SANTA FE
Las mujeres son la mayoría de la población no albafetizada. También las que, como en el caso del programa de origen cubano Yo, sí puedo se ubican en primera fila dispuestas a aprovechar una posibilidad que no habían tenido por el complejo y limitativo cóctel formado por la pobreza y el atraso, la exclusión y, además, el hecho de ser mujeres. Ahora también son ellas las que arrastran a otros componentes del grupo familiar, del barrio o de la comunidad en la que viven.
De los 33.000 personas registradas en los cuatro departamentos del norte santafesino como analfabetas, entre 10 y 12 mil son hombres, el resto mujeres. "En las familias de campo había una marcada `sobreprotección' hacia las niñas, por la distancia, porque no había escuelas y porque siempre se las subestimó con el convencimiento de `para qué vas a estudiar', cuentan los educadores cubanos que recorren el norte provincia, Oscar Enamorado Herández y Jorge Luis Véliz Cepero. "Berta una mujer alfabetizada en Margarita explicaba que debía atravesar una zona donde se talaban árboles y no la dejaban ir y ahora, a sus 74 años se alfabetizó", cuenta el respopnsable provincial del Yo, sí puedo. Siempre comenzamos con las personas más dispuestas y en general son las mujeres que luego traen a otros familiares y amigos, luego se sigue con los que aceptan con muchas dudas y temores y por última hay que dedicarse a aquéllos que se niegan al aprendizaje. Las personas de edad son las que más se `engancharon' en el norte santafesino, comenta Jorge Luis Véliz Cepero, a diferencia de lo que pasó en Helvecia (Garay) en donde participan adultos jóvenes de 18,o 19 o 20 años.
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