Vie 20.07.2007
rosario

CIUDAD › MURIO DIBUJANTE Y ESCRITOR ROBERTO FONTANARROSA

Un día negro para la ciudad

El dibujante rosarino, de 62 años, debió ser internado ayer en
sanatorio céntrico, donde falleció pocos después, víctima de
una insuficiencia cardíaca. Padecía esclerosis amiotrófica.

Casi un lustro después de que le fuera diagnosticada una esclerosis lateral amiotrófica, ayer por la tarde falleció en esta ciudad el Negro Roberto Fontanarrosa. Pasadas las 14 de ayer, el dibujante y humorista rosarino de 62 años ingresó en un sanatorio céntrico donde falleció pocos minutos después, víctima de una insuficiencia cardíaca. Sus restos serán inhumados hoy en el cementerio Parque de la Eternidad de Granadero Baigorria.

A pesar de que la dolencia le había paralizado prácticamente todo el cuerpo, antenoche, como cada miércoles, el Negro se reunió por última vez a cenar con sus amigos Rubén "Pitufo" Fernández, Ricardo "Negro" Centurión y "Colorado" Vázquez, entre otros, para recrear, esta vez en la intimidad de su casa, aquél legendario encuentro nacido en la década del 80 en el bar El Cairo: la Mesa de los Galanes, conocido escenario para muchos de sus relatos.

Pese a lo endeble de su condición, el Negro participó de la mesa en la que, como cada semana, el fútbol fue el invitado de honor. "Hablamos del partido Argentina-Brasil, de la compra de jugadores en Central, en fin, de lo de siempre", explicó a este diario Fernández quien a su vez contó que últimamente la participación de Fontanarrosa en los encuentros se circunscribía apenas a sonreír ante las anécdotas de sus contertulios. "Ya casi no podía hablar. Había que hacer silencio para escucharlo, pero él igual hacía un esfuerzo por participar".

Fanático de Rosario Central, Fontanarrosa basó gran parte de su producción literaria en este tema. El cuento "19 de Diciembre de 1971" -que recuerda la famosa palomita de Aldo Pedro Poy ante Ñuls en la cancha de River- es uno de algunos de los ejemplos de esa pasión llevada a las letras.

Dueño de un sentido del humor único, en 2004, convocado a participar del III Congreso Internacional de la Lengua Española, disertó sobre el valor de las malas palabras en una incursión inolvidable para el solemne ámbito académico que propiciaba el encuentro.

Aunque su talento trascendió a través de sus historietas, con memorables personajes como Inodoro Pereyra y Boogie el aceitoso, la calidad de sus relatos pronto le fueron en saga. Sin ir más lejos, a principios del año pasado, en el marco del Hay Festival, encuentro de gente de letras que se convoca anualmente en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, fue elegido como el mejor escritor del año por sus colegas.

Autor de novelas como El área 18 y La gansada, y de libros de cuentos como No sé si he sido claro, Nada del otro mundo, El mayor de mis defectos, Uno nunca sabe y El rey de la milonga entre muchos otros, también se desempeñó como guionista de los espectáculos de la agrupación Les Luthiers. Muchos de sus cuentos han sido llevados al teatro y a la televisión. Justamente, desde hace algunos meses Canal 7 venía poniendo en pantalla el ciclo titulado "Cuentos de Fontanarrosa".

El 26 de abril del 2006, el Senado de la Nación le entregó la Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento, en reconocimiento "a su vasta trayectoria y aportes a la cultura argentina".

"En realidad yo nunca quise ser escritor ni humorista. Mi sueño era ser jugador de fútbol. Pero un día me metí en una cancha, me paré de nueve, de espaldas al arco rival, y me dí cuenta que tenía muchas dificultades para darme vuelta. Entonces me transformé, como tantos otros argentinos, en un futbolista frustrado más", reveló el año pasado, en una de sus tantas presentaciones en la Feria del Libro porteña.

Desde enero de este año, la enfermedad, que ya lo había postrado en una silla de ruedas le había impedido seguir dibujando, dado lo cual y negándose a rendirse, el Negro se había valido de la amistad con su colega cordobés Crist, para seguir produciendo. Con ese espíritu, y con la ayuda de su asistente personal, Luisito, encargado de transcribir sus ideas, el Negro se encontraba trabajando en un nuevo libro.

Como suele ocurrir con este tipo de personalidades, esa clase de gente que hace rato y muchas veces a su pesar, han pasado ha formar parte del patrimonio de la humanidad, todo lo que se pueda decir sobre él es siempre un lugar común: que era un genial humorista, un gran escritor y mejor persona, que era un fanático perdido de Central, que enfrentó su enfermedad con altura y heroísmo.

Contratapista de Rosario/12 -primero con sus relatos "Desde El Cairo" y luego con las contratapas del Boogie- desde sus inicios y a lo largo de casi una década, el Negro ha sido y seguirá siendo una de las personalidades rosarinas más reconocidas en el país y el exterior, y sin duda una de las más queridas aquí, en la ciudad que tuvo la fortuna de tenerlo consigo hasta el final.

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