No teníamos acceso a los escritos, me refiero al pensamiento original del Che y mucho de los clásicos marxistas eran tamizados en manuales o folletos temáticos. Quienes militábamos en la Federación Juvenil Comunista durante la dictadura -ocurría desde antes-, no leíamos al comandante Ernesto Guevara. Sólo algunas interpretaciones de la dirigencia del PC argentino, sobre todo las que nos legaban algunos nombres que siempre recuerdo, Oscar Arévalo, Athos Fava, Fernando Nadra. Un verdadero acto de censura y dogmatismo. Hoy diría algo más, una actitud oscurantista que impedía que nos formáramos en un pensamiento crítico y constructor, no de unidades y verdades absolutas, sino de amplitudes que permitieran la discusión y el debate. Sobre todo el poder escuchar a otros. Por suerte los afectos pueden ponerse en otra dimensión y este recuerdo se charla con el cariño que banca el disenso y con quienes caminamos experiencias distintas, José Schulman, miembro del PC, hoy presidente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y uno de los querellantes en la causa Brusa; aquel compañero a quien escucho desde el secundario en el Superior de Comercio, Sergio Schilmann, hoy otra vez en el PC apostando a un fuerte trabajo latinoamericanista y Graciela Roselló, por sobre todo amiga, militante sindical y por los derechos humanos. Los tres fueron víctimas del terror, el secuestro y la torturas y ayer, más que informalmente reconstruimos parte de la historia para, en homenaje a la verdad, poder poner blanco sobre negro y traer a la luz aquel acto que encabezó Patricio Echegaray, hoy secretario general del PC y otros que sí leían al Che. En 1984 se hizo en la plaza Montenegro el primer homenaje a Ernesto Guevara que "rompió la cabeza de muchos, entre ellos la mía" recordó Schulman sin medias tintas. Después, en 1986, llegó el 16ª Congreso del PC con renovaciones, fracturas y la apuesta a dejar el reformismo que en lo filosófico y lo práctico se había expresado en que aquello que se expresaba como distinto a lo que decía el PCUS era herejía. Hoy también se puede elegir cómo tomar al Che y que el dogmatismo quede afuera. Tal vez el mejor homenaje al comandante Guevara y a la esperanza de la transformación cultural, esa que disputa, justamente a quienes nos dominan -se sigue llamando imperialismo-, la cabeza , la conciencia y el corazón de la gente.