SANTA FE
› Por Sonia Tessa
"En un conflicto hay problemas de condiciones de trabajo, de salarios, pero cuando se perpetúa hay problemas emocionales que se deben resolver", indicó Rodríguez. El primer conflicto solucionado fue el del Lavadero Virasoro, en el que se llegó a un acuerdo el 21 de diciembre, luego de seis meses de acampe frente a las instalaciones de Ovidio Lagos al 4600. "Tratamos trabajador por trabajador, hubo una tarea de conversar con ellos cuáles eran sus temores futuros, qué creían sobre su porvenir", relató. Y si bien el planteo de los obreros era la reincorporación, finalmente lograron el pago de una indemnización ligeramente por encima de la prevista por ley.
Rodríguez considera que en ningún caso se puede hablar de victoria, porque "nadie vence en conflictos de este tipo", y subrayó que "lo importante es que se resolvió a satisfacción de las partes". Durante los seis meses de lucha gremial, el propietario del lavadero, Jorge Guidetti, había solicitado que el gobierno provincial ejerciera la represión. "Eso es inadmisible, como lo es que se interponga un recurso de hábeas corpus en un conflicto laboral", concluyó.
Para el funcionario, que se desempeñó como Superintendente de Riesgos del Trabajo hasta el año pasado, "el conflicto es connatural al trabajo, no es ajeno. No altera el mundo laboral, sino que forma parte". Y sin embargo, cuando las medidas de fuerza llevan mucho tiempo, provocan un gran desgaste. "Hay un momento del conflicto en el que nadie quiere seguirlo, y tampoco es un buen negocio para el empleador continuarlo. Lo que uno puede hacer es acercar ideas, buscar posibles soluciones, tratar de comprender lo que pasa", indicó.
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