Al mirar a España, de los casi ausentes estrenos de este país, me vienen a la memoria las goyescas imágenes de Blancanieves, de Pablo Berger, relectura de este cuento llamado para niños en clave de tintes que nos recuerdan a los melodramas de Luis Buñuel, a los esperpentos de Valle Inclán. Resuena en él, desde su malvado personaje de cuentos de hadas, asumido por una gigantesca Maribel Verdú, de una seducción fría y perversa, el ruedo de la mitología de un pueblo en el escenario de los cuentos de hadas. Y en esta dirección, lo que pudo ser algo diferente sobre los relatos a la hora de dormir, con este personaje que es Maléfica, compuesto por una altiva Angelina Jolie, no pasó de ser, ya a la media hora, otra más de las desbordantes escenas épicas de esas que el cine de Estados Unidos estrena semanalmente.

Si desbordes y ambiciones pasan a ser ahora los temas, creo que la gran obra sobre ese mundo de trampas y simulaciones del mundo existista de hoy, ya lindante con su propio derrumbe, lo define el film de Martin Scorsese, El lobo de Wall Street, alegoría salvaje y desenfrenada que nos deja en un punto sin retorno del abismo. Y a su lado, la soledad de este hombre, que vive en este medio, teniendo como alter ego u objeto de deseo a la voz de una computadora, acompañado por ella, en ese desolador retrato que nos ofrece Her, de Spike Jonze; conocido aquí, me dicen de manera equívoca, como Ella.