CIUDAD
"Donde se instalan los narcocriminales corrompen el tejido social. Ponen como dealers a chicos con enorme carencia material y simbólica, a los que les ofrecen el espejo de una vida con dinero fácil, una vida corta y esfímera, que les permite a estos pibes que nada tienen, vivir en la ilusión de algunas horas de notoriedad", reflexionó Horacio Tabares, de la ONG Vínculos, de extensa trayectoria en el trabajo con adicciones. "Hoy es una noticia común que se pueden conseguir esos pibes como soldaditos o sicarios por cinco o seis mil pesos, que es más de lo que cualquier plan social puede aportar. Además, con armamentos pesados que les hacen sentir: 'yo con esto me hago respetar'".
Tabares puntualizó que "el gran tema es que a estos pibes a los que la sociedad les robó todo, los sueños, los proyectos, la sonrisa... el narco les da algo: identidad. Antes de no ser nada soy un soldadito, piensan".
Para el especialista, "impresiona la cultura narco: los soldaditos, los crímenes, la droga. Lo que no se ve es lo que está del otro lado: las carencias".
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