertadora que dos años antes había derrocado al gobierno de Juan Domingo Perón.
Los diarios de esos días reflejaban la trascendencia nacional que había alcanzado el acontecimiento. "Aramburu y Rojas fueron acogidos con viva simpatía al llegar", destaca un titular a todo ancho de página, mientras otro señala que "El presidente provisional identificó a la bandera argentina con la idea de libertad". Todo aparecía impregnado de un fuerte tono castrense, en un acto donde el acontecimiento excluyente fue el desfile de tropas que duró una hora y ocho minutos e incluyó a 4493 soldados y 82 aviones, según la minuciosa crónica.
"Recuerdo la gran organización que hubo, los preparativos, fue un éxito", recuerda Hugo Pintón, quien estuvo en el acto inaugural como soldado conscripto del Regimiento de Granaderos. "Los chicos preguntaban si éramos estatuas, después de estar cuatro horas en posición firme sin movernos, y la gente nos invitaba a pasar a su casa para darnos los que necesitábamos", contó el ex colimba ayer en un panel en el marco de las jornadas Monumento a la Bandera, identidad y memoria, con testimonios de personas que ese 20 de junio de 1957 estuvieron allí. Pintón también evoca que el jefe de Granaderos de entonces era el teniente coronel Alejandro Agustín Lanusse, luego presidente de facto a principios de los `70.
Eduardo Gurovici se desempeñaba como periodista de La Capital y LT 2 y aporta un detalle respecto a la mansión de calle Córdoba 1852 donde Aramburu y Rojas hicieron noche el 19 de junio: se trataba de la residencia de Abasalón Casas. "Por entonces se decía que en esa cuadra se aglutinaba el capital económico más importante de Latinoamérica, con apellidos como Castagnino, Echesortu, Minetti, Marull", señala Gurovici entre otros lustrosos nombres de la burguesía rosarina.
Delia Sánchez Quiroga, nieta del intendente Isidro Quiroga -en su gobierno se creó la biblioteca municipal Juan Alvarez- tiene fresca la imagen del baile en el barco patrullero Murature, que compartió con cadetes del Colegio Militar: "No lo podré olvidar nunca, todo se organizaba en forma medio casera, era una cuestión de vecindad, donde lo importante era recibir al que llegaba".
Para David Czarny, en ese momento militante juvenil del socialismo y en 2º año de Ingeniería, "la situación no era tan clara, había connotaciones muy especiales que se discutían entre los estudiantes" y que tenían que ver con la historia reciente. Apenas un año atrás, el 9 de junio de 1956, el gobierno encabezado por Rojas y Aramburu había sofocado un levantamiento de la resistencia peronista, incluido el fusilamiento de varios militante, y que también había tenido a Rosario como protagonista.
"Me habían llevado a la cárcel de Caseros", reconstruye su 20 de junio de 1957 Rodolfo Dimarco, entonces de 22 años, obrero ferroviario y "a favor de Perón", dice. "Ellos hablaban de democracia, de Constitución y resulta que se habían llevado preso hasta un pibe de 16 años", acota aun teniendo presente que "a la noche se escuchaban los ruidos de las bombas caseras de la resistencia peronista".
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