Más de diez mil personas participaron ayer de la celebración por los cincuenta años del Monumento a la Bandera, en un acto que tuvo su punto cumbre en la actuación del tenor José Cura, y que permitió además la inauguración de un sistema lumínico de alta tecnología que tiñó su proa de celeste y blanco. Luego de presenciar el acto desde las primeras filas, el candidato a Gobernador Hermes Binner destacó la participación cívica y social de los asistentes. "Sobre todo la participación por nuestra bandera celeste y blanca, recordando además a uno de los próceres más transparentes de la historia argentina, como fue el General Manuel Belgrano", apuntó antes de destacar el que será el hecho más trascendente de las celebraciones de hoy. "El acto más importante va a estar en esta bandera tan larga que será llevada por miles y miles de santafesinos y rosarinos", expresó en alusión al proyecto Alta en el Cielo, quitándole así peso a las incógnitas en torno a las presencias, o ausencias, en el palco oficial.

Similar fue la postura del intendente Miguel Lifschitz, que manifestó:

"Hemos inaugurado esta nueva iluminación que no solamente le va a dar al Monumento la imagen tradicional que nos identifica en Argentina y en el mundo, sino también una imagen nocturna que se va a ver desde muchos kilómetros a la redonda. Y con una fiesta de un alto voltaje emotivo". Ya en relación al acto central por el Día de la Bandera, Lifschitz bregó por "una fiesta de la ciudad, con mucha gente, y que podamos disfrutar de un acto cívico, patriótico, con un profundo contenido emotivo. Como lo vivimos y sentimos los rosarinos, más allá de las comidillas políticas, o de las especulaciones que puede haber sobre la presencia del Presidente, altos funcionarios o políticos del ámbito nacional. Creo que lo importante de esta fiesta está dado por la participación de la gente de la ciudad".

Antes había sido el turno de esos cincuenta rosarinos (o extranjeros) que iluminaron el mundo, y que a su turno se fueron fundiendo en abrazos en medio del escenario. Físicos, investigadores, médicos, pediatras, docentes, estudiantes, bailarines, huerteras, emigrantes, inmigrantes, futbolistas, jóvenes apasionados por el fútbol, hombres de fe, conscriptos que juraron en esas mismas escalinatas cincuenta años atrás, padres e hijos, adultos y niños se reunieron en un acto que logró sus máximos puntos de emotividad ante la aparición del ex combatiente de Malvinas Rubén Rada, la de los representantes de los pueblos originarios, la de las Madres de Plaza de Mayo, o la de María Rosa Santoro, madre del rosarino que muriera realizando tareas de rescate durante el atentado a las Torres Gemelas.

Fandermole, Saggini, Pino, Goldín, Resta, Molina, Geretto, Piazza, Chirife, Simeoni, Novaresio, Rueda, Poy y Almirón fueron más apellidos que se sumaron a esos otros que, aunque quizás algo anónimos, permitieron iluminar al mundo con sus actos. Y fue ése uno de los ejes generales del encuentro, tal como lo evidenciara minutos más tarde Luis Machín, responsable de leer los textos escritos por Belgrano allá por febrero de 1812, y de proponer la elaboración silenciosa de promesas que "contribuyan a un sueño colectivo".

Tras la aceptación masiva al cumplimiento de ese compromiso, le llegaría el turno al estreno de la flamante iluminación del Monumento. Quizás como producto de las intensas expectativas generadas en torno al moderno sistema lumínico la recepción fue tímida, marcando un contrapunto inmediato cuando, pocos minutos después, José Cura hizo su aparición en escena. El tenor reunió una vez más al elenco completo de rosarinos que iluminaron el mundo, y propuso un abordaje colectivo de la "Canción a la Bandera". La francesa "Partir", una obra del santafesino Carlos Guastavino y el aria "Nessum dorma" de Puccini fueron suficientes para que dejara evidencias de su notable caudal interpretativo, para cerrar el acto sumando al público con "A mi bandera". Allí quedaron encendidas esas nuevas luces que se ofrecen como un punto de partida.