La lista de novedades de este año incluyó la renovación de discografías de peso dentro del rock rosarino. Allí resalta ChicoDinamitaAmor, notable trabajo de Coki Debernardi junto a sus Killer Burritos, que tuvo una presentación acorde a la circunstancia en el CCPE. Otros históricos que volvieron al estudio fueron Vudú (con Tocamos igual blues band), Cielo Razzo (Tierra nueva) y Rosario Smowing (No te prometo nada).

Por su parte Farolitos lanzó Fin zona urbana y lo presentó en el estadio de Central Córdoba, Mustang Sally editó un primer disco (Increíble de creer) que resumió sus años de blues rock, Aguas Tónicas volvió a subir la vara con Saturno swing y Lima Sur estrenó en marzo un trabajo que evidencia su personal acercamiento al hip hop. Entre lo más destacado del año resalta también Hechos, el sólido trabajo de la banda de reggae Dubies.

Las nuevas generaciones, ésas que encuentran cobijo en la nutrida actividad de los sellos independientes (ver nota central) también estuvieron representadas por Madre Cabra (que publicó Ninguno de ustedes es lo que dice ser) y Shot gun (con el interesante metal que nutre a su Equilibrio).

Dentro del amplio terreno de la canción de autor, la reaparición de Carlos Pino con Contraolvido fue tan celebratoria como la edición de Otras canciones, de Luz de agua, y Matriz del agua de Martín Neri. En esa línea puede ubicarse también al joven Julián Rossi (que publicó Curvas a la recta), mientras que con matices más próximos al rock, Dani Pérez (líder de Los sucesores de la bestia) lanzó su disco debut, un álbum/libro titulado La sombra del primero/Hablar sin saber.