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- A nivel nacional, ¿cómo analiza el escenario abierto tras el resultado electoral con la convocatoria al diálogo lanzada por el Gobierno y las maniobras de la oposición en el Congreso?

- Tengo la sensación que se está perdiendo un tiempo muy valioso, de expectativa que abrió la sociedad en su pronunciamiento electoral. Se está transcurriendo ese tiempo que no va a durar demasiado, a lo sumo un par de meses, sin que aparezcan soluciones concretas. Hay temas que fueron quedando postergados, que estaban en el freezer durante muchos meses, y la promesa era que después del 28 de junio se iban a resolver y no fue así. El diálogo ha quedado limitado a las retenciones y el verdadero problema del país es la pobreza estructural que está hipotecando a futuras generaciones.

- ¿Notó algún cambio desde la Presidencia?

- Hubo cierto cambio de actitud, de gestos que hubieran sido buenos tal vez hace un año atrás. A esta altura no alcanza, además de esos gestos de distención hacen faltas acciones concretas y definidas, decisiones políticas que suponen un cambio de 180 grados y no sé si el Gobierno está dispuesto a hacerlo. Espero que el escenario a mediano plazo no sea traumático, pero se me ocurre que si no hay soluciones y señales rápidas y fuertes vamos a una situación de mucha dificultad en la gobernabilidad del país porque tenemos un gobierno debilitado y un Parlamento fortalecido pero sin una fuerza que pueda ejercer el liderazgo. Estamos en un escenario que tiene bastante complejidad.