A Félix López, la patota de Feced fue a buscarlo el 13 de agosto de 1976, a las 11 de la mañana, a la fundición Herchamet, en la que trabajaba desde hacía más de una década. "No ofrecí ninguna resistencia", dijo ayer en su declaración. Lo llevaron al Servicio de Informaciones. Le decían: "A partir del 24 de marzo mandamos nosotros" y luego llegaban los golpes. "Viene uno que se supone que es un tal (Agustín) Feced (interventor de la policía rosarina), que me decía que no me haga el loco, que me quedaba muy poco tiempo de vida", relató ayer en una declaración que desnudó los prejuicios de clase que atraviesan al Poder Judicial. Sólo la presidenta del tribunal, Beatriz Baravani, hizo algún esfuerzo para allanar el léxico que resultaba ajeno al testigo. Cuando le preguntaron por su militancia, López respondió: "En la fundición trataban a los compañeros como cucarachas, incluso llegó a morir uno. Me voy a olvidar de los que me torturaron pero no de aquel compañero". Fue liberado el 9 de febrero de 1979.